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Opinión

Las calles como infraestructura de uso público ¿son nuestras?

Por: María José Labarca | Publicado: 13.03.2021
Las calles como infraestructura de uso público ¿son nuestras? Intervención urbana para el 8M |
Si se piensa en la equidad urbana con enfoque de género y representación política administrativa de las redes de transporte, surgen las siguientes preguntas: ¿cuántas de estas direcciones o calles tienen nombres femeninos? ¿Sé quién fue la figura que está nombrada en la calle? ¿Puedo encontrar información sobre su nombre en Wikipedia? La respuesta es desalentadora, sobre todo si se sitúa en lo femenino.

“Las calles son nuestras”, debería representar a todas y todos, si pensamos que la infraestructura urbana construye y moldea la manera de habitar mediante prácticas cotidianas en torno a estas, entrega valor e identidad a los espacios, calidad de vida y percepciones de (in)seguridad. Situación que ha sido analizada en estudios de género a través de la geografía de la vida cotidiana, el derecho a la ciudad y violencia urbana, ya que la ciudad segrega, es injusta en su estructura y no esta diseñada para todas y todos.

Esta injusticia estructural se ha gestado en la manera en que se ha construido la ciudad, por las etapas históricas (y se ve reflejado en su diseño y arquitectura), lo que a su vez entrega identidad a la zona que habitamos, al barrio y sus calles. Puede ser tan determinante que, de acuerdo a la comuna, barrio o calle, ya sepamos el estrato socioeconómico al que pertenece una persona. Se encuentra dentro del identificador de cada habitante y es así como el nombre de la calle de nuestra dirección nos acompaña durante toda la vida; aunque sea transitoria, en algún registro debemos entregar dicha información o al desplazarnos hacia un lugar y buscar la ruta en un servicio de mapas on-line. Si se piensa en la equidad urbana con enfoque de género y representación política administrativa de las redes de transporte, surgen las siguientes preguntas: ¿cuántas de estas direcciones o calles tienen nombres femeninos? ¿Sé quién fue la figura que está nombrada en la calle? ¿Puedo encontrar información sobre su nombre en Wikipedia? La respuesta es desalentadora, sobre todo si se sitúa en lo femenino.

La justicia social y el feminismo han puesto sus esfuerzos en el estudio y activismo por el desarrollo de ciudades más seguras, equitativas, habitables e integradas. Los proyectos que son diseñados con y para la comunidad tratan de considerar la diferencia de los cuerpos en todas las etapas de su vida, las discapacidades y el enfoque de género. Por lo tanto, existe un intento bien intencionado de distribuir de manera justa dichas infraestructuras para beneficiar a la población considerando la diversidad. Sin embargo, pesan las injusticias estructurales que posee la ciudad. Uno de ellos es el rol de las calles y su simbolismo, siendo relevante porque son infraestructuras de uso público diseñadas para todas y todos, nos cuentan historias, nos ubican en el espacio y nos deberían representar. Teniendo como antecedente que en la ciudad de Santiago viven mayor cantidad de mujeres que de hombres, y estas representan el 51,6% de la población urbana de la ciudad, la infraestructura vial con nombres femeninos sólo se encuentra representado en un 6,9% y de estos más de un tercio corresponde a nombres de santas o de connotación religiosa, lo que en la actualidad no representa a la población, tanto por los porcentajes como al situar a las mujeres como figuras no terrenales: no es equitativo ni hace justicia transgeneracional en los espacios públicos.

Las calles, diseñadas como vías de transporte e interconexión, son consideradas como lugares en donde la comunidad interactúa, delimitan espacios de grupos sociales, barrios y límites políticos administrativos. La manera de nombrarlas estaba arraigada a la identidad natural del lugar en donde se encontraban o la función principal que desempeñaba el grupo. Generalmente adoptaban el nombre de la familia más cercana o del oficio de sus habitantes. En la historia española, los municipios con la influencia católica de la corona asignaron su identidad religiosa al nombrar con nombres de santas y santos las calles y, por otra parte, se nombraron los ejes viales en honor a personalidades agentes de guerra y conquista que en su mayoría (por no decir de manera absoluta) eran hombres, situación que se popularizó como homenaje, visibilizó y replicó hasta hoy como parte de la herencia patriarcal y católica en Latinoamérica, teniendo como efecto la invisibilidad de las figuras femeninas de manera sistemática en el espacio público.

Las calles construyen límites y, de cierta forma, una expresión de la conquista. Son los héroes de guerra, los políticos y constructores de la ciudad los que se homenajean, según en contexto histórico. Lo masculino es señal de honor y reconocimiento público, mientras que lo femenino se recluye al entorno privado, al hogar. Las expresiones femeninas del sexo masculino en el espacio público se ridiculizan; conllevan un carácter negativo la mujer de la calle o callejera que se relaciona con una mala mujer donde además se le juzga por su vida sexual. Es más: dentro de la historia literaria muchas escritoras debían usar seudónimos para poder publicar, tristemente, como plantea Virginia Wolf (“en gran parte de la historia anónima era una mujer”): entonces el salto al reconocimiento como homenaje en el espacio publico lo hace mucho más difícil.

Sin embargo, desde los años 70, con el surgimiento de movimientos sociales y feministas, la ciudad es parte de un artefacto de expresión y desarrollo de la vida urbana de las mujeres, donde las tareas se encuentran entrelazadas con los usos del espacio y las relaciones que existen entre ellos. La vida cotidiana de lo femenino sobrepasa las escalas de la vivienda, la mujer recorre, consume, usa y construye la ciudad, se apropia de ella. No obstante, la maquinaria estructural del reconocimiento público llega a un paso lento y anticuado en una ciudad que le cuesta cambiar, con entrampamientos administrativos o por falta de conocimiento, y se transforma en una violencia simbólica de los que pocos dan cuenta.

La operatividad y rol de los municipios es relevante al momento de dar identidad al espacio urbano. De hecho, tienen la facultad de objetar, sugerir o cambiar los nombres de ejes viales de una nueva urbanización, y ocasionalmente cambian nombres de calles en honor a un personaje o vecino de la comuna; nombres de futbolistas (vivos) y artistas se encuentran en la lista cuya asignación depende del eje administrativo y político de cada comuna. También, a escala comunal, esto nos entrega una fotografía respecto a la equidad de género presente en los nombres de los ejes viales. Siempre entendiendo el contexto histórico, se puede leer el rol de la mujer en las distintas comunas, dejando las figuras masculinas en los centros históricos de la ciudad, como ocurre con la comuna de Santiago, que posee un 8,4% de representación femenina v/s un 57,7% masculino.

Porcentajes de representación por comuna

COMUNA Calles Población
% Femenino %Masculino % Otros* % Femenino %Masculino
CERRILLOS 3,8 30,8 35 51,0 49,0
CERRO NAVIA 2,9 37,9 41 50,7 49,3
CONCHALI 8,1 32,6 41 48,6 51,4
EL BOSQUE 3,8 34,3 38 51,2 48,8
ESTACION CENTRAL 6,1 37,8 44 50,0 50,0
HUECHURABA 6,1 16,0 22 51,2 48,8
INDEPENDENCIA 3,4 48,4 52 51,0 49,0
LA CISTERNA 13,0 46,9 60 52,1 47,9
LA FLORIDA 12,7 25,4 38 52,1 47,9
LA GRANJA 5,7 30,3 36 51,1 48,9
LA PINTANA 14,2 34,8 49 50,9 49,1
LA REINA 8,4 53,5 62 53,0 47,0
LAMPA 7,3 8,0 15 49,8 50,2
LAS CONDES 7,0 41,6 49 53,9 46,1
LO BARNECHEA 3,1 9,7 13 53,1 46,9
LO ESPEJO 6,6 38,3 45 50,3 49,7
LO PRADO 8,9 33,2 42 51,4 48,6
MACUL 3,4 50,0 53 52,7 47,3
MAIPU 5,9 33,7 40 52,0 48,0
ÑUÑOA 3,3 57,9 61 54,2 45,8
PEDRO AGUIRRE CERDA 7,8 42,5 50 51,1 48,9
PEÑALOLEN 2,2 10,5 13 51,6 48,4
PIRQUE 4,8 39,3 44 49,5 50,5
PROVIDENCIA 6,8 55,3 62 53,8 46,2
PUDAHUEL 5,1 27,1 32 51,2 48,8
PUENTE ALTO 4,8 27,3 32 51,6 48,4
QUILICURA 7,3 28,3 36 50,9 49,1
QUINTA NORMAL 9,3 43,1 52 51,2 48,8
RECOLETA 9,1 44,9 54 50,8 49,2
RENCA 3,7 40,5 44 50,6 49,4
SAN BERNARDO 6,8 40,9 48 51,0 49,0
SAN JOAQUIN 9,6 48,5 58 51,5 48,5
SAN JOSE DE MAIPO 0,0 0,8 01 49,8 50,2
SAN MIGUEL 12,5 46,2 59 53,0 47,0
SAN RAMON 14,5 48,8 63 50,7 49,3
SANTIAGO 8,4 57,7 66 48,9 51,1
VITACURA 8,7 32,3 41 55,0 45,0
Fuente: Elaboración propia en base a la representación por arco del nombre de ejes viales dentro del limite urbano censal de cada comuna de la ciudad de Santiago. Uso muestra INE, 2017. La categoría “otros” considera números, elementos naturales y físicos, conceptos, lugares y apellidos donde no se pudo determinar el origen del nombre completo, y por ende el género; en estos casos suelen ser figuras masculinas, pero al no poder corroborarse clasificaron como “otros”.

De manera popular, a modo protesta y visualización, se han realizado intervenciones, cambiando el nombre de las estaciones del metro de Santiago por el de mujeres relevantes de la historia ad portas del Día de la Mujer, o también en el renombramiento de la Plaza Italia o Baquedano por Plaza Dignidad, lo que nos dice que existe una necesidad imperante de representación que debe ser escudado por las autoridades comunales. En la red también se busca reconocimiento de las personalidades femeninas que tienen calles con sus nombres, a través de iniciativas como las de geochicas, que busca posicionar en Wikipedia sus nombres y vida, ya que a pesar de ser personas relevantes no poseen artículos biográficos en el sitio citado.

Ante lo expuesto, queda en evidencia la desigualdad e inequidad de género en el nombramiento de la infraestructura de uso público, en la ciudad y entre comunas, expresándose de forma diferente, dependiendo del lugar en la ciudad en que nos situemos.

María José Labarca
Geógrafa.