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Por: Raúl Ojeda | Publicado: 07.04.2021
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La llegada del coronavirus justo en el momento más álgido de las movilizaciones le dio nuevamente a Piñera la oportunidad de apostar y apostó al país completo. Encontró en Mañalich a su aliado incondicional (Golborne había sido en la ocasión anterior) y nuevamente instaló la idea de que podría existir la ya sabida «Do it the Chilean Way», esa forma de hacer las cosas que sólo se les ocurre a los chilenos. Si en Europa hacían cuarentenas estrictas, la apuesta fue que en Chile las cuarentenas serían «dinámicas»; si en Europa se vigilaba y restringía el uso del tren subterráneo para que la gente de verdad se quedase en casa, en Chile no era necesario hacer eso.

“Do it the Chilean way” fue el eslogan que se usó durante el viaje que hizo a Europa el año 2010 el presidente Piñera. Quienes estaban en el gobierno venían recién despertando de la borrachera que había significado el rescate de los 33 mineros. El mundo había observado con asombro cómo ese rescate había unido a la sociedad chilena y cómo, gracias principalmente al ingenio de profesionales chilenos, esos hombres pudieron salir vivos de la mina; fue Barack Obama quien usó esa famosa frase en un mensaje enviado a Piñera para felicitarlo por el rescate. Fueron 1.300 millones de personas las que vieron cómo las Cápsulas Fénix, obra del ingeniero mecánico chileno Alejandro Poblete, subían desde la profundidad de la mina con su carga de humanidad y esperanza: estas imágenes emocionaron en lugares tan lejanos como Japón, Rusia y Polonia o en pequeños pueblos perdidos de los Estados Unidos; ese rescate ha sido, hasta hoy, el segundo evento transmitido en directo por la televisión con la mayor sintonía de la historia, sólo superado por el funeral de Michael Jackson.

Pero mientras el mundo estaba absorto observando este rescate maravilloso, en el Golfo de México se producía el hundimiento de una plataforma petrolera llamada Deepwater Horizon, la que luego de una explosión terminó en el fondo marino del golfo mexicano. A pesar de la avanzada tecnología utilizada en su búsqueda y de contar con cámaras y visores capaces de encontrar una hebra de hilo negro dentro de un oscuro túnel, la famosa plataforma no lograba ser encontrada; era tal el nivel de chambonadas que se cometieron durante la búsqueda que incluso Michael Moore, reconocido documentalista norteamericano (Bowling for Columbine) llegó a decir burlándose de las compañías gringas en el late show de David Letterman (uno de los más populares de la televisión estadounidense) que tal vez no sería mala idea contratar a “those guys from Chile” para encontrarla. Se hablaba de Chile en todo el mundo, se hablaba muy bien de Chile, sin embargo nadie decía “Do it the Chilean way”

Volvamos a ese viaje a Europa. Se cuenta que en una de las muchas visitas que hizo el presidente Piñera, después de la obligada exhibición del mundialmente famoso mensaje escrito en el “papelito” por el minero de Puerto Varas, la conversación tomó un rumbo hacia la extracción minera y las muchas dificultades que esta actividad conlleva, a lo que nuestro Presidente habría dicho la famosa frase “Do it the Chilean way”. La réplica del anfitrión no se hizo esperar: “Nosotros no hacemos las cosas de esa manera”, le habrían dicho, “nosotros no permitimos que nuestros mineros trabajen bajo esas condiciones de inseguridad”. A todos los testigos de ese incidente les quedó claro en ese momento que la apuesta de usar esa frase como una manera de posicionar a Chile en el contexto mundial podría ser un búmeran que terminase dejándonos en ridículo.

Todos sabemos que Piñera es ante todo un apostador y como tal, en esa ocasión, apostó todas sus fichas al rescate de los 33 mineros. Insistió en hacer hasta lo imposible para poder rescatarlos, dijo que gastaría lo que fuese necesario para sacarlos con vida de la mina y lo logró… Ganó la apuesta: pudieron rescatarlos y a todos se nos olvidaron las indignas condiciones en que esos mineros trabajaban, o que el rescate lo pagamos entre todos mientras los dueños de la mina salieron libres de polvo y paja. Eso para Piñera no era importante, lo importante era ser reconocido como un Presidente audaz, que toma riesgos cuando es necesario. Después del mensaje de Barack Obama, Piñera proclamó al mundo «Do it the Chilean Way», la manera chilena de hacer las cosas; los chilenos somos arriesgados y tozudos cuando se trata de ayudar a alguien que lo necesite. Sin embargo, después de ese incidente en Europa se le acabó ese relato, pero al menos la apuesta, aunque pequeña, la había ganado.

La llegada del coronavirus justo en el momento más álgido de las movilizaciones le dio nuevamente a Piñera la oportunidad de apostar y apostó al país completo. Encontró en Mañalich a su aliado incondicional (Golborne había sido en la ocasión anterior) y nuevamente instaló la idea de que podría existir la ya sabida «Do it the Chilean Way», esa forma de hacer las cosas que sólo se les ocurre a los chilenos. Entonces si en Europa hacían cuarentenas estrictas, la apuesta fue que en Chile las cuarentenas serían «dinámicas»; si en Europa se vigilaba y restringía el uso del tren subterráneo para que la gente de verdad se quedase en casa, en Chile no era necesario hacer eso, y así es que mientras algunas comunas pobres estaban en cuarentena, los buses y el metro funcionaban con completa normalidad para trasladar a trabajadores y trabajadoras a las comunas acomodadas. Si en los países donde la pandemia estaba desatada se seguían las instrucciones de grupos de científicos, en Chile sólo se oía a los economistas o a todo tipo de ingenieros; en Europa terminaron quedándose sin respiradores para los pacientes, en Chile eso no sucedería y se apostó a tener una gran red de respiradores artificiales… “Estamos mejor preparados que Italia”, dijo el Presidente, y finalmente envió emisarios a negociar con la mayor cantidad de laboratorios para asegurar la existencia de vacunas suficientes, para el momento en que se debía doblar la apuesta y jugar a ganador: las fichas estaban echadas, era cosa de esperar y ver cómo esta gran movida de un apostador empedernido la ganábamos entre todos y cómo el mundo caería de rodillas frente a la evidencia de que la “chilean way” era posible. Pero el tiempo pasó y nada de los presupuestado ocurrió. La apuesta se comenzó a derrumbar como un castillo de naipes y aquí estamos como fichas de casino (paradoja del destino) esperando a ser cobradas; ya se cobraron 30 mil y no sabemos cuántas más apostó el Presidente.

Sólo una de las apuestas del Presidente tuvo éxito, aquella que decía que existía eso de “Do it the Chilean way”: en los últimos días dos importantes medios de comunicación norteamericanos han publicado artículos acerca del manejo de la pandemia en Chile (The New York Times y The Washington Post) y en ambos se habla de la paradoja chilena; por un lado ser un país con altos índices de vacunación (apuesta reconocida transversalmente como inteligente) y por el otro el grado absurdo de contagiados existentes. Estos medios hacen un análisis acerca de las medidas tomadas (o mejor dicho de las apuestas hechas) y concluyen que lo que se hizo en Chile puede ayudar a otros países, pero para no hacerlo de la misma manera.

Perdón, ¿dije que el Presidente había ganado una de las apuestas? Error. En realidad, también la perdió, porque la frase que se instaló fue “Please don’t do it the Chilean way”. Al final, a pesar de que nunca nadie dijo «Do it the Chilean way», el temido búmeran va camino a La Moneda.

Raúl Ojeda
Profesor de Educación Básica.