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Opinión

Estar solo

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 25.04.2021
Estar solo |
Esta vez Piñera sabe que, aun siendo uno de los hombres más ricos del mundo, ha quedado solo y en la peor de las soledades para un mandatario: sin su propio sector político queriendo sentarse a su lado. Lo que es peor: la inminente decisión de frenar el envío del tercer retiro al TC dejará a Piñera en una posición de irrelevancia frente a todas las instituciones del Estado. A diferencia del mundo bursátil, en política no es bien vista la especulación a la hora de administrar la república.

No cabe duda que esta semana ha sido la más difícil para el Piñera político, algo que pudiera sonar exagerado, considerando los días complejos del estallido social o aquella madrugada en que se firmaba el acuerdo por una nueva Constitución. Sin embargo, en ambos casos, la derecha política estaba, aun a regañadientes, escoltando a su mandatario. Por el contrario, luego de la decisión de llevar al Tribunal Constitucional el tercer retiro de las AFP, Piñera ha quedado casi solo con su patrulla juvenil presente en el gabinete (no se puede describir de otra manera a ministros que escriben cartas al diario para confirmar su apoyo al Presidente) y con el asesor que pareciera ser la gárgola más leal y temible de la agonizante Constitución del 80: Cristián Larroulet.

Al ver en el Congreso a senadores y diputados de RN y la UDI aprobar el tercer retiro y al mismo tiempo enviarle recados al gobierno para que no lleve al TC el proyecto, quedó claro el profundo quiebre que existe entre gran parte de la derecha con su mandatario. Algo que se confirmó cuando Piñera citó a los timoneles de los partidos de su sector a La Moneda. Luego de esa reunión, no hubo una conferencia de prensa en conjunto para apoyar la conducción del gobierno; por el contrario, cada timonel de partido salió raudo de palacio y sin ánimo de entregar detalles de la junta.

También durante esta semana el mandatario invitaba a almorzar a algunos influyentes columnistas a La Moneda. Pero esta vez no aparecería Peña, Cavallo, Navia, Navarrete, Edwards o Colodro (quienes han asistido en más de una oportunidad a esas citas). Esta vez, sólo le alcanzó para convocar a algunos cercanos y viejos conocidos como:  Lucía Santa Cruz (madre del ministro de la Segpres), Gonzalo Müller (esposo de la diputada Pepa Hoffman), Gerardo Valera (ex ministro de Educación y viejo amigo del mandatario), Gonzalo Cordero y Klaus Schmidt-Hebbel. Es más que evidente: nadie quiere acercarse al Presidente y, por el contrario, quienes reniegan de él o le pegan obtienen suculentas ganancias políticas y hasta monetarias (véase el éxito de programas de TV y hasta de podcast que practican este deporte).

Por lo mismo es que Piñera dará un vuelco radical a su decisión original de recurrir al TC para zanjar el tercer retiro pues, conociendo su personalidad y psicología, siempre preocupada de competir y ganar a como dé lugar en todo, es que no tolerará aparecer parapetado en la soledad del estadista que busca defender una Carta Magna desahuciada. Él sabe perfectamente que ni los ministros del TC, tampoco los parlamentarios de derecha, ni siquiera los mismísimos dueños de las AFP (ya preparados para competir frente a una aseguradora estatal) tienen ganas de defender una Constitución con fecha de vencimiento.

El miedo a la intrascendencia, a pasar desapercibido, a la invisibilización en el tiempo, debe ser lo que mueve a Piñera en los negocios y la política. Quizás se trata de un trauma de infancia, como el de aquel niño que es capaz de todo con tal de ganar la atención de sus padres (detrás de cada padre, hay una cruz de exigencias adultas). Para esos niños, siempre preocupados de robar la atención de quienes le rodean (da lo mismo si es a través de un buen acto, una travesura o una aberración), no hay nada peor que sentirse aislados por el resto. Puede que, por lo mismo y para evitar aquello, estas personalidades se esfuerzan en hacer fortunas o en amasar poder, pues entienden que, con dinero, fuerza física o votos, nadie podría despreciarles.

Esta vez Piñera sabe que, aun siendo uno de los hombres más ricos del mundo, ha quedado solo y en la peor de las soledades para un mandatario: sin su propio sector político queriendo sentarse a su lado. Lo que es peor: la inminente decisión de frenar el envío del tercer retiro al TC dejará a Piñera en una posición de irrelevancia frente a todas las instituciones del Estado. A diferencia del mundo bursátil, en política no es bien vista la especulación a la hora de administrar la república.

Cuando el pueblo comience, una vez más, a activar la economía interna a costa de sus fondos de pensiones, Piñera se imaginará nuevamente querido pues para él los afectos se miden desde el bolsillo, algo que confirmó en la última elección presidencial donde ganara con amplia ventaja. Sin embargo, la suerte respecto a su posición en la historia pareciera estar zanjada y el dibujo de su retrato para la posteridad comienza a tomar forma definitiva: un solitario Presidente que cierra los ojos y sonríe, al mismo tiempo que se abraza a sí mismo.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.