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Cambios en el financiamiento de la investigación: la preocupante nueva política de ANID

Por: Cristina Moyano Barahona | Publicado: 26.05.2021
Cambios en el financiamiento de la investigación: la preocupante nueva política de ANID |
La ANID funcionará como una simple oficina de evaluación y certificación, desvinculándose del financiamiento de investigaciones calificadas como “muy buenas”, generando una cartera de proyectos de segunda categoría que deben buscar recursos por cuenta propia. Esta discriminación arbitraria, y que pone en riesgo el compromiso del Estado con la creación de conocimiento, se fundamenta en las permanentes rebajas al financiamiento que hoy, en contexto de crisis económica y pandemia, golpean con fuerza a las ciencias, artes y humanidades.

Como representante de la Facultad de Humanidades, manifiesto mi más profunda preocupación frente a las nuevas políticas anunciadas por la ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), que indicó hace pocos días cambios en las bases y protocolos de aprobación de proyectos de investigación científica, humanista y tecnológica. La reforma propuesta establecerá dos categorías entre los proyectos aprobados: aquellos que contarán con financiamiento y los que no contarán con él, aunque hayan sido calificados como muy buenos.

En ese contexto, ANID funcionará como una simple oficina de evaluación y certificación, desvinculándose del financiamiento de investigaciones calificadas como “muy buenas”, generando una cartera de proyectos de segunda categoría que deben buscar recursos por cuenta propia. Esta discriminación arbitraria, y que pone en serio riesgo el compromiso del Estado con la creación de conocimiento, se fundamenta en las permanentes rebajas al financiamiento que hoy, en contexto de crisis económica y pandemia, golpean con fuerza a las ciencias, artes y humanidades.

La nueva política anunciada pone en un riesgo mayor a la investigación en áreas que no reportan rentabilidad inmediata en términos «financieros», ni responden a intereses inmediatos de aplicabilidad para la generación de negocios, observando con preocupación el retroceso al mecenazgo de los siglos XVI y XVII. Vemos con estupor la posibilidad de volver a la búsqueda de unos Medicis o unos Borgia, que en el siglo XXI y en nuestro país tienen apellidos vinculados a las familias que participan del goce de la mayor parte del PIB. Las disciplinas de las artes, humanidades y ciencias sociales serán –por cierto– las más afectadas, porque sus “ejes” no son generar conocimiento rentable bajo parámetros mercantiles, sino que se guían por orientaciones que buscan aportar a una comprensión compleja de la realidad social y promover la formación de seres humanos integrales, con capacidad de amar, de sorprenderse y apreciar la belleza, abrazar la ética, posicionarse en el presente desde una historicidad particular, empatizar con el distinto, con el diferente, con la otredad, imaginar nuevos horizontes de expectativas y convertirse en agentes transformadores de su entorno, así como debatir y participar de los debates de la nueva polis global. Sin artes, sin humanidades y sin ciencias sociales, el ideal de una nueva ciudadanía se derrumbará.

En una época marcada por profundas transformaciones sociales, y en la actual coyuntura política (que ha demostrado el agotamiento del Estado subsidiario y de la racionalidad capitalista neoliberal), que subsume todos los cuerpos y las actividades, las universidades públicas y más específicamente las estatales deben exigir al Estado financiamiento permanente para sostener investigaciones especializadas “independientes”, con la posibilidad de definirse por sobre las motivaciones e intereses del mercado y que superen la racionalidad de la rentabilidad inmediata.

De otra parte, esta política pone en serio riesgo el pluralismo y la autonomía en la investigación que solo el financiamiento del Estado puede garantizar y, aumenta la precariedad en la que ya se encuentran los(as) investigadores(as) independientes y los(as) asociados(as) a las universidades. Como decana de la Facultad de Humanidades, invito otras universidades del CUECh para movilizarnos en pos de que esta política no logre implementarse y se genere una revisión a las bases concursales actuales de proyectos de investigación, siendo proactivos frente al avasallamiento de una racionalidad precarizante y mercantilista. 

Cristina Moyano Barahona
Doctora en Historia. Decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (USACh).