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Opinión

El sparring

Por: Cristian Zúñiga | Publicado: 30.05.2021
El sparring |
Tanto Jadue como Boric, a la hora de hablar sobre sus puntos de unión, mencionan la abolición del neoliberalismo, como principal objetivo. Es decir, su promesa de cara a la ciudadanía, es domeñar (o meter dos cambios de menos) al capitalismo actual.

No cabe duda que el pacto entre el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC), a la vista de los resultados de la pasada elección, ha confirmado su correcta proyección estratégica, en términos de números (en la constituyente) y análisis de la realidad.

Se trata de una alianza que supo diagnosticar de manera certera el presente cultural de un país indómito en lo que respecta a sus preferencias materiales y metafísicas. ¿No es acaso la principal virtud de un político el saber olfatear la cocción cultural de su época? Por supuesto, en eso consiste la virtud del buen político, en saber medir el viento cultural que mueve a la nave del Estado. Es un olfato que los políticos de la vieja Concertación perdieron hace rato, producto de algún virus foráneo o porque sus narices quedaron impregnadas con el pasoso aroma del éxito financiero de los 90.

Lo cierto es que el PC y el FA, desde sus bases militantes y mentes pensantes (algo que la Concertación perdió hace rato), supieron sintonizar mejor con el nuevo sujeto de la denominada modernización capitalista, pues sus cuadros políticos residían en federaciones de estudiantes, organizaciones sociales, sindicatos de retail, colectivos medioambientales y artísticos, mientras que los partidos del descolorido arcoíris, se quedaban parapetados en oficinas del Congreso y fundaciones de ex presidentes. Por lo mismo, es que era ridículo creer que las preferencias de una ciudadanía que pide acabar con los políticos tradicionales, iban a estar con candidaturas como las de Heraldo, Narváez o Maldonado. Tanto Jadue como Boric entendieron que, de haber incluido a sus ex socios de la Concertación en la papeleta de primarias, su actual carruaje dorado de cenicienta iba a acelerar su irreversible metamorfosis en calabaza.

Y es que el viento de la hiper modernidad es muy correntoso y no deja brújula en pie. A ojos del indómito nuevo Chile, tanto Boric como Jadue, también son parte de una aristocracia autorreferente que sirve a sus propios intereses (véase la Lista del Pueblo y sus declaraciones). Es más, para ambos políticos, las tormentas del futuro se dibujan en tonos casi tan lúgubres como nuestro presente político, pues han instalado un relato que fija horizontes morales y sabido es que, moralizar la política, a la larga, es el peor de los negocios. Sin embargo, en este presente pandémico y de crisis económica, los sentimientos morales como la indignación, el remordimiento y la condena, rinden en la plaza pública, pues como todo sentimiento, no está basado en la intuición, la inspiración o la libertad; están basados en el cálculo (son mecanismos bioquímicos que todos los mamíferos y aves emplean para calcular rápidamente probabilidades de supervivencia y reproducción).

Entonces, nada mejor que cristalizar todos los males que nos otorga el capitalismo actual en una sola palabra: neoliberalismo. He aquí el enemigo único a doblegar, una palabra que parece un eufemismo de lo que es la aceleración del capitalismo global. Tanto Jadue como Boric, a la hora de hablar sobre sus puntos de unión, mencionan la abolición del neoliberalismo, como principal objetivo. Es decir, su promesa de cara a la ciudadanía, es domeñar (o meter dos cambios de menos) al capitalismo actual. Lo que ayer era la lucha contra el fascismo, hoy pasa a constituirse en una cruzada contra la mercantilización de la vida y en la misma carretera por donde circulan Google, Amazon, Pfizer y Sinovac.

Es en este collage hipermoderno que Jadue y Boric se presentan para representar a las izquierdas de Chile. Hasta ahora, usando al neoliberalismo como principal comodín retórico y exhibiendo sus trayectorias políticas (uno como alcalde y el otro como parlamentario) como sinónimo de experiencia para asumir la presidencia. Ni siquiera el acuerdo por la nueva Constitución del 15 de noviembre ha servido para que ambos políticos se muestren los dientes ideológicos. Recordemos que el alcalde de Recoleta (cargo al que debería renunciar de ganar la primaria) y su partido, se opusieron a este acuerdo ( le trataron de “cocina política”), mismo que luego celebraron como triunfo propio en el plebiscito del año pasado. Más allá de algunas débiles declaraciones y uno que otro posteo en redes sociales, el diputado magallánico no le ha enrostrado aquel hito en el contexto de esta primaria. Se nota que Boric no tiene ganas de enfrentar a Jadue, ni de subrayar las diferencias de forma y fondo que supuestamente existen entre el Partido Comunista y el Frente Amplio.  Es más, hasta ahora, en su rol como pre candidato presidencial, Boric suena como una especie de sparring de Jadue, vale decir, como ese compañero que ayuda a entrenar, con mucha técnica y realismo, al boxeador titular del equipo.

Si bien el matrimonio electoral y programático entre el PC y el FA ha partido con el pie derecho (en un contexto de desfonde de los partidos tradicionales), es mucho más lo que arriesga el Frente Amplio, en un futuro escenario de divorcio, que el partido de Jadue (acostumbrado a acomodar pactos electorales y alianzas sociales). Más aún en un futuro cercano, donde veremos volar abstracciones constitucionales, en medio de una concreta crisis post pandemia. Por lo mismo es que el programa de Boric, más que mostrarse como un entrenamiento para ayudar al rival, debería tomar las banderas de una izquierda que pone a las personas el centro de la discusión, por sobre los anhelos grandilocuentes de superar al capitalismo.

En la medida que Boric mencione menos la palabra neoliberalismo y recalque las convicciones que le llevaron a firmar el acuerdo del 15 de noviembre, podría retomar el rumbo de aquel boxeador decidido que logró juntar más de 34 mil firmas para inscribir su candidatura. Y lo que resulta más importante hoy: en la medida que Boric deje de comportarse como Apolo a la hora de entrenar a su amigo Rocky Balboa, logrará convocar a toda esa nueva izquierda ( y centro izquierda) para levantarse a votar en la próxima primaria presidencial.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.