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“Esto no es política”, pero… ¿es historia?

Por: María Ignacia Parada | Publicado: 30.05.2021
“Esto no es política”, pero… ¿es historia? |
La historia no busca enaltecer, idealizar o judicializar a los personajes históricos, sino más bien esclarecer, reconstruir y ordenar el tiempo en el cual están inmersos. La memoria, en cambio, busca recuperar y relatar los recuerdos y, por tanto, está inundada de ideas políticas, juicios de valor, etc. La imagen de Augusto Pinochet proyectada en la polera al centro de este conflicto, no es producto de la historia, sino que de la memoria de quien la llevaba puesta, una representación de cómo un grupo de personas –los pinochetistas– recuerdan la dictadura militar y a Pinochet.

Las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo nos han llamado a reflexionar. Ciertamente en torno a los resultados electorales, pero también respecto a esas “anécdotas electorales” que parecen pintorescas, pero esconden problemáticas profundas. Una de estas fue la del sujeto al que se sacó de un local de votación por asistir con una polera que señalaba “grande Pinochet”.  Lo sorprendente de un personaje como este no es su existencia –ya se han visto varios en elecciones pasadas–, sino la justificación que dio a sus acciones: que su polera no era “política”, era “histórica”. Sin embargo, la frase en su camiseta no tenía tanto que ver con la historia, sino que era más bien es fruto de una memoria en particular respecto a Augusto Pinochet: la memoria de la extrema derecha.

Historia y memoria comparten el mismo objetivo –la elaboración del pasado–, pero distan de ser lo mismo. El filósofo Paul Ricoeur señala que la historia anhela la veracidad, mientras que la memoria aspira a la fidelidad, a ser leal a los recuerdos de un grupo o una persona. La historia no busca enaltecer, idealizar o judicializar a los personajes históricos, sino más bien esclarecer, reconstruir y ordenar el tiempo en el cual están inmersos. La memoria, en cambio, busca recuperar y relatar los recuerdos y, por tanto, está inundada de ideas políticas, juicios de valor, etc. La imagen de Augusto Pinochet proyectada en la polera al centro de este conflicto, no es producto de la historia, sino que de la memoria de quien la llevaba puesta, una representación de cómo un grupo de personas –los pinochetistas– recuerdan la dictadura militar y a Pinochet.

Este problema se vuelve más relevante aún pues, como han señalado autores como Isidora Iñigo Valderrama, la memoria forma parte de la política y colabora en el despliegue de esta. Toda memoria está inserta en el discurso político y se utiliza constantemente para articularlo, por lo que es necesario ser cuidadosos con su uso, ya que se pueden dar abusos de esta y generar narrativas mitificadas o simplemente ficcionales. Como seres humanos estamos constantemente relacionándonos y “exhibiendo” el pasado, y esto fue lo que hizo el hombre de la camiseta, pero no a través de la historia –como sostenía– sino que al establecer una relación con el pasado mediante la utilización de esta memoria de la extrema derecha, con el fin de construir un discurso político.

Entonces: ¿es política o es histórica la polera en cuestión? Es política –y de ahí surge la expulsión del local de votación– ya que no sólo alude a un personaje histórico, sino que además hace un juicio de valor respecto a éste. Confundir las esferas de la historia y la memoria sólo permite que sujetos como el de las elecciones pasadas puedan escudarse en la historia para salir a la calle exhibiendo frases que para muchos sectores de la sociedad sean altamente ofensivas o incluso intentar pasar por sobre la legislación electoral. Y aunque sin duda indigna ver estos abusos respecto a la utilización de la historia, también es necesario hacer un “mea culpa” al respecto. El episodio es además en un llamado de atención para los historiadores, pues se necesita enseñar y comunicar de mejor manera qué es la historia. Hay carencias y también urgencias, como la de  profundizar la enseñanza de la historia en nuestras escuelas, de modo de incentivar el pensamiento histórico crítico, para que los ciudadanos y ciudadanas puedan enfrentar situaciones como la mencionada anteriormente. Es urgente también que la educación ciudadana no entre al escenario educativo actual para reemplazar a la historia, sino que estas disciplinas vayan de la mano. No puede estar una por encima de la otra, sino que debemos velar porque haya un trabajo colaborativo entre ambas. Y es que tanto o más importante que saber que la polera en esta anécdota era sin dudas “política”, es que todos seamos capaces de responder con claridad a la pregunta “¿es política o es histórica?” cada vez que nos veamos enfrentados a ella.

María Ignacia Parada
Estudiante de Licenciatura en Historia de la Universidad Católica de Chile.