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Opinión

La primaria y la franja

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 04.07.2021
La primaria y la franja Franja de las primarias presidenciales |
Sabido es que las primarias presidenciales son instancias para arengar a los fans, no para atraer votantes nuevos. Por lo mismo es que los mensajes, estéticas y estrategias empleados en esta fase electoral, suelen apelar a las emociones de nicho. Hasta ahora, y por lo visto en los primeros episodios de la franja, quienes mejor han entendido cómo se debe abordar una primaria son Lavín y Jadue.

Las primarias son instancias creadas para que los conglomerados políticos pongan a competir visiones e ideas de país con el objetivo de que sus militantes y simpatizantes escojan a los candidatos que les representarán en la carrera electoral definitiva. Hay primarias que son una mera operación dirigida por los fácticos de los partidos (como ocurrió con la primaria presidencial de la Nueva Mayoría en 2013) y otras cargadas de incertidumbre y competencia, como la actual primaria presidencial, donde tanto las coaliciones de Chile Vamos como Apruebo Dignidad han optado por respetar el espíritu de la Ley de Primarias abiertas y vinculantes. Hubo otras fuerzas políticas como la ex Concertación (Unidad Constituyente) que no estuvieron disponibles para que la gente escuchara sus propuestas y escogiera a su candidato, dejando en evidencia el miedo e inseguridad con que asumen la defensa de su legado (por ahora parecen más preocupados de bajar a Paula Narváez de la manera menos indigna posible).

Y, como en toda instancia competitiva, los debates y las franjas televisivas suelen ser espacios que la ciudadanía valora, pues ahí se pone en vitrina su derecho a elegir. Aun cuando los recientes debates televisados de ambas coaliciones no superaron los 15 puntos de rating (el debate de la primaria presidencial del año 2017 llegó a marcar 28 puntos), el debut de la presente franja electoral marcó 42,4 puntos de rating promedio hogar (1.361.311 personas lo vieron). Se trata de una cifra no menor de audiencias conectadas a una instancia hecha para llegar a los fieles de las respectivas coaliciones, es decir, a quienes ya tienen una preferencia ideológica clara, pero que deben definir a la persona que, se supone, es la más competitiva para enfrentar al adversario definitivo. Aquí se ponen en disputa emociones y pragmatismos. Un ejemplo de pragmatismo de primaria lo dieron los demócratas en la pasada presidencial de Estados Unidos, cuando eligieron (para enfrentar a Trump) a un gris y tibio Joe Biden, por sobre el carismático y encendido Bernie Sanders. En ese caso, el votante del Partido Demócrata votó en su primaria, pensando en el partido final.

Sabido es que las primarias presidenciales son instancias para arengar a los fans, no para atraer votantes nuevos. Por lo mismo es que los mensajes, estéticas y estrategias empleados en esta fase electoral, suelen apelar a las emociones de nicho. Hasta ahora, y por lo visto en los primeros episodios de la franja, quienes mejor han entendido cómo se debe abordar una primaria son Lavín y Jadue.

Por un lado, Lavín aparece mostrándose como el único capaz de frenar al candidato comunista, exhibiendo sus pergaminos de años en políticas públicas municipales, de combate a la delincuencia, al narcotráfico y experiencia en el manejo de la economía de libre mercado. El eterno candidato sabe que, ante la arremetida de la izquierda en las encuestas, el votante de derecha no saldrá a darse gustitos y optará por la carta más competitiva para derrotar al candidato del PC. Por otro lado, Jadue exhibe una estética de precariado, sufrimiento y lucha social, apelando al sentimiento de clases y anti élite que, se supone, aún inunda las emociones del ciudadano impugnador. Ambos políticos y sus equipos creativos han sido eficientes en el diseño de una campaña de primaria, cuyo objetivo es lograr que los suyos se levanten a votar.

El resto de los candidatos no ha entendido la lógica de una primaria: Desbordes se muestra como un muerto caminando en el Chile de los 90, Briones exhibe un spot que parece hecho por el peor de sus enemigos y Sichel emerge con un discurso progre, pero al interior de una primaria de derecha. No cabe duda que Lavín ganará por goleada la primaria de Chile Vamos. De Boric, no queda más que decir que ha exhibido los mejores videos de la franja: inclusivos, frescos, regionales, coloridos.  Se trata de un mensaje político que tendría muy buena cabida en una primera vuelta presidencial, pues muestra a una izquierda diversa, comprometida con los derechos de tercera generación y que no carga con los mantras de la UP. Pero en la primaria irán a votar los militantes y los simpatizantes, no los ciudadanos indecisos, salvo que la estrategia sea la de arengar a los enemigos de Jadue. Si Boric le enrostrara a Jadue sus contradicciones respecto al acuerdo por la nueva Constitución, su idea de obligar a los medios de comunicación a ser “objetivos” o, derechamente, le tratara como el representante de una izquierda anacrónica, pudiera lograr motivar a un amplio sector de socialdemócratas e independientes que no comulgan con las ideas ni la personalidad del alcalde de Recoleta.

Primarias son primarias: una instancia para negociar (vienen las parlamentarias), ensayar o salir a matar, el resto es poesía. Aún quedan dos semanas de franja y unos cuantos debates. Veremos si la tónica se mantiene o algún jugador (todos hombres) da una sorpresa. Por ahora, y más allá de los errores y aciertos, se agradece que estas coaliciones aparezcan respetando el espíritu de la ley y no se hayan quedado mirando la franja por TV, desde una vieja cocina y al calor de la especulación de turno.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.