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Opinión

Las dos izquierdas

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 17.07.2021
Las dos izquierdas | Agencia Uno
La tesis de las dos izquierdas es un cántico conocido en los círculos políticos y académicos (especialmente en América Latina); distingue entre una tendencia “pragmática”, “sensata” y “moderna” y otra “demagógica”, “nacionalista” y “populista”. El tema es que hoy ni siquiera da para hablar de dos izquierdas, pues se han dado por finalizados los puntos cardinales ideológicos (derecha-izquierda). Jadue y Boric saben que después del domingo vendrá el desafío de demostrar que sus ideas son atractivas, ya no sólo para su público de nicho (que de seguro habrá tocado algo de techo en la primaria) sino que para el actual Chile indómito, mismo que hace 4 años diera la Presidencia a Piñera y en la elección constituyente prefiriera a los independientes por sobre los partidos políticos. Un país que sale a las calles a protestar y minutos después va al Costanera Center a comprar.

En los últimos días de campaña el debate entre los candidatos de las izquierdas chilenas (esas dos izquierdas que representan, por un lado, lo tradicional del comunismo y, por otro, lo nuevo del socialismo progresista) dejó de ser una tediosa y falsa “sana competencia” para transformarse en una batalla real entre dos maneras de entender y proyectar a la izquierda chilena en este nuevo ciclo algorítmico que parece llegar en el ocaso de la modernidad. Junto a los cruces de palabras entre los candidatos, llegaron los altercados entre sus respectivas barras bravas, quienes con más bravatas que razones comenzaron a tratarse de “traidores”, “amarillos”, “machistas”, “chantas”. Era que no: sabido es que las bases comunistas y frenteamplistas vienen con sangre en el ojo desde hace rato, tal vez desde 2011, año en que Boric le arrebató el trono de la FECH a Camila Vallejo, justo cuando la carismática líder estudiantil comunista era reconocida en el mundo entero. La disputa entre estas dos almas de la izquierda chilena también llegó al mundo artístico, donde emblemáticos conjuntos como Inti Illimani y Quilapayún aparecieron nuevamente divididos en sus internas a la hora de expresar apoyos a Boric y Jadue. A tal punto llegó el calor de los últimos días de campaña, que los dos candidatos de izquierda dejaron de lado su mantra del antineoliberalismo de “los 30 años” y fueron a coquetear con las bases del PS y el PPD.

En buena hora los candidatos de la izquierda chilena se mostraron los dientes ideológicos e hicieron de la primaria una instancia competitiva, no una farsa piloteada por los partidos políticos para negociar cupos parlamentarios o ministerios (a lo Nueva Mayoría). Una primaria competitiva debería estimular a los votantes para asistir a las urnas durante un fin de semana largo, en pleno invierno y aún en medio de la pandemia, algo no menor, considerando que las primarias serán medidas por la participación. En la primaria presidencial de 2017 acudieron a votar 1,8 millones de votantes, de los cuales 1,4 millones votó en la papeleta de la derecha y 330 mil en la papeleta del Frente Amplio (Bea-Mayol). Adivine quiénes no hicieron primaria ese año. 

Algunos conservadores piensan que disputar una primaria con dientes y muelas no es una buena estrategia, pues luego quedan heridos a quienes no se les logra sumar para la elección final. Más aún cuando las derrotas o triunfos son estrechos. Sin embargo, en esta primaria de las izquierdas chilenas hay algo más que una candidatura en disputa: se juega la identidad del sector para los años que vienen. Es decir, en esta primaria se medirán dos proyectos con posibilidad de gobernar al país en un contexto de cambio constitucional, pandemia, estallido social y una crisis económica que hará retroceder a muchas familias en sus condiciones materiales de existencia. Algo más: quienes gobiernen recibirán de inmediato el fuerte viento imperial de China, país del que depende nuestra economía.

Hasta ahora las fronteras ideológicas entre Jadue y Boric fueron subrayadas en aquellos temas que le interesan al votante de nicho: el estallido social en Cuba, los presos de la revuelta chilena, libertades individuales v/s rol del Estado, derechos sociales, luchas identitarias, conflicto en la Araucanía. En la franja televisiva, Jadue exhibió una estética que apela a la épica del estallido social, con más banderas mapuches que comunistas, historias de precariado y el mismo mostrándose el menos tiempo posible en pantalla (al parecer Jadue le resta a la campaña de Jadue). Por otro lado, Boric mostró una estética colorida, amistosa, sostenida en la política de la identidad y con él mismo como protagonista (imitación del Pato Donald incluida). Al ver la franja, uno podría concluir que Jadue es aquella izquierda viuda de la UP, con olor a pobreza y que gusta de las barricadas, mientras que Boric es líder de una coalición que llega para tomar el puesto de la vieja socialdemocracia chilena.

La tesis de las dos izquierdas es un cántico conocido en los círculos políticos y académicos (especialmente en América Latina); distingue entre una tendencia “pragmática”, “sensata” y “moderna” y otra “demagógica”, “nacionalista” y “populista”. El tema es que hoy ni siquiera da para hablar de dos izquierdas, pues se han dado por finalizados los puntos cardinales ideológicos (derecha-izquierda). Jadue y Boric saben que después del domingo vendrá el desafío de demostrar que sus ideas son atractivas, ya no sólo para su público de nicho (que de seguro habrá tocado algo de techo en la primaria) sino que para el actual Chile indómito, mismo que hace 4 años diera la Presidencia a Piñera y en la elección constituyente prefiriera a los independientes por sobre los partidos políticos. Un país que sale a las calles a protestar y minutos después va al Costanera Center a comprar.

Pero, antes de salir a seducir a estos chúcaros ciudadanos, Boric y Jadue deberán converger en un proyecto capaz de consensuar las ideas comunistas con las del Frente Amplio, un tema no menor considerando que La Habana tendrá un año movido.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.