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Celebrando con sentido el día del niño y de la niña

Por: Paloma Abett de la Torre y René Valdés | Publicado: 08.08.2021
Celebrando con sentido el día del niño y de la niña |
Existe una desproporción en el reparto de la carga de las tareas domésticas por sexo. Las niñas entre 5 y 9 años dedican un 30% más de tiempo que los niños a las tareas del hogar. La desigualdad crece a medida que las niñas se hacen mayores, ya que cuando cumplen entre 10 y 14 años le dedican un 50% más que los niños de su misma edad. Por eso no extrañan los resultados del estudio realizado por el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales (2020), que señala que el 57% de los hombres adultos no destina horas semanales al cuidado de niños y niñas y que un 40% destinó, además, 0 horas a la semana en actividades como cocinar, limpiar o lavar ropa. Podemos inferir que la situación para las niñas ha empeorado sustancialmente, pues durante la pandemia han debido enfrentar nuevas y mayores responsabilidades al interior de sus familias, acrecentado con ello la brecha de género y desigualdad.

Es agosto: un mes que, desde hace algunos años, se ha asociado con la celebración del niño y de la niña en Chile, formando incluso parte del calendario oficial. Entendemos que este día ha tenido un fuerte sentido comercial, pero también que ha sido una instancia para compartir y regalonear a las y los más pequeños de las familias. Por ello, como Grupo Interdisciplinario de Investigación y Transformación Educativa (GRIINTE) dedicados a temas de la niñez, no queremos perder la oportunidad de hablar de los niños y niñas, a raíz de esta fecha.

Si nos remitimos a la Convención de los Derechos del Niño, que nuestro país ratificó en el año 1990, es necesario destacar que el sistema internacional de promoción y protección de los derechos humanos reconoce como niñas y niños a todas las personas que tienen entre 0 y 18 años de edad. Por tanto, toda política pública abocada a este grupo debe contemplar acciones concretas de protección y cuidado para un conjunto de dimensiones relevantes que estos sujetos de derecho exigen. En primer lugar, en Chile cerca de 3,6 millones de niños, niñas y adolescentes (NNA) han visto perjudicado su proceso de aprendizaje debido a la pandemia. El Covid-19 ha acrecentado importantes brechas socioeconómicas, especialmente en el ámbito escolar. Según el Mineduc, si hasta el año pasado existían 186 mil NNA que habían abandonado sus estudios, este año se sumaron 40 mil que no se matricularon en ningún establecimiento.

En segundo lugar, hay que considerar las preocupantes cifras en relación a la inequidad de género. Según UNICEF (2016), existe una expresa desproporción en el reparto de la carga de las tareas domésticas por sexo. Las niñas entre 5 y 9 años dedican un 30% más de tiempo que los niños a las tareas del hogar. La desigualdad crece a medida que las niñas se hacen mayores, ya que cuando cumplen entre 10 y 14 años le dedican un 50% más que los niños de su misma edad. Por eso no extrañan los resultados del estudio realizado por el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales (2020), que señala que el 57% de los hombres adultos no destina horas semanales al cuidado de niños y niñas y que un 40% destinó, además, 0 horas a la semana en actividades como cocinar, limpiar o lavar ropa. Podemos inferir que la situación para las niñas ha empeorado sustancialmente, pues durante la pandemia han debido enfrentar nuevas y mayores responsabilidades al interior de sus familias, acrecentado con ello la brecha de género y desigualdad.

En tercer lugar, tenemos factores preocupantes relacionados con la salud mental de NNA. Según un estudio realizado con apoderados de estudiantes entre 4 y 11 años de edad por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Norte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (2020), durante el contexto de pandemia se deterioró la salud mental de NNA: las cifras señalan que un 24,6% se siente triste, un 29,5% no tiene ganas de hacer actividades (incluso las que les gustan), un 26,4% ha sufrido cambios de apetito y un 26,4% ha tenido problemas para conciliar el sueño durante la noche.

En cuarto lugar, y más allá de la pandemia y de las brechas socioeconómicas, tenemos que las y los NNA no son considerados sujetos políticos, tanto dentro como fuera de la escuela. Esto se demuestra a nivel macro, con el reciente veto presidencial a un nuevo sistema de garantías de los derechos de la niñez, pero también, a nivel micro, con la prevalencia de prácticas escolares adultocéntricas que afectan la voz y la participación estudiantil.

Todas las situaciones anteriormente expuestas son sólo algunas de las crecientes problemáticas que afectan a la infancia, y a las que tendrán que enfrentarse tanto las familias como las escuelas. Esperamos que se implementen procesos participativos, dialogantes y comunitarios para generar soluciones a estas problemáticas. Para esto debemos entender que las y los NNA son actores sociales que también se ven afectados por los cambios políticos y económicos que vive la sociedad, no están ajenos a las vicisitudes de su entorno y también experimentan las angustias, temores e incertidumbres frente a un contexto problemático.

Ante el debate con respecto al retorno a la presencialidad de las clases, como grupo de investigación y en base a la realidad que hemos visto en el caso de escuelas con estudiantes extranjeros, hacemos un llamado a las familias y al profesorado y al Ministerio de Educación a propiciar este proceso garantizando la salud, seguridad y bienestar de las y los NNA. Enfatizamos que el único espacio donde muchos NNA pueden ser tales es justamente en la escuela, pues en otros espacios se convierten en trabajadores, cuidadoras o jefas de hogar, vulnerando todos y cada uno de los derechos que la sociedad debe proteger y promover. Si la escuela es un espacio de encuentro, de socialización y de negociación de sentidos, entonces la escuela es además un proyecto de sociedad y por lo mismo se debe promover la participación estudiantil y el desarrollo de sujetos políticos conscientes de su lugar en la transformación del mundo que habitamos.

Invitamos a que este domingo 8 de agosto, muchos NNA efectivamente puedan celebrar, y que como país seamos capaces de mejorar las condiciones para que efectivamente nuestros niños, niñas y adolescentes puedan desarrollarse de manera plena y armoniosa en un ambiente de felicidad, amor y comprensión, tal como nos propone la Convención de los Derechos del Niño que Chile firmó hace más de 30 años.

Paloma Abett de la Torre y René Valdés
Investigadores del Grupo Interdisciplinario en Investigación y Transformación Educativa (GRIINTE)