¿Quién toma la posta del deporte?

Terminaron los Juegos Olímpicos y, tal como históricamente ha sucedido, volvemos a la incertidumbre respecto a qué sucederá con el deporte nacional, con sus deportistas y con aquellos que recién sueñan con llegar a desarrollarse al máximo nivel y representar a nuestro país. El gran problema es que por décadas, o tal vez en toda nuestra historia, jamás los detentadores del poder han considerado ni interiorizado el desarrollo deportivo como clave en la construcción de una sociedad sana, con valores e incluso con una relación positiva entre inversión versus gasto en prestaciones de salud, seguridad y por sobre todo cohesión social.

Estimar o esperar que exista una política publica deportiva de aquí a los próximos Juegos Olímpicos, para que produzca efectos o resultados reales en una década más, es más bien una expresión de deseo que de realidad, ello en consideración a que los/as candidaturas presidenciales en sus programas de gobierno poco o nada señalan y menos aun lo establecen como un pilar fundamental en la construcción social. Es así como la candidata Narváez sólo en 9 oportunidades ha mencionado la palabra deporte, pero ni siquiera lo considera en un área de trabajo ni desarrolla propuesta alguna. La candidata Provoste nada dice al respecto. Del candidato Maldonado no es posible siquiera conocer qué piensa o proyecta al respecto. Los únicos que desarrollan el área y presentan propuestas respecto de políticas públicas deportivas son los candidatos Boric y Sichel, lo cual ya es un avance, mas nada dicen respecto de su presupuesto, importancia y menos aún la relación con proyectos o programas tan importantes e internacionales como la Agenda 2030 de la ONU, o el “deporte para el desarrollo”.

Con esta precariedad, y constante intrascendencia del deporte como constructor de sociedades y como polo de desarrollo económico e incluso diplomático (ver caso australiano), es que al parecer el ultimo eslabón en el cual podemos volcar nuestras esperanzas es en los municipios. Es así como las municipalidades, y su precaria pero extensa infraestructura (considerando escuelas abiertas, su relación con los clubes barriales y la directa interacción con los/as vecinos), nos permitirían desarrollar una política deportiva con impacto directo y con resultados naturales en cuanto a acrecentar de manera cuantitativa y cualitativamente la base de personas que realizan deportes, tanto recreativamente, como buscando el alto rendimiento futuro, es decir un semillero natural.

La esperanza está hoy en el apoyo y política directa que pueden realizar los municipios con sus clubes deportivos barriales, en la creación de cientos de ellos, en el fortalecimiento de los existentes, en la creación de competencias barriales e intermunicipales, como también en la focalización de deportes según sus realidades geográficas y de infraestructura. Los municipios pueden desarrollar una política deportiva que cambie el actual modelo de desarrollo deportivo, si es que existe realmente, tan precario e intrascendente en la política publica nacional. A su vez será urgente en este año y en los próximos hacerse cargo de la salud mental que en pandemia y cuarentena se ha profundizado en cuanto a su problemática, siendo la práctica deportiva una actividad fundamental en su prevención y remedio.

Al menos por esta parte, la esperanza está en estos nuevos líderes comunales que tienen la oportunidad de trabajar con su comunidad y construir una realidad con menos violencia, mas seguridad y por sobre todo mas sana tanto física como psicológicamente.

El llamado es a los municipios de Maipú, San Miguel, Pudahuel, Estación Central, Quinta Normal, Renca, Recoleta y muchos mas a cambiar el paradigma de estimar la inversión en deportes sólo como gasto y mirar la realidad comparada, es decir el deporte como modelo de desarrollo social e incluso económico de sus comunidades, las cuales llevan décadas o toda la vida esperando que sus lideres los ayuden a vivir mejor y no sólo sobrevivir.