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Participar de la vida cultural: cuestión de derechos y gestión

Por: Fabiola Leiva Cañete | Publicado: 24.08.2021
Participar de la vida cultural: cuestión de derechos y gestión Cines en pandemia |
En pleno proceso constituyente, debatir sobre los derechos culturales implicará debatir y tomar acuerdos que superen el acceso cultural (gran aliado del eje democratizador de la cultura), y abordar la creación y sus derechos de propiedad, la protección y la promoción cultural. Así también, y con amplios acuerdos sociales de reconocimiento histórico y cultural —ad portas, esperamos de una plurinacionalidad inscrita—, las materias de memoria y diálogo intercultural parecen irrebatibles, y las vinculaciones entre cultura y naturaleza muy debatibles.

Hemos vivido unos insospechados años 20, nuestra vida cambió profundamente. Han sido tiempos complejos para todas las comunidades. Muchas de nuestras prácticas culturales y sociales han sostenido convivencias y sobrevivencias: ollas comunes, colectivos de consumo, espacios de cuidado físico y emocional, nuevas plataformas de circulación de contenidos, procesos creativos y artísticos. En suma, nuevas formas de intercambiar y entretenernos han sido parte sustantiva de nuestra vida cultural. Hoy la fraternidad, la solidaridad, la economía social, la creatividad, la conversación y los pequeños encuentros —especialmente de la mano de la tecnología y lo digital— han cambiado nuestra forma de percibir el mundo y la cultura cotidiana.

En medio de este proceso, y de manera similar en muchos países, el sistema cultural —sus actores y procesos de gestión— han sido muy afectados. En él, la cultura como espacio simbólico, de expresión y convivencia —como “forma en la que le damos significado a nuestras vidas y entendemos nuestro entorno, natural y construido, como personas y como grupos”—, requiere entonces de gestión, políticas y acciones que empujen no sólo su acceso pasivo, sino su participación efectiva, desde un trabajo cultural, que reclama urgente por otras reglas del juego para salir de la precariedad, que se asentó en las últimas décadas desde un modelo de desarrollo desigual, donde “cultura” terminó por amplificar las mismas desigualdades. Participar de la vida cultural atiende entonces un asunto de derechos y unas muchas cuestiones de gestión, en condiciones de igualdad y no discriminación, reconociendo y resguardando la diversidad cultural y creativa.

Si la vida cultural es la forma que trazamos y recorremos nuestra vida común, esa ruta requiere reconocerse y garantizarse como un derecho. Los derechos culturales, parte de los derechos humanos (Art. 27 Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), justamente buscan resguardar aquello: “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten” y “su promoción y respeto cabales son esenciales para mantener la dignidad humana y para la interacción social positiva de individuos y comunidades en un mundo caracterizado por la diversidad y la pluralidad cultural” (artículo 15, párrafo 1 a), del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).

En pleno proceso constituyente, debatir sobre los derechos culturales implicará debatir y tomar acuerdos que superen el acceso cultural (gran aliado del eje democratizador de la cultura), y abordar la creación y sus derechos de propiedad, la protección y la promoción cultural. Así también, y con amplios acuerdos sociales de reconocimiento histórico y cultural —ad portas, esperamos de una plurinacionalidad inscrita—, las materias de memoria y diálogo intercultural parecen irrebatibles, y las vinculaciones entre cultura y naturaleza muy debatibles.

De la mano del marco de derechos, es necesario avanzar en una gestión cultural transformadora que ponga en acción un eco-sistema que nos incluya a todas, todos y todes en un planeta tierra que, ya sabemos, ha puesto en riesgo su propia sobrevivencia. Por esta vía, un eco-sistema cultural renovado puede lograr impactos en los contenidos y en las diversas formas de organización, financiamiento y gobernanza de la cultura que genere cohesión, bienestar y buen vivir.

Esta y otras visiones serán parte del Seminario virtual de Gestión y Políticas Culturales #participardelavidacultural que se realizará el miércoles 25 y jueves 26 de agosto. Este espacio de debate es organizado desde la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, a través de su área de Gestión Cultural, en colaboración con el Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile. Todas, todos y todes pueden participar de este espacio de debate que se compartirá en vivo.

Fabiola Leiva Cañete
Investigadora y gestora cultural, directora del Gestión Cultural de la Universidad Católica de Valparaíso.