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Pandemia, ciencia y universidades

Por: Marcelo Cortez | Publicado: 30.09.2021
Pandemia, ciencia y universidades |
La ciencia que se alberga principalmente en nuestras universidades, y que está permitiendo pensar que pronto saldremos de este aprieto gracias a las ansiadas vacunas, también está en crisis en nuestro país. El Estado de Chile, que se enorgullece de sus instituciones y que recientemente creó su Ministerio de Ciencias, sorprendentemente sólo dispone del 0,38% de su producto interno bruto (PIB) a la Investigación y Desarrollo (I+D) cuando, por otro lado, para Defensa dispone del 1,6% del PIB. Estas duras cifras y los casi dos años de pandemia deben llevarnos a reflexionar si las prioridades –nuestras prioridades, las de la ciudadanía– están bien establecidas.

Han transcurrido casi dos años del surgimiento de la Covid-19, enfermedad causada por un nuevo coronavirus denominado Sars-Cov-2, virus emergente con la capacidad de causar una crisis mundial con más de 4 millones y medio de personas fallecidas, cifras que en Chile ascienden lamentablemente a cerca de 48 mil entre casos comprobados y probables.

En este escenario nuestra sociedad debió adaptarse para sobrellevar este duro periodo, pero en las universidades, instituciones destinadas a la formación de personas, a la creación de conocimientos, no sólo tuvimos que adaptarnos; también respondimos con iniciativas innovadoras, como fue la red de laboratorios de diagnóstico universitario que, a lo largo de Chile, dispusimos de equipos humanos e infraestructura para aportar con la estrategia de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento (TTA) impulsada por el gobierno. Ante este escenario catastrófico, las universidades dispusieron a sus académicos/as y expertos/as a aportar en el ámbito sanitario y también con ideas y estudios destinados a mitigar el impacto social y económico que se produjo.

Ahora, una vez más, nuestras universidades responden al llamado de las autoridades poniéndonos a disposición para apoyar la necesaria Vigilancia Genómica del Sars-Cov-2, ante los efectos que la llegada de nuevas variantes virales como Delta y Mu pudieran traer, iniciativa a la que la Universidad de Santiago de Chile también se sumó con un laboratorio de secuenciación altamente especializado. Es importante destacar que todas esas capacidades son producto de décadas de esfuerzo mancomunado entre académicos, funcionarios y estudiantes que conformamos instituciones complejas con la necesidad de un constante apoyo estatal.

Sin embargo, la ciencia que se alberga principalmente en nuestras universidades, y que está permitiendo pensar que pronto saldremos de este aprieto gracias a las ansiadas vacunas, también está en crisis en nuestro país. El Estado de Chile, que se enorgullece de sus instituciones y que recientemente creó su Ministerio de Ciencias, sorprendentemente sólo dispone del 0,38% de su producto interno bruto (PIB) a la Investigación y Desarrollo (I+D) cuando, por otro lado, para Defensa dispone del 1,6% del PIB. Estas duras cifras y los casi dos años de pandemia deben llevarnos a reflexionar si las prioridades –nuestras prioridades, las de la ciudadanía– están bien establecidas.

Las crisis sanitarias, medioambientales, económicas y sociales exigen de soluciones urgentes, requieren de Educación, Ciencia y Cultura, y para eso una vez más las universidades estaremos a disposición cumpliendo con nuestro rol social. En ese contexto, junto a la discusión de una nueva Constitución, no desperdiciemos la oportunidad que tenemos de relevar la ciencia y las universidades estatales al lugar que se merecen.

Marcelo Cortez
Director del Departamento de Biología de la Universidad de Santiago de Chile.