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Triunfo socialdemócrata alemán: ¿“Programa Futuro” o más “merkelismo”?

Por: Juan Manuel Reveco del Villar | Publicado: 03.10.2021
Triunfo socialdemócrata alemán: ¿“Programa Futuro” o más “merkelismo”? Olaf Scholz |
Si el eventual gobierno socialdemócrata de Scholz solamente muestra su cara merkeliana, entonces desaprovechará esta insospechada oportunidad de cambiar el evidente “algo va mal” en la socialdemocracia por una reorientación estratégica que retome aquella firme y ambiciosa idea socialdemócrata de construir una sociedad más justa e igualitaria en el marco de la democracia liberal. Este cambio podría inspirar a otros partidos y líderes de otras latitudes que se reconocen en una amplia identidad democrático-socialista, y en el Estado de Bienestar como ideal civilizatorio, incluido Chile.

Siendo el SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands) el partido más votado en las recientes elecciones federales de Alemania, la vieja socialdemocracia alemana –el partido que surgió en 1875 después de la fusión del partido de Ferdinand Lassalle con el partido de August Bebel y Wilhelm Liebknecht y que luce como el más antiguo de Alemania– aparece con posibilidades de volver a la Cancillería alemana que perdió en 2005. En efecto, después de 16 años de estar ya como socio minoritario en la gobiernista “Gran Coalición” (Grosse Koalition o Groko) con la derecha conservadora CDU de Angela Merkel y su socia la CSU (Partidos de la Unión) o bien en la oposición, el SPD se encuentra legitimado para formar gobierno y ganar la Cancillería para Olaf Scholz. Aunque la Unión no ha descartado oficialmente su derecho a formar gobierno a pesar de estar por debajo del SPD y con una votación que la llevó a su peor resultado histórico.

Gracias a la popularidad de Scholz, estas elecciones han permitido un sorpresivo remonte electoral del SPD y pareciera ser que la “vieja tía” socialdemócrata, que caminaba de elección en elección hacia su irrelevancia, hoy sí “está de vuelta”. Lo cierto es que a mediados del año los sondeos electorales ubicaban a la socialdemocracia en el tercer lugar con el 14% de la intención de voto, por debajo de los democristianos/socialcristianos y los verdes, haciéndose entonces muy difícil advertir el actual escenario de resurrección electoral socialdemócrata: de fuerza política desorientada y cansada, que vivía desde hace tiempo una «crisis existencial» (Felix Butzlaff y Robert Pausch), sin poder reclamar para sí una «misión histórica especial» (Franz Walter), y asolada por una «crisis de confianza y aceptación» por parte del electorado alemán (Stephan Meise), a ser la fuerza política más votada en las recientes elecciones federales que posiblemente logre formar gobierno con otros partidos y elevar al persistente Scholz a la Cancillería. Por cierto, todavía muy cerca de los mínimos históricos de 2017 (20,5% de los votos) y muy por debajo de los números que en su momento llevaron a Willy Brandt, Helmut Schmidt y Gerhard Schröder a la Cancillería.

Se trata, para el SPD, de regresar al gobierno desde la controvertida era del canciller federal Gerhard Schröder (1998-2005) y su desacreditada Tercera Vía que en Alemania tomó el nombre de Neue Mitte (“Nuevo Centro”), gobierno que implementó la Agenda 2010 y las leyes Hartz, un enorme paquete de regresivas reformas del Estado de Bienestar y del mercado laboral alemanes, causantes, sin duda, del impactante y agudo declive electoral del SPD y de la enorme pérdida de militantes y simpatizantes entre vastos sectores de trabajadores, sindicatos y clases medias, incluso la del ex presidente del partido Oskar Lafontaine, que lo abandonó formando junto a otros socialdemócratas y sindicalistas la plataforma política Trabajo y Justicia Social-La Alternativa (WASG), a la izquierda del SPD, y que junto al poscomunista PDS terminaron dando nacimiento al Partido de la Izquierda (Die Linke) en 2007. Se trata, para el SPD, de volver a la Cancillería después de sufrir los amargos estragos electorales a que le condujo su participación en la “Gran Coalición” con Angela Merkel como canciller, totalmente mimetizado con la derecha conservadora, implementando políticas impropias de su raigambre progresista, desgastándolo y sometiéndolo a una crisis de tal envergadura que parecía que “no quería existir” (Holger Fuss).

Curiosamente ha sido Scholz, un “centrista” en el partido, un viejo conocido de Schröder de quien  fue su ministro federal de Trabajo y Asuntos Sociales, actual vicecanciller y ministro federal de Finanzas de Merkel, apoyado por una pragmática dirigencia de izquierda y por el ex líder de la juventud socialista del SPD, quienes se oponían a la continuación de la Groko y que finalmente  pactaron una tregua interna con los centristas y el ala de derecha del partido, los Seeheimer, que daban patrocinio al candidato Scholz, quien ha logrado unir al SPD tras un programa electoral, el “Programa Futuro”, logrando ser visto por el electorado como un candidato competente y fiable por sobre sus débiles competidores. Un candidato que políticamente genera una “sensación de estar en buenas manos”, según el copresidente de su partido, que eventualmente permita a la socialdemocracia alemana no solamente llegar a la Cancillería sino que también pasar a fortalecer y liderar a las alicaídas fuerzas políticas socialdemócratas que hoy gobiernan en Europa: España, Dinamarca, Finlandia, Malta, Portugal, Suecia y recientemente Noruega, donde los laboristas acaban de ganar las elecciones después de ocho años de gobierno conservador. Para el recuerdo quedan los buenos y “gloriosos” tiempos en que la socialdemocracia y su poderoso Estado de Bienestar campeaba en toda Europa.

Por delante vienen las conversaciones exploratorias y posteriormente las largas negociaciones para formar la coalición de partidos que gobernará Alemania. Habiendo acontecido un tremendo decaimiento electoral de los dos grandes partidos populares, el SPD y la CDU/CSU, y estando excluida la posibilidad de pactar una nueva “Gran Coalición”, el próximo gobierno estará constituido por tres partidos. Para el SPD está descartada una alianza de gobierno con los Verdes y la Izquierda, que el candidato socialdemócrata nunca desechó, pero que no logra la mayoría necesaria para gobernar. Alianza que agitaba las aguas entre los Partidos de la Unión, quienes desataron una campaña contra esta posible coalición con los poscomunistas y ex socialdemócratas, llamada campaña de las “medias rojas” (rote socken). Así las cosas, lo más probable es que la alianza que prospere sea la socialdemócrata, ecologista y liberal. Esto, sin perjuicio de lo que intenten los conservadores con Die Grünen y con el FDP.

En este de marco de futuras negociaciones de coalición, la pregunta crucial que cabe hacerse es si el renacido SPD, el “partido popular de izquierda” (como lo designa el Programa de Hamburgo del SPD de 2007, el partido cuyos valores básicos son la libertad, la justicia y la solidaridad) logrará imponer su progresista Zukunftsprogramm, programa que tiene un fuerte énfasis en la justicia social y laboral, en el Estado de Bienestar, ese “socio del pueblo”, dejando atrás las leyes Hartz IV y avanzando en la protección climática o en la búsqueda de consensos con los otros partidos, especialmente con los liberales del FDP, y bajo la idea de estabilidad y seguridad hará tantas postergaciones programáticas que otra vez se quedará bajo la órbita de una suerte de  merkelismo pero esta vez sin Merkel. “Cuanto más lejos estén de los valores y prioridades propios, más dolorosas pueden ser estas postergaciones” (Svenja Blanke).

Quizás la custodia del programa corra por cuenta de Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, la dirección de izquierda del SPD, incluido Kevin Kühnert, el ex líder de los izquierdistas jóvenes socialistas del partido (los Jusos) y la presión de las bases. Si acaso logran que Scholz haga un gobierno orientado al Estado de Bienestar, defensor de la justicia social, de los trabajadores, del precariado y de las clases medias y con un urgente acento en la protección climática –un desafío inmenso–, entonces la socialdemocracia alemana y europea se robustecerá, la “crisis de la socialdemocracia” empezará a quedar atrás, saldrá de su contracción electoral e impotencia frente al neoliberalismo y sus efectos antisociales que se arrastran desde hace décadas, ya que el carácter paradigmático del SPD es un dato duro en la historia de la socialdemocracia europea, haciendo que los actuales equilibrios políticos en la Unión Europea tengan que redefinirse. Por el contrario, si el eventual gobierno socialdemócrata de Scholz solamente muestra su cara merkeliana, entonces desaprovechará esta insospechada oportunidad de cambiar el evidente “algo va mal” en la socialdemocracia por una reorientación estratégica que retome aquella firme y ambiciosa idea socialdemócrata de construir una sociedad más justa e igualitaria en el marco de la democracia liberal. Este cambio podría inspirar a otros partidos y líderes de otras latitudes que se reconocen en una amplia identidad democrático-socialista, y en el Estado de Bienestar como ideal civilizatorio, incluido Chile.

Juan Manuel Reveco del Villar