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El Principio de Incompetencia

Por: Artemio Espinosa | Publicado: 06.10.2021
El Principio de Incompetencia |
No podemos seguir jugando con la educación sin antes tener capacitación. Es necesario quebrar el paradigma y formar a los docentes y directivos con calidad. No se puede seguir vendiendo humo respecto a las tecnologías educativas e invertir millones de dólares en equipamiento que quedará estacionado o no rendirá su máxima capacidad por culpa de lo que señala Laurence Peter: la incompetencia.

Así comienza El Principio (de Incompetencia) de Peter, un clásico en la literatura del management: “Cuando yo era pequeño, se me enseñaba que los hombres de posición elevada sabían lo que hacían. Se me decía: ‘Peter, cuanto más sepas, más lejos llegarás’. Así, pues, continué estudiando hasta graduarme y, luego, entré en el mundo aferrado firmemente a estas ideas y a mi nuevo título académico. Durante mi primer año de enseñanza, me sorprendió descubrir que numerosos maestros, directores de escuelas, inspectores e interventores parecían ser indiferentes a sus responsabilidades profesionales e incompetentes para el cumplimiento de sus obligaciones. Por ejemplo, la preocupación principal de mi director era que todas las persianas se hallaran al mismo nivel, que hubiera silencio en las aulas y que nadie pisara ni se acercara a los rosales”.

El año 1969 Laurence Peter, catedrático de Ciencias de la Educación de la Universidad del Sur de California, escribe un libro llamado El Principio de Peter, donde afirmaba que habitualmente las personas que desarrollan bien sus trabajos son ascendidas a puestos con más responsabilidades, hasta el punto en que en el puesto al que llegan no son capaces de realizar el trabajo, ni siquiera son capaces de formular los objetivos de ese trabajo, alcanzando su máximo nivel de incompetencia. El Principio (de Incompetencia) de Peter aplica en todas partes y habitualmente lo podemos ver en nuestros trabajos. En Chile tenemos un refrán popular que reza: «El que sabe, sabe, y el que no, es jefe». Pero, más allá de lo divertido del refrán, ¿cuántos de nosotros hemos sufrido con jefes que no saben hacer la «pega» y que, a vista de todos sus trabajadores, cometen errores? ¿Cuántas veces hemos visto que nuestros jefes abusan del poder, maltratan o simplemente despiden a trabajadores que son más eficientes que ellos? ¿Alguna vez han notado que sus jefes manipulan o controlan la información para, de esa forma, tener mayor control sobre sus subalternos? ¿O cuántas veces vemos que nuestros jefes dividen para gobernar, justamente debido a la incapacidad de liderar un trabajo que no saben hacer?

Según Peter, las empresas comienzan a contratar más personal para cubrir la incompetencia de sus jefes, logrando ser eficientes momentáneamente, hasta que de nuevo son ascendidos a su nivel de incompetencia, y la bolita vuelve a correr. Así como en la empresa en general, lo mismo pasa en los centros educativos que, muchas veces, tendrán gente incompetente en cargos de responsabilidad, que toman decisiones irresponsables respecto a sus profesores o que simplemente, porque sabe encender un PC y abrir el email, cree que es fácil utilizar medios tecnológicos para educar. No basta con tener tecnología disponible para que un profesor la utilice eficientemente. Muchas veces las inversiones millonarias en tecnología en las escuelas terminan en la basura debido a la incapacidad de los directivos de utilizar esos recursos con habilidad. Otras tantas, los recursos llegan desde afuera, por personas que toman decisiones desde una oficina, sin siquiera conocer la realidad de la escuela a la que beneficiarán. Se debe quebrar el Principio de Peter a través de la capacitación docente y la contratación de personal que esté preparado para hacer bien el trabajo, no solo en las escuelas, también en las corporaciones de educación de los municipios.

Pero, por otro lado, es inmoral aceptar cargos para los que no estamos preparados, sobre todo en educación, donde los afectados son los estudiantes directamente. Claro que muchas veces, frente a la oportunidad de ascender y ganar un mejor sueldo, no somos capaces de decir que no a una oportunidad que se nos presenta. Es por esto que es sumamente importante que cualquiera de nosotros, antes de hacerse cargo de algo que cree manejar bien, sea consciente y analice con sinceridad cuáles son sus capacidades al respecto y, de no tenerlas, correr a formarse para que efectivamente la educación que se entregue sea de calidad.

En los años 90 llegaron a las aulas las llamadas TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Se dijo que cambiarían el paradigma de la educación al prestar servicios educativos que complementarían al profesor. Sin embargo, exceptuando a algunos docentes que las utilizan de buena manera, terminaron sirviendo para que el profesor fotografiara el libro de estudio y lo proyectara sobre el pizarrón. Los que nos dedicamos a la educación hemos visto, penosamente, bodegas de escuelas llenas de tabletas y PC embalados que no han sido utilizados. Vemos proyectores de video llenándose de polvo colgados en las salas, o pizarras interactivas que se usan como pizarras tradicionales y ni siquiera están enchufadas.

No podemos seguir jugando con la educación sin antes tener capacitación. Es necesario quebrar el paradigma y formar a los docentes y directivos con calidad. No se puede seguir vendiendo humo respecto a las tecnologías educativas e invertir millones de dólares en equipamiento que quedará estacionado o no rendirá su máxima capacidad por culpa de lo que señala Laurence Peter: la incompetencia.

Artemio Espinosa
Comunicador audiovisual y licenciado en Educación. Director del largometraje “Residencia”.