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Crianza responsable y la necesidad de la tribu

Por: Marcela Crisóstomo | Publicado: 07.10.2021
Crianza responsable y la necesidad de la tribu |
Necesitamos compañía. Está en nuestro ADN, en nuestra memoria ancestral. Durante millones de años de historia humana las mujeres maternamos en tribu. Y es cosa de ver la evolución de la especie para comprender el trasfondo de lo que la modernidad ha generado en nuestras maternidades: cada vez más soledad.

¿En qué piensas si te digo “la tribu”? Dependiendo de tu cultura, edad, nivel de estudios, curiosidad, o del contexto socioeconómico en que te desarrolles, te imaginarás cosas tales como “formas de agrupación de los seres humanos”, “maneras de convivir de los aborígenes”, “personas del continente africano” o “estilos de vivir con prácticas básicas sin acceso a tecnologías como las conocemos actualmente”.

La verdad es que todavía hay quienes asocian la idea de tribu a alguien que posee costumbres salvajes o personas de bajo nivel cultural o económico. Sin embargo, si revisamos la definición de tribu encontraremos que se trata de una agrupación o asociación social y política propia de pueblos primitivos, integrada por quienes comparten un origen, lengua, costumbres y creencias. Siguiendo esta descripción, podría ser cualquier agrupación de personas, desde una familia -sin importar cuál sea su concepción- hasta un país, continente o conglomerado de naciones que tenga intereses comunes.

Si llevamos este concepto a la crianza de nuestros niños y niñas -entendidos como la infancia en el mundo-, encontraremos los beneficios de criar en compañía, entre los que se encuentran una menor probabilidad de depresión postparto y una predisposición mayor al contacto, vínculo y cariños hacia el recién nacido, entre otros. De ahí que el proverbio africano “para criar a un hijo hace falta toda la tribu” cobre mucho sentido hoy, cuando nos hemos quedado sin compañía, sin la tribu de mujeres de la familia, hermanos mayores o vecinas que, hasta no mucho tiempo atrás, apoyaban la crianza. La sociedad nos ha ido alejando de nuestros instintos y de la capacidad de reflexión e introspección que genera el clan. ¿Cómo hemos lidiado con eso?

Necesitamos compañía. Está en nuestro ADN, en nuestra memoria ancestral. Durante millones de años de historia humana las mujeres maternamos en tribu. Y es cosa de ver la evolución de la especie para comprender el trasfondo de lo que la modernidad ha generado en nuestras maternidades: cada vez más soledad.

Cada mujer hace lo mejor que puede siendo madre. Hoy la información suele ser mucha y, en ocasiones, disonante, muy estricta en los conceptos sobre la maternidad o idealizadora de una crianza que dista de la experiencia que viven muchas gestantes y cuidadoras. Esto nos deja expuestas a la frustración y la depresión, pues no hay quien acompañe desde la realidad o a quién acudir para comprender y aterrizar todo lo leído.

Repetimos patrones automáticos, inconscientes. Tratamos de enmendar lo que consideramos errores o de imitar a nuestras madres, pero cada maternidad es diferente porque las personas somos diversas. En esta constante búsqueda, las manos amigas pueden ser las mejores aliadas para no sentirnos tan solas, incomprendidas o locas. Cuando maternamos contenidas por la tribu -entendiéndose como mi entorno similar, mi entorno comprensivo- empezamos a mirarnos a nosotras mismas y las demás de una manera distinta. Nos vemos como mujeres fuertes y valientes.

Debemos aprender a buscarnos y acercarnos, a poner límites a los entornos hostiles, críticos y demasiado opinantes. Así sabremos dónde, cómo y a quién pedir ayuda para salir del síndrome de la chica súper poderosa y asumirnos como seres humanos perfectamente imperfectos. Qué sanador puede llegar a ser pedir y recibir ayuda explícita o la contención espontánea de otra persona.

También será beneficio para niños y niñas contar con una tribu, ya que son esos primeros contactos con otros los que generan la sociabilidad que irán desarrollando durante toda su vida. Ahora que la pandemia ha transformado nuestro sentido de comunidad, es cuando debemos recuperar los espacios protectores desde nuestra familia, amigos, vecinos, escuela, consultorios o centros de desarrollo locales.

Marcela Crisóstomo
Psicóloga.