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Opinión

24 de octubre, Día de las Naciones Unidas

Por: Edgardo Condeza Vaccaro | Publicado: 24.10.2021
24 de octubre, Día de las Naciones Unidas |
El trabajo de las Naciones Unidas ha sido y es fundamental. Pero tiene que avanzar. En estos 76 años, como una red gigantesca, la globalización económica privada internacional ha cubierto y copado, envuelto y aprisionado el mundo. Es cada vez más urgente liberar la globalización recuperando los principios y valores universales expresados desde los inicios de las Naciones Unidas.

Hace 76 años, con la decisión de que nunca más se repitiera el horror, los muertos (que se estima en 50 millones), el sufrimiento y la destrucción que dejó la Segunda Guerra Mundial, representantes de 50 países –entre ellos Chile– se reunieron para redactar la Carta de las Naciones Unidas. Hoy forman parte de ellas 193 países. Existía un precedente. En 1919, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, 46 países –entre ellos Chile– organizaron un primer organismo internacional, la Sociedad de las Naciones, cuyo objetivo explícito era no permitir más guerras.

La Carta comienza con: “Nosotros, los Pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad. Y con tales finalidades, a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza armada sino en servicio del interés común y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso internacional de todos los pueblos…”.

La ONU, Premio Nobel de la Paz (2001), ha creado organismos y agencias especializados que han permitido paliar penurias, dolores, ha aliviado la vida de muchos centenares de millones de personas durante estos 76 años. Como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial del Trabajo (OIT); la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados; la Agencia de las ONU para los Refugiados (ACNUR); el Fondo de las Naciones Unidas para la Defensa de la Infancia y Adolescencia (UNICEF); Fuerza de Paz de la ONU; el Instituto de las UN de Investigación sobre el Desarme (UNIDIR); la Organización de las NU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); el Programa del Medio Ambiente (PNUMA), con sus científicos alertando incansablemente a nivel internacional sobre los problemas ambientales; la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAC); el Programa Mundial de Alimentos, por sus esfuerzos en combatir el hambre en el mundo y especialmente “evitando el uso del hambre como arma de guerra” en zonas de conflicto.

Sin embargo, también es necesario que la ONU modifique su accionar. Por ejemplo, cambiar el funcionamiento de organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, muy criticados por personas como el Premio Nobel Joseph Stiglitz –que trabajó en y con ellos–, por no asumir los objetivos verdaderamente humanitarios y de ayuda a países con graves problemas económicos para los que fueron creados, y por preocuparse más de exigir de esos países obligaciones financieras que los empobrecen aún más.

Por otra parte, si bien es cierto que dentro de la Asamblea General cada país aporta con un voto, está estipulado que decisiones fundamentales como la utilización de la fuerza internacional necesita del Permiso del Consejo de Seguridad. Y basta que cualquiera de los cinco países que tienen condición de miembros permanentes en ese Consejo se oponga (EE.UU., China, Francia, Reino Unido y Rusia) para que, sea cual sea la resolución de la asamblea, ella pueda ser vetada por solo uno de esos países. Es este un ordenamiento antidemocrático que debe modificarse.

El informe del SIPRI de 2020 señala que el gasto militar mundial creció en 2019 hasta los 1.917.000.000.000 dólares y que esta cifra representa un incremento de 3,6% desde 2018. Este monto equivale a 200.000 pesos chilenos de cada uno de los 7.700 millones de habitantes del mundo. Es evidente que estos montos, absolutamente desquiciados, niegan los valores y principios de las Naciones Unidas. Paralelamente, la FAO informa que para erradicar el hambre en el mundo hacia el año 2030 en forma sustentable (considerando las inversiones e instalaciones necesarias para que sea permanente la capacidad de reproducir la alimentación para los 800 millones de personas que padecen hambre en el mundo actualmente) se necesitan 267.000 millones de dólares anuales, o sea, 7 veces menos que el gasto militar anual. La contradicción que salta a la vista es que, si las Naciones Unidas impusieran el fin de ese gasto militar mundial, podría no sólo dirigir recursos para eliminar el hambre universal sino también alcanzaría para educar los 300 millones de niños que no están escolarizados, según UNICEF, los 20 millones de niños en el mundo que no reciben las vacunas vitales de sarampión, difteria y tétanos según la OMS, y tantas cosas más (como la falta vacunas en la actual pandemia que debieran ser gratuitas para todos los habitantes del mundo).

El trabajo de las Naciones Unidas ha sido y es fundamental. Pero tiene que avanzar. En estos 76 años, como una red gigantesca, la globalización económica privada internacional ha cubierto y copado, envuelto y aprisionado el mundo. Es cada vez más urgente liberar la globalización recuperando los principios y valores universales expresados desde los inicios de las Naciones Unidas.

Hace 35 años, en Chile, cuando pocos hablábamos de la necesidad de establecer plebiscitos ciudadanos, se nos consideraba un poco como si hubiéramos perdido el juicio. Sin embargo, el domingo 25 de octubre de 2020 fuimos a votar en un plebiscito impuesto gracias al sentido común y las movilizaciones de millones de chilenos y chilenas. Es necesario que las Naciones Unidas deben ponerse al día en las tareas globales internacionales; en temas como plebiscitos universales de los pueblos (especialmente antes del comienzo de guerras, porque no son quienes las definen quienes sufren y mueren).

En la Unión Europea ya se practica el Plebiscito Transnacional:

  1. En la disminución del gasto militar y el desarme; y en el fin de los paraísos fiscales.
  2. En impuestos universales para cubrir las necesidades básicas de gran parte de la humanidad que no pueden esperar.
  3. En la creación de una moneda mundial destinada a concretar inversiones indispensables para tareas de supervivencia y apremiantes.
  4. En conformar un Fondo Social Mundial en esa moneda.
  5. En decisiones universales sobre el cambio climático, atendiendo a las definiciones de los científicos y no a intereses privados.
  6. En una planificación racional del futuro del planeta.
  7. Avanzar con la perspectiva futura, aún lejana, de la conformación de un solo Gobierno Mundial.

¿Quién sino la ONU puede hacer los cambios? Es la esperanza de los 7.700 millones que habitamos el planeta.

Edgardo Condeza Vaccaro
Médico, ex parlamentario. Fundador del Movimiento por la Consulta y los Derechos Humanos.