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Inestabilidad

Por: Vicente Castillo Quer | Publicado: 07.11.2021
Inestabilidad Sebastian Depolo | Agencia Uno
En todos los ámbitos de la vida los momentos de inestabilidad son también momentos de oportunidad. Ocurre en la política y en el país, pero también ocurre en la vida privada de cada uno de nosotros. Todos conocemos la incertidumbre y lo incómoda (e incluso dolorosa) que puede ser, especialmente cuando estamos viviendo momentos personales de cambio profundo, como una separación o un cambio de carrera y/o trabajo. Son momentos en los que el miedo está a flor de piel. Pero, aunque no nos guste sentirlo, el miedo es necesario. Nos hace ser precavidos y pensar 2 veces antes de actuar. Lo que no podemos dejar que nos haga es paralizarnos y dejarnos parados exactamente donde estamos, sin actuar, en esa relación, en esa carrera, en ese trabajo o en este modelo de sociedad, que, aunque nos tiene descontentos, es lo que conocemos.

Hay pocas palabras que provoquen en la población tanto miedo y ansiedad como la palabra “inestabilidad”. Y es que la declaración realizada por Sebastián Depolo (RD) a El Mercurio en la que señaló que el programa presidencial de Gabriel Boric le meterá inestabilidad al país no fue la más acertada en un momento en el que lo que todos los políticos buscan transmitir calma y confianza en la población. Luego de la polémica, y tratando de apaciguar la situación, tanto él como Boric y algunos miembros de Apruebo Dignidad, salieron a declarar que los dichos de Depolo habían sido un error. Pero ¿cuál fue el error exactamente? El error fue hablar de inestabilidad tan abiertamente y con tanta ligereza, a pesar de hablar con la verdad y sabiendo lo amarillistas que son los medios de comunicación. Porque lo que Sebastián Depolo dijo es la verdad, ¿y no es eso lo que la población viene pidiendo hace tanto tiempo?

Que el lector no se equivoque: esta columna no es para atacar el programa de Gabriel Boric, sino que, al contrario, es para reivindicarlo y reivindicar el papel de la inestabilidad, en la política y en la vida en general, que sí tiene un papel que jugar y uno fundamental.

¿Qué esperaban todas esas personas que en 2019 apoyaron las demandas del estallido social y todo ese 80% que votó a favor del Apruebo por una nueva Constitución? ¿Creían que luego del Apruebo vendría inmediatamente un tiempo de estabilidad y sin conflictos? ¿Creían acaso que todos los cambios que estaban pidiendo se realizarían fácilmente, sin contratiempos y en un proceso de gran estabilidad? Desde el 18 de octubre de 2019 estamos viviendo un proceso que por definición es “inestable”, independiente del gobierno de turno. Lo que ocurrió ese día sacudió los cimientos de nuestra sociedad y el modelo político y económico de los últimos 30 años, pero el 18 de octubre no terminó ahí. Fue el inicio de un proceso largo de cambio que sigue hasta hoy y que aún nos falta bastante por recorrer. Los procesos de cambio son, por definición, inestables. Y la inestabilidad trae consigo miedo e incertidumbre. Lo importante es entender que esa inestabilidad e incertidumbre son normales en procesos como el que estamos viviendo. Y no sólo son normales: son necesarias para alcanzar un nuevo modelo de sociedad, que cumpla con las demandas del estallido social y de la población. Es necesario remover los cimientos, desarmar un tanto lo que está construido y entrar en conflicto, para finalmente poder construir algo nuevo y mejor.

En todos los ámbitos de la vida los momentos de inestabilidad son también momentos de oportunidad. Ocurre en la política y en el país, pero también ocurre en la vida privada de cada uno de nosotros. Todos conocemos la incertidumbre y lo incómoda (e incluso dolorosa) que puede ser, especialmente cuando estamos viviendo momentos personales de cambio profundo, como una separación o un cambio de carrera y/o trabajo. Son momentos en los que el miedo está a flor de piel. Pero, aunque no nos guste sentirlo, el miedo es necesario. Nos hace ser precavidos y pensar 2 veces antes de actuar. Lo que no podemos dejar que nos haga es paralizarnos y dejarnos parados exactamente donde estamos, sin actuar, en esa relación, en esa carrera, en ese trabajo o en este modelo de sociedad, que, aunque nos tiene descontentos, es lo que conocemos. Así como no podemos permitir que el miedo nos quite la oportunidad de encontrar una mejor relación, no podemos permitir que nos quite la oportunidad de construir un nuevo país. ¿Será mejor esa nueva relación? ¿Será mejor ese nuevo país? No podemos saberlo hasta que estemos allí. Lo importante es que lo sigamos buscando, que persistamos hasta que lo encontremos y que no nos quedemos en este status quo, en este sufrimiento, porque al menos “es conocido”. Aprendamos a caminar con la inestabilidad para llegar a un lugar mejor, no rehusemos de ella.

No olvidar: esta incertidumbre comenzó, o más bien se desencadenó, el día que Chile despertó y ¿a raíz de qué? A raíz de la incertidumbre constante en la que ha vivido la mayoría de la población de nuestro país cada día por los últimos 30 años, una incertidumbre y miedo provocados por las desigualdades e injusticias que ha sembrado este modelo neoliberal impuesto en dictadura. Hablemos de la inestabilidad de una familia que tuvo que vender su casa e irse a vivir a un campamento para poder pagar un tratamiento médico. Hablemos de la inestabilidad a la que se enfrentan los adultos mayores que se jubilan con pensiones miserables. Hablemos de la inestabilidad de un niño que creció violentado en el Sename. Hablemos de la inestabilidad que nos llevó adonde estamos hoy y tengamos claro que cualquier gobierno que proponga continuar con el modelo político-económico que hemos tenido hasta ahora e incluso proponga retroceder en ciertas libertades y derechos que se han obtenido, como claramente lo hace el programa de José Antonio Kast, no eliminará la incertidumbre que existe hoy y, al contrario, a largo plazo la inestabilidad será aún mayor y un nuevo estallido social será inevitable. La estabilidad de largo plazo se tiene que construir y la única manera de hacerlo es escuchar el descontento de la gente y responder a sus demandas y necesidades, de manera gradual y caminando juntos cada paso, como lo ha hecho Gabriel Boric desde el inicio. Así se construye una democracia legítima, cohesionada y estable. Pero no nos engañemos: para llegar a esa estabilidad estamos obligados a, en el corto y mediano plazo, caminar con la inestabilidad, porque Chile sigue removiéndose y lo seguirá haciendo por un buen rato.

Vicente Castillo Quer
Ingeniero comercial. Magíster en Economía y Políticas Públicas.