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Opinión

Dime con quién andas y te diré quién eres

Por: Rodrigo Pérez | Publicado: 30.11.2021
Dime con quién andas y te diré quién eres Gabriel Boric y José Antonio Kast |
El nuevo Chile, para que sea nuevo, requiere que empecemos a referirnos a grupos y no a individualidades.

Mucho se habla, escribe y escucha sobre José Antonio Kast y Gabriel Boric los últimos meses; más todavía se escuchará durante el mes próximo. Hablar de Boric y de Kast como el próximo gobernante del país supone sacar a colación su trayectoria política, sus aciertos y desaciertos, sus intenciones y -en resumen- mucha profundidad sobre las características de cada individuo. Lo común de cada elección, ¿no?

Sin embargo, esta presidencial no es común a los 30 años anteriores; hablamos de la elección del Chile post estallido, de un gobierno que se regirá por las reglas de una nueva Constitución, del Chile agudamente crítico de las antiguas coaliciones políticas (hoy conocidas como Nuevo Pacto Social y Chile Podemos Más) que fueron castigadas tanto esta pasada electoral (presidencial) como la anterior (constituyentes). Son las elecciones de ese Chile las que llevaran a Kast o Boric a gobernar.

Pero, en virtud de ese ‘nuevo Chile’, me quiero detener en esa última frase, pues es engañoso para el electorado que se hable en esos términos. El nuevo Chile, para que sea nuevo, requiere que empecemos a referirnos a grupos y no a individualidades.

Hace un poco más de 95 años que Chile ha desarrollado una cultura política presidencialista, donde el centro de la discusión electoral gira en torno a solo un individuo. La cultura presidencialista nos hace mirar estas elecciones como si fuésemos a escoger un rey, a un sujeto que toma las decisiones unilateralmente y no obedece a proyectos o grupos más allá de su individualidad; algo sumamente lógico, pues durante años el poder político se ha concentrado principalmente en el presidente. Sin embargo, las decisiones de él -por lo general- no son tomadas a su antojo, sino que obedecen a quienes le financian y le rodean. Piñera se salió de esos carriles con el tercer retiro recurriendo al TC, y rápidamente perdió gran parte del apoyo de los parlamentarios oficialistas, Boric votó a favor del pacto del 15 de noviembre y rápidamente fue suspendido por el tribunal supremo de su partido; por más que la última palabra siempre sea del individuo, por lo general, las decisiones obedecen a un grupo y un equipo.

Por un lado, tenemos a Apruebo Dignidad (Frente Amplio, Chile Digno y movimientos como Unidad Social, entre otros), conglomerado que busca defender las temáticas de descentralización, feminismo, crisis climática y el trabajo digno. En particular, en su programa se enfatiza sobre las reformas de pensiones, salud y educación. Es un programa que habla de la redistribución del poder, en términos de un duro crítico de nuestra coalición: Tomas Mosciatti. El financiamiento de la campaña son 600 millones de pesos por parte de un crédito del candidato, 300 mil pesos de aporte del partido y 43 millones de pesos por parte de donaciones, según datos del Servel.

Por otro lado, tenemos al Frente Social Cristiano, que agrupa al Partido Republicano y al Partido Conservador Cristiano, que, en palabras del secretario general del primero de esos partidos, busca defender ‘’la libertad, la familia, el derecho de los padres a educar a sus hijos y el defender la vida, desde la concepción hasta la muerte natural”. Los ejes de su programa son 4 agendas, donde destaca la seguridad, la reducción del Estado, el orden público y la reactivación económica de los privados. Simplón y casi de escolar, según el dueño de Radio Bio-Bio, Mosciatti. El financiamiento de su campaña son 135 millones de pesos por parte de donaciones voluntarias, entre ellas, la donación de un exejecutivo que estuvo implicado en el caso Penta (hablo de Héctor Concha Marambio, el otrora gerente del Área Salud del Grupo Penta). A lo anterior se suman 6 millones de pesos por parte del Partido Republicano.

Es importante leer más allá del personaje: votar por Kast trae aparejado, por ejemplo, votar contra la nueva Constitución. Así se puede concluir a partir de las opiniones de dirigentes de su conglomerado; algunos ejemplos de ello son los dichos del diputado republicano electo (distrito 11), Cristián Araya, quien aseguró que “si llego al Congreso, una de las primeras cosas que voy a hacer es que se someta a votación la continuidad de la Convención Constitucional por constituir una grave amenaza a la democracia de nuestro país”. Sumamos a ello la iniciativa del diputado republicano electo (y ex vicepresidente de La Polar e Isapre Colmena) Gonzalo de la Carrera, quien participó en la creación de la ‘casa común por el rechazo’ en 2019, o bien el convencional De La Maza, perteneciente al distrito 8, quien acusa que alguno de sus excompañeros del bloque (entre ellos republicanos y UDI) han navegado hacia posturas de «extrema derecha», apostando al desprestigio y encima buscando que el proceso constituyente «fracase».

Votar por Kast es votar porque carabineros y militares tengan apoyo irrestricto e impunidad, afirmándose tanto en su programa como en las declaraciones del diputado Johannes Kaiser, quien sentenció en su canal de Youtube, y en medio de una conversación con el abogado Max Murath, un respaldo a la dictadura de Pinochet. Expresó, sin titubear: «que lo escuchen bien en la Suprema. Estaban bien fusilados esa gente en Pisagua. Bien fusilados. Esto no es cualquier cosa».

Como dirigente estudiantil, creo que existe un miedo generalizado sobre la posibilidad de volver a ver los horrores del 2019, volver a ver a un gobierno dispuesto a declararle la guerra a la población, a perseguir estudiantes críticos y movilizados, a poner policías o militares en el techo de los liceos públicos, o a ser indiferente ante las mutilaciones en una eventual movilización en su contra. Un miedo generalizado en que se pongan los intereses religiosos por sobre las libertades sexuales de la comunidad disidente del país, a los derechos de las mujeres y las acciones afirmativas que requieren los grupos relegados históricamente en nuestra sociedad, ello considerando los términos con los que se refiere el candidato al movimiento LGTBIQ, tachándolos de ‘dictadura gay’ o sus claros lazos con la Iglesia Evangélica, que apunta a generar políticas públicas que restringen derechos y libertades de dicha comunidad. Un miedo a que la reducción de 10% de los impuestos haga colapsar más aun al sistema público ya precario, con escuelas y hospitales aún más empobrecidos, y con una deuda nacional que solo ha crecido estos últimos 3 años.

Por eso, no se trata solo de Boric, no se trata solo de Kast; el pueblo chileno le dio la posibilidad de gobernar, desde el 2022, a dos grupos de personas con intereses y valores distintos: uno es Apruebo Dignidad, el otro es el Frente Social Cristiano.

Rodrigo Pérez