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Opinión

Ejercicio de preparación para gobernar

Por: Fernando Balcells | Publicado: 14.12.2021
Ejercicio de preparación para gobernar Gabriel Boric y Carmen Frei |
Boric representa una posibilidad de reencantamiento de la ciudadanía y de la gente con la política. No va a ser como en épocas de la Concertación, una retirada de la gente y de los partidos políticos para conceder la mayor capacidad de maniobra a los gobiernos; va a ser una entrega condicional y en estado de alerta. Aquí entra la excepcionalidad de Boric. Él tiene la capacidad de enamorar a la gente como algunos políticos del siglo XX también tuvieron. Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, Frei padre y Allende fueron también elevados en hombros por las movilizaciones fervorosas de la población y la ciudadanía.

Si los jóvenes, las mujeres y los pensionados votan masivamente, Boric va a ser el próximo Presidente de Chile. Tendremos derecho a un momento de alivio, a dos o tres festejos y a algunos días para pensar y conversar con los amigos sobre la inmensidad de los desafíos que se nos vienen. No me refiero a ninguna catástrofe anunciada que se avecine. Hablo de que el mundo se abre y lo abierto no es sólo un mar de posibilidades sino una espesura boscosa, saturada de estereotipos, falsos atajos, abismos, emboscadas, conspiraciones funestas y conflictos de dimensiones insospechables.

La imaginación llega al poder por segunda vez, en medio de un vacío cultural tormentoso. En esta situación estaremos solos y sin mayores protecciones ideológicas, pero acompañados de las fuerzas portentosas que nos han dado una Convención Constituyente. Boric llega al gobierno en concomitancia histórica con la Convención. Ella será la garantía para asegurar los cambios mayores que las instituciones necesitan y evitar la intrascendencia de un gobierno reformista con pocos recursos para financiar las reformas. Más que buscar protagonismos espectaculares, el gobierno tendrá la tarea de construir acuerdos para hacer historia por medio de la Convención.

Hay momentos de encuentro entre los pueblos y los gobiernos. Momentos de paciencia, de esperanza y de sintonía suficiente. La Concertación tuvo ocho años de fusión entre la ciudadanía y el gobierno. En 1998, con la primera crisis económica y con la detención de Pinochet en Londres, empezaron a abrirse las brechas entre gobierno y ciudadanía. Se terminó el romance y empezaron a decaer las mayorías. Se acabó el amor y empezó a circular la medición de una justicia amistosa, sin entusiasmo y funcionarizada.

Boric representa una posibilidad de reencantamiento de la ciudadanía y de la gente con la política. No va a ser como en épocas de la Concertación, una retirada de la gente y de los partidos políticos para conceder la mayor capacidad de maniobra a los gobiernos; va a ser una entrega condicional y en estado de alerta. Aquí entra la excepcionalidad de Boric. Él tiene la capacidad de enamorar a la gente como algunos políticos del siglo XX también tuvieron. Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, Frei padre y Allende fueron también elevados en hombros por las movilizaciones fervorosas de la población y la ciudadanía. La fuerza de Boric, como la de sus grandes antecesores, está en la sintonía con el devenir de la sociedad; dicho de otro modo, en la confluencia entre demandas sociales y oportunidades de desarrollo económico.  La Convención y su envergadura histórica es la carta en la que se juega esta conjunción inédita entre las instituciones del futuro anunciadas desde hace décadas y las instituciones de un presente que ya se esfuma en el pasado.

Entre Boric y Allende las similitudes están, más allá de los anteojos, en que ambos encarnan el entusiasmo de un pueblo cabreado con las faltas de respeto y ansioso por construirse mejores posibilidades de vida para ellos y sus familias.

Hay una diferencia importante entre la generación que participó en la Unidad Popular y la que conforma el Frente Amplio. Nosotros, los viejos de hoy, creíamos saber a donde ir. Teníamos la utopía de terminar con la explotación y de avanzar a una sociedad socialista autogestionada y democrática. Algunos entre nosotros aspiraban a un socialismo con mayor presencia del Estado en la economía, pero nadie pensaba en la estatización de los almacenes de barrio. La UP estaba encuadrada en la Guerra Fría y eso le daba un abanico de modelos posibles. No había un diagrama del socialismo al cual marchábamos, pero había horizontes y encuadres que nos permitían dar un sentido de coherencia al conjunto de los gestos políticos esperanzadores y a los actos descaminados que fueron facilitando el camino de los golpistas.

Boric no tiene una imagen de sociedad, que pueda dar una unidad utópica y una coherencia suficiente a las políticas. Esa es una de sus ventajas y su mayor debilidad. Hay criterios que han animado las movilizaciones sociales y hay traspasos conflictivos de esos impulsos al terreno de las instituciones. Este va a ser el dilema mayor de la Presidencia de Boric: mantenerse fiel a los movimientos sociales sin quebrar la lógica de la administración de las instituciones, en medio de su transformación radical. La Convención Constituyente será la base para desmontar la estructura institucional de los abusos contra la gente evitando en lo posible la colisión entre la necesidad de gobernar y la necesidad de cambiar.

La Convención y el gobierno deberán actuar en conjunto y con la ciudadanía para construir un diseño y una práctica de las transiciones que vendrán. Uno de los desafíos principales será el de reorientar la economía hacia las personas reduciendo la dependencia de los conglomerados cuyos intereses se han separado del interés común. Simultáneamente, ampliar la democracia para impedir clausuras contra mayoritarias, que se prolongan por décadas y que deslegitiman a las instituciones por su encierro burocrático. Estas son las situaciones en las que hemos estado estancados en los últimos 10 años. La clave va a ser mantener la inflexión democrática encarnada por la Convención y compatibilizar una administración de excelencia de los recursos del Estado con las expectativas más básicas y sentidas de la gente.

Fernando Balcells
Sociólogo.