Kast, recta final: supresión de voto, fake news, reventar la pantalla

Entrando en la recta final para el balotaje del domingo, todo hace vislumbrar que las distancias serán estrechas. Según las diezmadas encuestas de opinión, Boric podría ganar por un estrecho margen, pero nada está dicho. ¿Cómo se generó un escenario donde la ultraderecha y la socialdemocracia disputan el poder por un porcentaje tan bajo? ¿Cómo leer esto después del estallido social? Al igual como expresé en un artículo anterior publicado por Interferencia (“Ultraderecha: estrategia en la red y el arte de retroceder), planteo que esto se puede deber al efecto acelerado y dramático de estrategias comunicacionales que utiliza el conjunto de la ultraderecha occidental. Allí mencioné la utilización de bots, fake news, propaganda pagada, activismo en las redes, entre otras.

En el presente texto busco profundizar sobre algunos elementos de la estrategia utilizada por el equipo de J. A. Kast en la recta final previa a la segunda vuelta presidencial. Tres fenómenos son importantes: apelar a la supresión o cambio de la intención de voto, utilizar noticias falsas de manera tal que se explote quirúrgicamente emociones como el miedo y el odio, y copar la atención en temas que ellos ponen en la palestra.

¿Qué son las campañas de supresión de voto? Se basan en intentar atacar a un candidato específico de manera tal que sus adherentes no vayan a votar. Esto ocurrió con Hillary Clinton y la población afrodescendiente estadounidense por medio del esparcimiento de noticias falsas.

Una investigación realizada por el equipo de investigación del medio inglés Channel 4, y difundida por prestigiosos medios como The Guardian, tuvo acceso a los datos extraídos de redes sociales de cerca de 200 millones de votantes estadounidenses, los que fueron utilizados por la empresa Cambridge Analytica en el contexto de las elecciones de Donald Trump en 2016. Los más de 5.000 archivos filtrados, que conforman casi 5 terabytes de almacenamiento, muestran no sólo detalles impresionantes sobre los gustos y preferencias de los votantes, sino cómo éstos fueron usados para manipular sus acciones.

En 16 estados clave, millones de ciudadanos estadounidenses fueron separados por un algoritmo en ocho categorías con el objeto de que les llegasen anuncios personalizados vía Facebook. Una de estas se denominó “Deterrance” (Disuasión). Según el jefe de datos de Donald Trump, esta categoría contenía personas que se esperaba no asistiesen a votar. En este segmento, 3,5 millones de personas afroamericanas fueron blanco de los anuncios de disuasión. Según los datos, en Georgia la población afrodescendiente alcanzaba un 32% del total de votantes. De ellos, 61% fue marcada como “Deterrance”. En Carolina del Norte, la población afrodescendiente era de un 22%; 46% fue marcada como “Deterrance”. En Michigan, era de un 15%; 33% fue marcada como “Deterrance”. En Wisconsin son sólo el 5,4% de la población, pero de ellos el 17% fue marcada como “Deterrance”. La campaña de Trump generó el desplome de la votación afrodescendiente estadounidense, que permitió al candidato republicano obtener victorias en estados clave como Michigan o Wisconsin. Según Winston, la inversión de 150 millones de dólares la convirtieron en la campaña de supresión de voto más exitosa de la historia de Estados Unidos.

Esto se logró por medio de un estudio geográfico de microtargeting. Las ciudades fueron divididas por distrito electoral (“Ward”). En la ciudad de Milwaukee, con grandes barrios en que predomina la población afrodescendiente, en el sector geográfico calificado como “Ward 111”, 41% de votantes fueron clasificados como “Deterrance”; su participación cayó desde un 81% en las elecciones de 2012 a un 55% en 2016. En “Ward 147”, 40% fueron clasificados como “Deterrance”; su participación cayó de un 83% a un 63%. Mientras que en “Ward 109”, 39% fue marcado como “Deterrance”, bajando la participación de un 79% a un 59%. No está de más mencionar que este tipo de campañas se disputa voto a voto. En Wisconsin Trump ganó por apenas 23.000 preferencias. En efecto, se desprende que estas acciones sí fueron determinantes.

La ultraderecha occidental está replicando esta clase de estrategias para aumentar su intención de voto. En Chile, Gabriel Boric posee diversos flancos que están siendo objeto de ataques constantes. La denuncia por actitudes machistas o su rol en el estallido social son algunos de ellos. En este marco cabe preguntarse ¿cuántas mujeres no irán a votar por Boric debido a que Kast lo tildó de “abusador”?, ¿cuántas personas de izquierda decidirán no ir porque Boric es “amarillo”? Es más, ¿cuántas personas cambiarán lisa y llanamente su intención de voto por este tipo de acciones? ¿Cuántas personas decidirán ir a votar por Kast por esta clase maniobras electorales?

En la campaña de supresión de voto de Donald Trump, las noticias falsas fueron un pilar fundamental. Para las elecciones estadounidenses de 2016, uno de los videos utilizados en los anuncios personalizados para la población afroamericana fue de Hillary Clinton hablando contra las pandillas: “A menudo son el tipo de niños que se llaman superpredadores: sin conciencia, sin empatía. Podemos hablar sobre por qué terminaron de esa manera, pero primero, tenemos que dominarlos”. Tal como lo hace hoy el resto de la ultraderecha occidental, este video fue desvirtuado por los gestores de la campaña de Trump, viralizando la idea de que dicha frase se refería a los afroamericanos, no a las pandillas.

A estas acciones se sumaron las que el investigador Roberto Rodríguez explica con claridad. En la campaña de Trump se crearon cientos de páginas web fantasmas que lanzaron noticias falsas con temas que iban desde la supuesta venta de armas de Hillary Clinton al Estado Islámico o que habría mandado a asesinar a un agente del FBI que la investigaba. A pesar de lo ridículo y grotesco de dichos planteamientos, el 75% de los estadounidenses expuestos a este tipo de contenido en Facebook los creyó. Además, en los últimos tres meses de campaña las fake news beneficiosas para Donald Trump, fueron compartidas 30 millones de veces y las de Hillary Clinton apenas 8 millones.

Desvirtuar, sacar de contexto o recortar declaraciones de manera tal que su sentido pueda ser utilizado en acusar al candidato de algún delito o algún acto de inconsecuencia, es habitual en el juego de la ultraderecha. Esto también ocurre con fotografías o videos. Hace algunos días Gonzalo de la Carrera, diputado electo de la ultraderecha, publicó una foto de Boric mojado y de fondo Plaza Dignidad, aludiendo a que era una imagen del estallido social, sin embargo, la fotografía real tenía otro fondo y fue sacada cuando hace algunos años se desbordó el río Mapocho. A estas noticias falsas se sumó la existencia de fichas clínicas falsas de Boric que plantean que es adicto a la cocaína, supuestos pantallazos al programa de Apruebo Dignidad donde se expresan cosas irrisorias como eliminar las iglesias o las escuelas privadas, o las palabras de J. A. Kast sobre una denuncia por abusos (“Hay una mujer que te denunció por abusos y todavía no pides perdón”).

Las noticias falsas son tantas, y poseen tan alto nivel de difusión, que copan las redes sociales y las agendas informativas de los medios hegemónicos. Las toneladas de fake news tienen la capacidad de acaparar la atención de manera constante y sostenida. Horas en los matinales, largos reportajes y miles de párrafos escritos, exigen que el candidato o sus adherentes aclaren o rebatan todo lo que se dice para destrozar su imagen pública y. de paso, la de todos los partidos políticos y movimientos sociales que lo acompañan.

Con esto, los medios ponen escasa atención en las propuestas políticas que los bloques poseen para el próximo periodo presidencial. Esto refuerza la desinformación, disminuyendo la calidad de la democracia en tanto no otorgan el espacio necesario para la reflexión política, además que dan pie a la eclosión de la posverdad como realidad concreta. De esta manera, las mentiras terminan pesando más que la verdad misma. Las noticias falsas son como un remolino que acapara la atención y hace casi imposible que se pueda estructurar un debate de ideas en el respeto y el reconocimiento mutuo. El espectáculo morboso que facilita el ascenso a la ultraderecha resulta más trascendente que las propuestas.

En el caso de Trump, el acaparamiento de la atención fue reforzado por las críticas que recibía. Lejos de minimizar su adhesión, cada twitt lo hacía más visible, eclipsando la aparición de Clinton en las redes sociales. Situación similar es visible con J. A. Kast, con la ya mencionada “denuncia por abuso” o plantear que Lollapalooza no se realizaría por motivos ideológicos y que eso pasaría de manera generalizada en un gobierno de Boric.

También es necesario visualizar que el líder sabe cuándo pedir disculpas. Generalmente dicha acción es realizada posterior a que la noticia ya acaparó las redes y los medios hegemónicos. En aquel momento, probablemente otra noticia falsa se tome la palestra, repitiéndose el mismo patrón. Aludiendo a la película protagonizada por Leonardo DiCaprio, el “inception” ya fue instalado. La duda se colocó de manera quirúrgica en el ello de los espectadores.

Las noticias falsas tienden a ser de carácter sensacionalista y apelan a la emoción. La ultraderecha sabe usar los afectos a su favor. Resulta necesario hacer una distinción. La emoción es pasajera, el sentimiento no. Éste último perdura en el tiempo. Por ejemplo, se puede seguir sintiendo un infinito amor por alguien (sentimiento) a pesar de estar enojado (emoción). Las redes sociales son medios de la emoción. En estos no siempre importa la verdad. Para la ultraderecha es importante generar titulares cortos pero incisivos capaces de provocar un impacto que devenga en una crítica visceral al adversario y que posea la capacidad de acaparar las pantallas, sean Smartphones, computadores o televisores. La explotación del miedo y el odio es fundamental.

Estas acciones pueden intensificarse en los días previos a las elecciones. El manejo quirúrgico de la emoción busca generar que su impacto pasajero cale el tiempo suficiente como para que los electores voten teniéndola consigo. ¿Tendrá el equipo de Kast alguna estrategia para acaparar los titulares y manejar el afecto a su favor en los últimos días previos a la votación? ¿Qué duda querrán instalar? ¿Tendrán alguna noticia falsa de alto impacto bajo la manga? ¿Estas acciones podrán inclinar las preferencias a su favor? Aquí entra en juego el rol de los bots y activistas de la ultraderecha. Ellos revientan los comentarios de todo tipo de medio digital, instalando fake news, utilizando la burla, el amedrentamiento y realizando comentarios violentos y poco empáticos. En el juego de poder de la ultraderecha todo vale.

Si las artimañas de la ultraderecha inhiben la reflexión y buscan una respuesta sólo emocional, ¿no es su actuar acaso un atentado a la democracia? ¿No es acaso la reflexión política algo fundamental? ¿Cómo instalamos un debate de ideas y no de ataques personales?

Sea cual sea el resultado del domingo, es necesario comprender que las estrategias de persuasión de la ultraderecha son efectivas, sutiles, poco democráticas y que la mayor parte de estas se mantendrán, ganen o no las elecciones del 19 de diciembre. Esos elementos nos deben alentar a que, con mayor fuerza, generemos espacios de respeto, reflexión y libertad. Si bien no existe una receta para enfrentar las artimañas de la ultraderecha, sí tenemos claridad de defender ideas que nos ayudarán a poder generar soluciones colectivas y empáticas ante el desastre ecológico y la erosión de las relaciones humanas. A pesar de los vaivenes de la historia esas ideas prevalecerán. No podrán doblegarnos.

Referencias

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Cadem, “A dos semanas de la segunda vuelta, 5 puntos separan a Boric (40% + 1pt) de Kast (35 + 2 pts). El 25% (-35) no sabe, no responde o no votaría”, diciembre 3, 2021 [https://cadem.cl/estudios/plaza-publica-412-a-dos-semanas-de-la-segunda-vuelta-5-puntos-separan-a-boric-40-1pt-de-kast-35-2pts-el-25-35-no-sabe-no-responde-o-no-votaria/]

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