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Democracia vs neoliberalismo

Por: Claudio Rodríguez | Publicado: 17.12.2021
Democracia vs neoliberalismo Elecciones presidenciales | Agencia Uno
Fue en la última década, y fundamentalmente a través del rol activo de los movimientos sociales, estudiantiles y territoriales, -organizados en gran medida al margen de la institucionalidad- que tomó fuerza la necesidad de remirar el modelo hegemónico transicional, en sus dimensiones políticas, económicas y culturales, que daban cuenta de la mercantilización de la vida cotidiana de los ciudadanos, con respuestas incumplidas en torno a un bienestar finalmente amenazado por el fracaso del sistema de pensiones de capitalización individual; una salud vista como mercancía y al alcance de unos pocos, y; una educación para ricos y otra para pobres.

Las elecciones de este domingo 19 pondrán en juego el devenir de uno de los clivajes más relevantes del período pos dictatorial: profundización de la democracia vs autoritarismo neoliberal. En efecto, la salida a la dictadura requirió de un proceso de transición, que fue pactado en lógica de gobernabilidad y paz social, a cambio de la continuidad del modelo de desarrollo, manteniendo la mirada económica y la base constitucional como anclaje al antiguo orden dictatorial. De igual forma, un sistema político binominal ordenado en base a dos grandes bloques y limitado en su carácter representativo de la diversidad cultural, ideológica y política del país.

Así, el transcurrir democrático dio cuenta del perfeccionamiento del modelo, bajo lógicas privatizadoras que fueron reforzadas en los años noventa, donde el crecimiento económico fue el eje del desarrollo social y el denominado combate a la pobreza. Entrado el nuevo milenio tomaron más fuerza, a través de políticas públicas con enfoque de derechos, las miradas críticas al establishment noventero, promoviendo una mayor participación junto a una visión distinta de la ciudadanía y la necesidad de ir profundizando la democracia. Junto a ello, la promoción del ejercicio efectivo de derechos sociales mínimos, a través por ejemplo del Plan Auge, el sistema Chile Solidario o la Reforma Previsional que creó la Pensión Básica Solidaria, entre otras políticas. Esto correspondió a una respuesta político institucional a las visiones más dogmáticas del neoliberalismo, procurando resituar al Estado en un rol más activo en el desarrollo y bienestar social. Aportó en el proceso democratizador las reformas políticas del segundo gobierno de Michelle Bachelet que, recogiendo varias demandas sociales y políticas, pudo cambiar el sistema binominal.

Fue en la última década, y fundamentalmente a través del rol activo de los movimientos sociales, estudiantiles y territoriales, -organizados en gran medida al margen de la institucionalidad- que tomó fuerza la necesidad de remirar el modelo hegemónico transicional, en sus dimensiones políticas, económicas y culturales, que daban cuenta de la mercantilización de la vida cotidiana de los ciudadanos, con respuestas incumplidas en torno a un bienestar finalmente amenazado por el fracaso del sistema de pensiones de capitalización individual; una salud vista como mercancía y al alcance de unos pocos, y; una educación para ricos y otra para pobres. Estos, entre otros factores, fueron resultado del incremento estructural de la desigualdad social, alcanzando los mayores niveles de ella a nivel regional y global. De esta forma, la emergencia de nuevos actores críticos, como el movimiento feminista o ambiental, finalmente fue determinante en la transformación de la agenda pública. Junto a ello, y en el marco de la reforma política de Michelle Bachelet que puso fin al sistema binominal, surgían nuevos actores políticos, como el Frente Amplio, que buscaban fortalecer dichas luchas y demandas desde el sistema de partidos. Se generaba un cambio político cultural que enmarca la Revuelta de octubre de 2019. Respuesta del mundo social popular que cuestiona una institucionalidad deslegitimada y desconfía de la política partidaria.

Sin duda, éste fue el punto de inflexión de una transición inacabada; finalmente se abrió la posibilidad de construir de manera democrática una nueva constitución, rompiendo el principal candado dictatorial aún vigente. Ello abre el camino a la consolidación de un proceso de transformación político cultural de largo aliento, donde finalmente los sectores antineoliberales, no exento de problemas y retrocesos, han forjado un camino para superar el neoliberalismo, conformando un bloque contra hegemónico que se va articulando en dicho desafío. Apruebo Dignidad ha sido sin duda contributivo y fundamental en este proceso.

En este contexto, las elecciones de este domingo representan una amenaza para la consolidación de dicho proceso. El candidato de la élite económica y la clase dominante, tal cual para el plebiscito del año 88, y dando continuidad al proceso histórico democracia vs neoliberalismo en disputa, recurre al miedo y al fantasma del comunismo como recurso político comunicacional con fines electorales. Con ello, busca evitar los cambios que hoy se van abriendo espacio con el proceso constituyente y la Convención Constitucional, que consolida una mirada de transformaciones para el país. Un triunfo de la derecha pinochetista será un gran obstáculo para el campo popular en dicho camino. No obstante, creemos que salvo una salida autoritaria o antidemocrática que habrá que supervigilar, el impulso transformador fraguado en las luchas políticas y sociales de estos 30 años no podrá ser objeto de cancelación. Estamos ante un cambio político de largo aliento que no debiera terminar, ni aún por el éxito electoral de las fuerzas conservadoras que de paso a un gobierno de contención a los cambios en curso. Un triunfo de Gabriel Boric, por el contrario, será un gran impulso para la construcción de un nuevo orden pos neoliberal, profundizando la democracia y generando las bases para un nuevo modelo de desarrollo. Por ello, viviremos nuevamente una jornada histórica, un nuevo escenario donde se pondrá en juego la acumulación de fuerza del mundo social popular; una jornada como muchas a las que nos hemos acostumbrado en los últimos años, y donde el miedo no podrá cancelar la esperanza.

Claudio Rodríguez