Avisos Legales
Opinión

¿Podremos vivir juntos?

Por: Javier Donoso | Publicado: 26.12.2021
¿Podremos vivir juntos? Gabriel Boric y José Antonio Kast | Agencia Uno
Lo que venga después es una incógnita y estará sujeto al momento histórico, social, político y cultural que se vaya gestando, es decir, cómo se vaya configurando la correlación de fuerzas políticas no solo en el Congreso, sino que también en la calle e, incluso, en el mundo.

Esta fue una pregunta que se hizo el sociólogo Alain Touraine en uno de sus libros años atrás. Las elecciones presidenciales que acabamos de vivir con dos candidatos diametralmente distintos, representantes de amplios sectores de la población con miradas de mundo completamente opuestas, sumado a un congreso virtualmente empatado y un texto de nueva Constitución en construcción, me lleva a reflotar esta interrogante para el caso de Chile.

En este libro, Touraine reflexiona acerca de cómo podemos convivir en un mundo crecientemente multicultural en el cual la diferencia es la característica fundamental de los individuos. Para el autor, el respeto a la libertad de cada uno permite la comunicación entre individuos social y culturalmente diferentes y, en ese sentido, la diferencia y la igualdad no serían contradictorias, sino que inseparables una de otra, condiciones fundamentales para nuestra convivencia en sociedad.

Desde un punto de vista parecido, otros autores han remarcado que el conflicto es parte nuclear y fundante de la vida en sociedad, por cuanto existen recursos económicos, sociales y simbólicos que los distintos individuos y grupos sociales se disputan. Ralf Dahrendorf estableció dos prerrequisitos sin los que una sociedad no puede existir: el conflicto y el consenso. De cómo se resuelva la disposición y distribución de estos recursos limitados y la legitimidad en la cual se base, sabremos cuál de los dos prerrequisitos predomina.

En esta dualidad conflicto-consenso social, Chile -aunque también buena parte del mundo- se encuentra en un proceso que ha tendido a una paulatina polarización política y social. Si bien no se trata de la polarización de los tiempos del gobierno de la Unidad Popular en un contexto de Guerra Fría, sí identificó una confrontación política que puesta en términos extremadamente coloquiales -y hasta “digitales”- se presenta entre “zurdos” y “fachos”.

Por un lado, tenemos esta fuerza social surgida a partir del estallido social, que aprobó la conformación de una Convención Constitucional para una Nueva Constitución y que acaba de elegir a Gabriel Boric como Presidente. Esta es una fuerza social con un alto componente juvenil asociada a nuevas sensibilidades como las representadas por el feminismo, las disidencias sexuales, el cuidado del medioambiente, la descentralización política y que se plantea la justicia social o “la vida digna” como norte político. Por el otro lado, aparece una fuerza social más adulta, de corte más tradicionalista e individualista, criada en el neoliberalismo y que valora y defiende enérgicamente la libertad económica y el logro personal como componentes fundamentales de la vida. Esto constituye una representación muy gruesa de la diferenciación política-social actual o el conflicto social central que identifico hoy en Chile, por lo cual hay muchos matices que deberían ser considerados para un análisis más profundo.

El nuevo gobierno -y esto seguramente lo sabe el presidente electo- no podrá apostar por un proyecto maximalista como quizás podrían exigírselo desde ciertos sectores de izquierda más radicales que aparecieron con más fuerza desde el estallido. La configuración del congreso, los mercados y las propias contingencias obligarán al presidente a dialogar y concordar con aquella fuerza política defensora del status quo para poder avanzar en las transformaciones estructurales que requiere y demanda buena parte de la población: “paso a paso pero sin pausa” como lo planteó él mismo en su discurso de triunfo. Esta correlación de fuerzas, es decir, el estado del conflicto social actual, impondrá a la coalición gobernante la necesidad de realizar algunas concesiones en pos de lograr una primera ronda de reformas significativas.

Lo que venga después es una incógnita y estará sujeto al momento histórico, social, político y cultural que se vaya gestando, es decir, cómo se vaya configurando la correlación de fuerzas políticas no solo en el Congreso, sino que también en la calle e, incluso, en el mundo. Las sociedades, en general, están en constante cambio, y asimismo las condiciones del conflicto y consenso social. La dinámica de esta característica básica de las sociedades, así como el rol que jueguen los actores políticos y sociales, nos señalará hacia dónde nos dirigiremos y si podremos o no vivir juntos.

Javier Donoso
Magíster en Sociología Económica.