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Opinión

El duelo como el amor no expresado

Por: Tiare Masihy | Publicado: 24.01.2022
El duelo como el amor no expresado |
¿Y qué pasa con todo ese amor dirigido a una persona que ya no está? A lo mejor eso podrá depender de nuestras creencias sobre la vida y la muerte. Pero algo cierto es que, cuando alguien nos deja, somos sus seres queridos quienes mantenemos su recuerdo vivo. Dicen que sólo muere quien es olvidado. Sin duelo, esta creencia que puede darnos tranquilidad, perdería sentido. Porque no hay luto sin amor. Y puede que no haya amor más fuerte que aquel que te mantiene con vida, desafiando a la muerte.

En una reciente entrevista al actor estadounidense Andrew Garfield, en el programa de TV “The Late Show with Stephen Colbert”, le preguntaron cómo el arte lo había ayudado a superar el duelo. Esta pregunta se situó alrededor de dos contextos distintos pero relacionados: por un lado, la muerte de su madre y, por otro, su interpretación en la película Tick, tick… Boom! (2021), de una persona que perdió la vida demasiado pronto: el escritor de teatro musical, Jonathan Larson.

Esta fue su respuesta: “Es sólo una cosa hermosa… Es todo el amor no expresado, el dolor que se quedará con nosotros hasta que dejemos de existir. Porque nunca tenemos tiempo suficiente con el otro (…) Entonces, espero que esta pena se quede conmigo, porque es todo el amor no expresado, que no pude decirle a ella”. Inmediatamente después aclaró que él le decía todos los días a su madre que era la mejor. Aun así, pareciera que nunca es suficiente nuestra entrega de amor incondicional.

Es lo más común vivir para el momento en que nuestras madres y padres mueren (aunque en algunos casos sea al revés, y probablemente más lamentable). Y dadas estas probabilidades, se asume que no tendremos toda la vida con quienes nos trajeron al mundo o nos salvaron de él. Entonces, intentamos aprovecharlos mientras sí están (a veces exitosamente, y a veces no tanto). Sin embargo, existe una nueva dosis de amor que florece a partir del duelo que inicia una vez que los perdemos. Proviene del amor que ya sentíamos, pero la diferencia es que en ese momento sabemos con certeza, que este sentimiento nos acompañará por el resto de nuestros días. Y por mucho amor que ya hayamos expresado hacia nuestras madres, padres, o cualquier ser querido durante sus vidas, la forma de amor que surge a partir del duelo podría ser un sentimiento inédito. Es una manera de verlo. Porque siempre es mejor creer que estamos, en efecto, amando incondicionalmente. Pero con el duelo, esa es la única posibilidad que nos queda.

Es posible que muchos de nuestros duelos no terminen nunca, que no nos acostumbremos a ellos, o incluso que nunca los aceptemos. Pero una nueva esperanza nace, al darnos cuenta de que esa pena va de la mano, inevitablemente, del amor; un amor cuya magnitud no había sido antes revelada, un amor sin límites, un amor no expresado, y un amor que nos acompañará hasta el último momento de nuestra existencia. Hay una esperanza al visualizar que, sin el duelo, ese amor no es posible con toda certeza.

Entonces, extrañaremos por el resto de nuestras vidas, pero nuestro amor crecerá.

¿Y qué pasa con todo ese amor dirigido a una persona que ya no está? A lo mejor eso podrá depender de nuestras creencias sobre la vida y la muerte. Pero algo cierto al respecto es que, cuando alguien nos deja, somos sus seres queridos quienes mantenemos su recuerdo vivo. Dicen que sólo muere quien es olvidado. Sin duelo, esta creencia que puede darnos tranquilidad, perdería sentido. Porque no hay luto sin amor. Y puede que no haya amor más fuerte que aquel que te mantiene con vida, desafiando a la muerte.

Sin embargo, ya que en este preciso momento vivimos, es urgente amar lo que más podamos. Aunque confiemos que ese amor no acabará con la muerte, es la vida la que hace al amor una urgencia. Porque esta es probablemente la capacidad más importante que podemos desarrollar. ¿Y a quién no le gusta saber y sentir que es amada o amado? El amor que nos da el duelo nos acompaña a nosotras mismas, pero el amor que recibimos y entregamos mientras vivimos, es – idealmente – compartido, y podemos responderlo. Y comunicarnos amor, es probablemente la base más importante de las relaciones humanas.

Como dijo el gran Raúl Zurita en su conferencia “Amor y apocalipsis” en la Universidad Diego Portales (2014): “Si tuviésemos la vida eterna por delante, no tendríamos necesidad del amor (…) El amor surge como la gran resistencia al hecho inminente de la muerte”.

Tiare Masihy
Politóloga.