Avisos Legales
Opinión

Universidades nacionales para Chile

Por: Alex Ibarra | Publicado: 05.02.2022
Universidades nacionales para Chile |
Con un gobierno que pretende marcar un hito en nuestra historia y con un proceso constituyente abierto, por qué no pensar en universidades gratuitas para todos y en una mayor cobertura educativa.

El desarrollo de un pueblo suele medirse en indicadores económicos, y a veces también en indicadores culturales. Esto es lo que obliga a aceptar la importancia de la inversión que debe hacer el Estado en educación. Este tema es complejo. Vale recordar la polémica entre el venezolano Andrés Bello y el argentino Domingo Faustino Sarmiento que pugnaban en torno al énfasis de inversión pública en el sistema educativo superior o en el sistema educativo primario. Sin duda, ambos con buenos argumentos dese su concepción de la Nación.

El sistema educativo superior chileno es complejo. El sistema universitario es diverso y existen instituciones con distintos fundamentos, entre las cuales se reparte el dinero que aporta el Estado. En primer lugar, no hay instituciones superiores en la cuáles el costo sea gratuito para todos. Las demandas educativas, en las que participaron el electo Presidente Gabriel Boric y los futuros ministros Giorgio Jackson y Camila Vallejos, no lograron la transformación de las universidades que financia el Estado en instituciones totalmente gratuitas y tampoco se pudo terminar con el lucro. Por ejemplo, una de las instituciones en las que más invierte el Estado es la PUCCH, y sin duda es ésta una de las universidades que más lucra, al extremo de cobrar en sus estacionamientos en su acceso a la biblioteca, una red de salud comercial, etc.

Tal vez lo más parecido a lo que en otros países es una universidad nacional sea la Universidad de Chile. Sin embargo, en ella encontramos problemas de segregación en la selección de los estudiantes que ingresan y una cobertura escasa.

En países vecinos, como Argentina la universidad da la posibilidad de ingreso a sus estudiantes con un sistema más proclive a una evitar la segregación. Todos los estudiantes entran a un ciclo básico de por lo menos un año y sólo después de esa formación postulan a las carreras según su rendimiento académico, evitándose en algún sentido el determinismo social.

Por otra parte, la cobertura educacional es mucho más amplia, las aulas albergan a un número mayor de estudiantes. No sólo por ser más habitantes, sino que también porque hay una mayor inversión en educación y por un eficiente uso de los espacios. Consideremos que una cátedra cuenta con el profesor de cátedra, el profesor asociado y el profesor de trabajos adjuntos, es decir, aquí en un solo curso hay tres puestos de trabajo para docencia e investigación. Además, hay equipos docentes para la jornada de estudiantes de la mañana, de la tarde y de la noche, en otras palabras, un aula es ocupada por el triple de estudiantes. En el caso de otras universidades vecinas, como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, se invierte menos en educación, hay menos plantas docentes, pero el uso de las salas por jornada también es eficiente en el número de estudiantes que atiende al haber varias jornadas horarias.

En las últimas décadas con gobiernos de corte más populistas en países como Bolivia, Venezuela y Argentina, la educación superior adquirió mucha importancia y para aumentar la cobertura se fueron creando instituciones educativas en las periferias de las ciudades. La ciudad de Buenos Aires se llenó de nuevas universidades en barrios, para los cuales se abrieron plantas académicas e incluso se repatrió a varios científicos y especialistas para sumarse a este proceso de transformación educativa.

Con un gobierno que pretende marcar un hito en nuestra historia y con un proceso constituyente abierto, por qué no pensar en universidades gratuitas para todos y en una mayor cobertura educativa. Imagínemos una Universidad de Chile a la que vuelve a ingresar la clase obrera, o la Universidad de Puente Alto y Quilicura, o la Universidad Marítima en Puerto Montt, la Universidad de la Fruta en Curicó o la Universidad de la Minería en Calama, o la Universidad de la Biodiversidad en Villarrica, o de la Ganadería en Puerto Aysén, o la Universidad de la Energía, etc.

Un gobierno que está apostando por ser un hito histórico con esa responsabilidad de no abandonar el crecimiento económico, tendrá que hacer una alta inversión educativa para hacer coherente sus postulados. La venta de nuestros recursos naturales, regulando el impacto y asegurando una redistribución equitativa de las ganancias, podrían ser una posibilidad real para el Chile de la Dignidad.

Alex Ibarra
Doctor en Estudios Americanos.