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Opinión

Iglesia, una cultura de la negación

Por: Angelo Mendoza | Publicado: 17.03.2022
Iglesia, una cultura de la negación Francisco Javier Errázuriz | AGENCIA UNO
La presencia de los obispos Ezzati y Errázuriz en la “Oración por Chile” es un claro reflejo de la reiterativa negación que hace la Iglesia chilena frente a los hechos de abuso sexual cometidos durante los últimos años. Por sí sola, la presencia de ambos obispos expone nuevamente a las víctimas de abusos sexuales y de conciencia de nuestro país. En forma directa les obliga a ser testigos, una vez más, de una jerarquía eclesial que no logra empatizar con su dolor y el daño causado.

En los últimos días hemos sido testigos de una secuencia de hechos a nivel eclesial que no pueden pasar inadvertidos por su carácter simbólico y los relatos implícitos que traen consigo.

La presencia de los obispos Ezzati y Errázuriz en la “Oración por Chile” es un claro reflejo de la reiterativa negación que hace la Iglesia chilena frente a los hechos de abuso sexual cometidos durante los últimos años. Por sí sola, la presencia de ambos obispos expone nuevamente a las víctimas de abusos sexuales y de conciencia de nuestro país. En forma directa les obliga a ser testigos, una vez más, de una jerarquía eclesial que no logra empatizar con su dolor y el daño causado.

Frente a los hechos, es imposible que cualquier gesto o expresión se aproxime a una reparación institucional. Por el contrario, se convierte en una situación doble vinculante e incoherente ya que, por una parte, las autoridades eclesiales dicen anhelar la paz y, por otra, conceden la presencia de personas que, al menos, han sido responsables directas del dolor de muchas víctimas de abuso sexual y de conciencia en Chile.

Enseguida, las expresiones del Cardenal Errázuriz son evidencia de una mirada autocomplaciente y ensimismada que distan mucho de una evaluación crítica. Sus declaraciones son carentes de toda realidad y desconocen la amplia reprobación social respecto de su actuar, en este caso, verbalizada en la reacción inmediata de la máxima autoridad del país.

La jerarquía de la Iglesia es sorda. Mantiene una posición de que ha hecho todo lo que estaba en sus manos, lo cual subjetivamente puede ser válido, pero que a estas alturas es imperdonable. Junto a ello, asume los hechos de abuso sexual y de conciencia como casos aislados, perpetuados bajo responsabilidad individual pero nunca institucional.

Si la Iglesia aspira realmente a la paz social, siempre debe estar del lado de las víctimas. Si no es así, seguiremos creyendo que sus intereses son la defensa corporativa y mantención de las estructuras.

Lo sucedido en la “Oración por Chile” no es un hecho puntual. Por el contrario: tiene un fuerte carácter simbólico y refleja una cultura de la negación que aún se mantiene en la Iglesia de Santiago a nivel estructural y eclesial.

Angelo Mendoza
Trabajador social. Magíster en Ética Social y Desarrollo Humano.