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Opinión

De lenguas chilenas y extranjeras

Por: Matthias Gloël | Publicado: 27.03.2022
De lenguas chilenas y extranjeras Johannes Kaiser |
No es éste el tema en el que quisiera profundizar aquí, sino la equiparación que hace el diputado Kaiser entre el uso del mapuzungun y del alemán y la igualdad de falta de respeto que según él constituirían. Ante todo, conviene señalar que es una lengua extranjera, oficial de un país europeo y lengua materna de los inmigrantes alemanes -como yo mismo- que hemos llegado a Chile. Resulta evidente que como hablante del alemán en otro país no pido poder usar esa lengua salvo en contextos particulares, pero no en un escenario público, ya que es una lengua ajena a la historia, la tradición y la idiosincrasia del país que me acogió.

El 17 de marzo de 2022, el diputado Johannes Kaiser inició su intervención hablando en alemán, al agradecer al presidente de la Cámara de haberle otorgado la palabra. Lo hizo no para reivindicar el uso del alemán o para decir algo en representación de los alemanes o de sus descendientes en Chile. Lo hizo, por el contrario, para exigir el uso exclusivo del castellano, ya que seguir hablando en alemán constituiría “una descortesía para todos los presentes”. Enfatizó enseguida, para reforzar su idea que “tenemos un elemento unificador por sobre todas las etnias, por sobre todos los orígenes en Chile y es el idioma castellano”.

Ahora bien, el diputado Kaiser explicó por qué hacía este llamado a la unidad lingüística del país. Uno podría pensar que algún colega parlamentario realizó una intervención completa en alemán y Kaiser lo estarían criticando indirectamente por ello. Sin embargo, no había ocurrido tal cosa. Parece evidente que se estaba refiriendo a algunas intervenciones que se hicieron tanto en el Parlamento (Emilia Nuyado) como en la Convención Constituyente (Elisa Loncon) en mapuzungun y que de ahí venga su llamado a “saludarnos, en el idioma que comprendemos todos”.

Es decir, retóricamente dice que hablar en alemán constituiría una falta de respeto hacia los demás honorables diputados para en realidad expresar que el haber hablado en mapuzungun efectivamente fue y es una falta de respeto, al diferir de la lengua nacional que hablamos todos.

Kaiser va incluso un paso más allá, al hacer una referencia histórica sobre la migración alemana a lo largo de la historia del estado chileno: “Mis antepasados llegaron hace 160 o 170 años, hay más de 500 mil germanos descendientes en Chile. No exigimos trato especial, cuando llegamos a Chile pedimos un trato igual y creo que todos los chilenos nos merecemos un trato igual”, citando a continuación las famosas palabras de Carlos Anwandter (1801-1889), de que los alemanes recién llegados serían “chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere”.

No vamos ahora a referirnos a la historia de la migración alemana del siglo XIX, sino solamente apuntar que el llegar gracias a la “Ley de Inmigración Selectiva” y las condiciones especiales (entrega de tierras entre otras) que les ofreció el Estado Chileno, sin duda alguna tuvo alguna característica de un “trato especial”, que Kaiser dice que no existió y que además contrasta con el trato de marginalización y despojo territorial que sufrieron los mapuche.

A pesar de la relevancia de lo anterior, no es éste el tema en el que quisiera profundizar aquí, sino la equiparación que hace el diputado Kaiser entre el uso del mapuzungun y del alemán y la igualdad de falta de respeto que según él constituirían. Ante todo, conviene señalar que es una lengua extranjera, oficial de un país europeo y lengua materna de los inmigrantes alemanes -como yo mismo- que hemos llegado a Chile. Resulta evidente que como hablante del alemán en otro país no pido poder usar esa lengua salvo en contextos particulares, pero no en un escenario público, ya que es una lengua ajena a la historia, la tradición y la idiosincrasia del país que me acogió.

El mapuzungun, en cambio, es una de las lenguas originarias de Chile, la más hablada de las que han sobrevivido a la minorización cultural y lingüística que han sufrido los pueblos indígenas a lo largo de los últimos siglos y en especial en la historia de los estados nacionales latinoamericanos. Es, por tanto, una lingua chilensis, chilidungu, dicen los textos de los antiguos misioneros, proveniente del territorio chileno, muy a diferencia del español que tiene sus orígenes en otro continente. Conviene recordar, en este contexto, que la noción y el concepto de Chile –no nacional, por supuesto, pero sí territorial– es anterior a la llegada de los españoles y, por tanto, no puede ser propiedad única de los hispano-criollos.

Esta lengua se encuentra en un difícil proceso de revitalización, consecuencia de la referida minorización provocada por personas como el diputado Kaiser que en los últimos dos siglos fueron menospreciando hasta tal punto que sus hablantes preferían no transmitir a sus propios hijos su conocimiento para que no sufrieran las mismas humillaciones. Todo esto bajo un Estado nacional que exigía unidad cultural y lingüística. Sólo una podía ser la lengua nacional –y oficial, las otras en consecuencia no eran vistas como lenguas chilenas.

En países multilingües como Suiza se usan distintas lenguas a nivel parlamentario con naturalidad y cada parlamentario se hace responsable de entender lo que dicen los demás. O miremos a Paraguay, donde prácticamente la población entera es efectivamente bilingüe castellano-guaraní, tanto indígenas como no indígenas. Las intervenciones en mapuzungun que se han hecho últimamente, y que Kaiser critica, incluso vinieron seguidas por sus respectivas traducciones al castellano, atendiendo precisamente al hecho evidente de que muchos no la entienden, ya que a diferencia de los mapuche, que sí aprenden la lengua del otro, nada parecido ocurre con los hablantes nativos del castellano.

No niego entonces que el castellano sea una lengua chilena. Es la lengua materna de la mayoría de sus habitantes, así que es una lengua chilena a todas luces. Pero también lo es el mapuzungun, presente en el territorio desde hace mucho más tiempo que el castellano y es necesario llegar a considerar su uso como algo normal, natural y habitual, para que los descendientes de los que fueron acogidos en el país no le den lecciones de este tipo a los descendientes de los habitantes ancestrales.

Digo todo esto siendo inmigrante yo mismo y siendo un no hablante del mapuzungun. Pero mi ignorancia en este aspecto es problema mío y no puede convertirse en el problema de quienes sí son hablantes.

Matthias Gloël
Historiador, doctor en Historia. Académico de la Universidad Católica de Temuco.