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Opinión

Un gobierno de las niñas y los niños

Por: Guruprakash Cornejo | Publicado: 07.04.2022
Un gobierno de las niñas y los niños Imagen referencial | Agencia Uno
Es potente gesto el que, para guiar este tiempo, que esta vez no elegimos a un “Padre” o una “Madre” que nos gobierne.  Elegimos en cambio, una persona “Joven” que mira hacia la infancia como sector relevante para el país que viene.

Ya desde la campaña presidencial, el candidato Boric mostró varias veces su atención al segmento de menor edad de la población: las niñas y los niños. Parte de su imaginería comunicaba como idea que la infancia sería un factor central en la gestión de su eventual gobierno. Algunas preocupaciones asomaban evidentes como la reformulación del Sename o una mayor inversión en Educación y Salud. Otras eran nuevas, como la remuneración de los cuidados domésticos y las tareas del hogar o la salud mental de la infancia. Señales claras dirigidas a un segmento que se incorporaba con una inédita atención.

Apareció así un primer momento en que el “Gobierno de los niños y las niñas” se veía en la escena del poder.

Tras la segunda vuelta, este sello destacó por sobre muchos otros en el periodo de instalación del Gobierno y del propio Presidente electo. Vimos un Presidente que se agacha ante los infantes y que se permite mirarles a los ojos. Un personero que le da importancia al momento que sostiene con ellos y a lo que le tienen que decir. Se manifestaron los regalos, dibujos, muñecos de confección propia, ganas de conocerle y de tomarse fotos con él. Siempre estuvo dispuesto saliéndose varias veces de protocolo en su afán de demostrarlo. De vuelta, niñas y niños han podido ser parte de su abrazo íntimo y de gestos de piel tan escasos en un mundo pandémico. Se asomó un país donde la mirada de las niñas y niños es considerada e incluida en los gestos simbólicos del poder.

Un segundo momento del “Gobierno de las niñas y los niños” surgió cuando apareció en propiedad el primer gabinete del, ya electo, Presidente Boric. Esta vez el apelativo no era utilizado con tanta amabilidad ni nobleza.

Y es que una señal muy potente del nuevo equipo fue el descenso en la edad de quienes ejercerían las diversas carteras de Gobierno. La juventud de algunos era contrastada con la confianza que daban otros, mayores y de vasto recorrido. Al sumar esto con los nombramientos en las subsecretarías, aparece una potente renovación generacional operando en el aparato público. Surgió la crítica por ser gente sin trayectoria pública, sin expertiz, con errores a cuesta en el camino y muy jóvenes para estar a cargo del manejo del Estado. Se hicieron indagaciones y confrontaciones para develar los errores cometidos.

Pero el Gobierno ha sabido asumir esa carencia como una virtud. Ha sabido darle valor a cierta inocencia en su acercamiento al poder. Ha propuesto un ejercicio de construcción colectiva de relaciones, búsquedas, reconocimientos atrevidos que no necesariamente cae en una ingenuidad. Algunos medios de comunicación y la clase política tradicional han mirado con sorpresa y cierta pasmosidad como se hacen habituales las salidas de protocolo.

Son niños sin experiencia, que miran hacia abajo, que reconocen lo que antes no estaba a la altura y no era visto, que hacen eso que nunca se había hecho así. Se ven pasos nuevos de quien está aprendiendo a caminar.

Y dialogando con ese momento iniciático surge de la agenda pública ahora un tercer momento para pensar en el “Gobierno de las niñas y los niños». Esta vez de una manera preocupante, contingente, y que invita a ser considerada desde diferentes aristas. Las denuncias de redes de acoso y manifestaciones de violencia expuestos por estudiantes de colegios en diversas regiones del país es un tema preocupante y de profundas raíces.

Pareciera destilarse ahí una semilla propia de una herencia cultural de la que poco se habla en políticas públicas. Se libera una violencia cotidiana que llevamos a nuestras casas y de la que los primeros consumidores son nuestras hijas e hijos. El contenido noticioso, la narcocultura, las imágenes que transmiten muchos de los artistas musicales de moda, la hipersexualización de muchas de nuestras relaciones, quedan develadas cuando la pulsión latente sale expuesta a la luz pública.

Queda colgado en el aire un contenido urgente de ser abordado por el nuevo Gobierno. Inevitablemente, esto es una invitación a sembrar para un futuro que no será necesariamente traducido en votos directos en la próxima elección. Este factor ha sido una consideración inevitable para los distintos gobiernos a la hora de privilegiar cuál política pública priorizar. Quizá haya también espacio para hacer las cosas de forma diferente, con miradas nuevas y frescas de cara a lo que está emergiendo. Y quizá, mejor aún, haya más cercanía para entender de donde vienen esos miedos, frustraciones y rabias contenidas. De joven a joven, esa distancia puede no ser tanta.

Educar no es reprimir ni castigar. Es más bien colaborar en la formación de un Ser Humano integral, confiado en la vida y en sus recursos.

Quizá sea tiempo para mirar el “hacer Gobierno” como una analogía a “criar” a un Ser colectivo, diverso en realidades y de mucha complejidad. Y es potente gesto el que, para guiar este tiempo, que esta vez no elegimos a un “Padre” o una “Madre” que nos gobierne.  Elegimos en cambio, una persona “Joven” que mira hacia la infancia como sector relevante para el país que viene.

Pero se sabe también que para criar se requiere una tribu. Quizá entonces, podamos mirar este tiempo también para reconocer que estamos “criando” entre todas y todos, juntos, un nuevo Gobierno para abrir este nuevo País. La acción institucional también dependerá de un diálogo activo que podemos nutrir desde los más diversos roles como ciudadanía presente, crítica y constructiva.

Cuando éramos infantes jugábamos a ordenar el mundo según las aventuras que queríamos vivir en él. Quizá sea tiempo de hacer en serio las cosas necesarias para lograrlo y alcanzar estándares de bienestar profundo y sentido en los más variados niveles. Nuestros horizontes se han movido y será necesaria una nueva institucionalidad que nos represente y nos regule.

Podemos prestar oído consciente a lo que hemos sido y a lo que estamos siendo hoy, como individuos y como colectivo de personas. Podemos recuperar esa mirada de niñas y niños y, desde nuestra adultez, volver a creer con una inocencia no ingenua que el mundo puede ser mejor. Esto es una tarea colectiva cuyo resultado entre todas y todos podemos contribuir a crear. Y criar. El Gobierno tiene su encargo, la ciudadanía el suyo.

La invitación de ese pequeño Ser que habla desde lo más profundo de ti, de tu interior, de tu historia, está extendida. Mirémosle a los ojos, abracémosle y dejemos que nos aconseje también en la construcción de ese país que viene.

Guruprakash Cornejo
Profesor de Yoga, Meditación y Ayurveda. Coach de Vida. Consultor.