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Infocracia

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 16.04.2022
Infocracia |
Byung-Chul Han da cuenta de una nueva fase de control social del capitalismo, donde el cuerpo deja de ser prioridad. El actual régimen de la información se apodera de la psique mediante la psicopolítica, siendo el teléfono móvil el instrumento de vigilancia, pero sin ningún tipo de restricción disciplinaria. Un final tan pesimista como el de este ensayo es el que inunda el ambiente del Chile actual, donde el vertiginoso transitar de la información termina desvaneciendo todo.

Esta semana llegó a Chile Infocracia, último ensayo del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, un nuevo capítulo en la crítica que este autor hace a la sociedad de la híper modernidad, caracterizada, dice, por la transparencia, la autoexplotación, el cansancio, la pospolítica y el dominio de los algoritmos. En este libro el filósofo plantea que el factor decisivo para obtener el poder no es ahora la posesión de medios de producción, sino el acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolítica y el control y pronóstico del comportamiento.

Se trata de un régimen distinto al de la disciplina de la dominación del capitalismo industrial y que Michel Foucault describe como aquel que utiliza el aislamiento panóptico: celdas vigiladas y aisladas donde los internos no tienen contacto entre sí mismos, no generan datos y no se comunican. Esta fase del capitalismo, en los tiempos de Foucault, era diagnosticada, en términos de su control social, como un poder disciplinario biopolítico y, tal como lo expresaba el ahora cancelado intelectual francés, “para la sociedad capitalista lo más importante es lo biopolítico, lo biológico, lo somático, lo corporal”.

En Infocracia, Byung-Chul Han da cuenta de una nueva fase de control social del capitalismo, donde el cuerpo ya deja de ser prioridad. El actual régimen de la información se apodera de la psique mediante la psicopolítica, siendo el teléfono móvil el instrumento de vigilancia, pero sin ningún tipo de restricción disciplinaria. Por el contrario, el actual régimen de los algoritmos necesita de nuestras libertades y creatividades para hacerse del poder.

Cuando uno lee este ensayo, no puede dejar de recordar algunos episodios de la política actual chilena; es más, uno pudiera llegar a pensar que este trabajo se inspiró en nuestro país y, especialmente, en el del periodo post estallido social. Y es que en último tiempo pareciera que subimos a una montaña rusa de híper información donde cada cual ha ido recibiendo mensajes diferentes, que a menudo se contradicen.

Al principio creíamos que por fin los ciudadanos habían adquirido sensibilidad respecto a las cuestiones importantes, de relevancia social. Los más exagerados, incluso, llegaban a asegurar que seríamos la tumba del capitalismo (exacerbado) para dar paso a un redentor momento de austeridad y solidaridad colectiva. Esto parecía haberse confirmado con el arrasador triunfo de la opción Apruebo a una nueva Constitución en el plebiscito de entrada y con lo bien que les fue a los candidatos independientes en la elección de convencionales.

Entonces, en las redes sociales, uno podía leer mensajes (y memes) de refundación, hojas en blanco, deconstrucción, revolución y otras categorías que llevaban a los sectores impugnadores a proyectarse en un momento cero, donde por fin comenzaría a aplicarse un sistema de vida alejado de los lastres mundanos de la modernidad. Pero meses después vimos que los sueños refundacionales se desvanecían dado los buenos resultados obtenidos por la derecha y la socialdemocracia en las elecciones de gobernadores y parlamentarios, y ni qué decir después del triunfo de José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial.

En Infocracia, Byung-Chul Han dice que un nuevo nihilismo avanza: “Ya no se trata de la muerte de Dios ni de la caída de los antiguos valores; el de hoy es el nihilismo de la información, ya no importan los hechos, la facticidad, sólo importan los datos, porque esa es la gran mercancía, con ellos se monta una realidad en la que ya no importa la verdad, o las verdades, esas construcciones sociales que hacen posible la convivencia humana, que nos regulan. Entonces ya no hay mundo común. Hay una nada: la mercancía sustituye a la realidad”.

He aquí un ensayo que cuenta la historia de una decadencia, una especie de descripción sin salida desde lo colectivo, donde el único escape pareciera ser la refundación del individuo a partir de retiros místicos o reconstrucciones metafísicas. La única opción para superar este régimen pareciera estar en el abandono de todas las herramientas y rutinas ofrecidas por el capitalismo en su fase actual (neoliberalismo).

Un final tan pesimista como el de este ensayo es el que inunda el ambiente del Chile actual, donde el vertiginoso transitar de la información termina desvaneciendo todo: ideologías, creencias, coherencias, lealtades, verdades, listas del pueblo, presidencias y constituciones.

Tal como expresan las últimas líneas de este libro: en la actual sociedad de la información, la verdad se desintegra en polvo informativo arrastrado por el viento digital. La verdad habrá sido un episodio breve.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.