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Opinión

Seducción por el poder: élite intelectual al servicio de la oligarquía

Por: Alex Ibarra | Publicado: 28.04.2022
Seducción por el poder: élite intelectual al servicio de la oligarquía |
Todos ellos tendrán que vivir con la culpa moral por haberse convertido en lo que representan; ‘La metamorfosis’ de Kafka entrega una buena metáfora de esto. Los “Amarillos por Chile” y las figuras públicas que asumen este discurso de boicot a la Convención Constitucional padecen esta seducción por el poder.

Este viejo tema del interesado deseo que algunas élites tienen por el poder ha sido una constante que desde la antigüedad se viene reiterando con cierta insistencia. Por ejemplo, Platón instaló la creencia de que los políticos deben hacerse filósofos o que los filósofos deben gobernar, mito reiterado hasta nuestros días desde la constante repetición del relato de la «caverna» que sigue reiterándose con escasa reflexión y aún menos crítica.
Las élites occidentalizadas, por lo tanto cercanas a un racismo adquirido en la ingenuidad e ignorancia, suelen reiterar estas frases cargadas de retóricas vacías que buscan imponer opiniones y criterios en una búsqueda incesante por estar alimentándose de los manjares y bebidas de la mesa del patrón. Clase vendida esta élite que se pone al servicio de la oligarquía, imitando a los operadores de los partidos políticos que buscan conservar el orden social y económico de la injusticia.

Todos ellos tendrán que vivir con la culpa moral por haberse convertido en lo que representan; La metamorfosis de Kafka entrega una buena metáfora de esto. Los “Amarillos por Chile” y las figuras públicas que asumen este discurso de boicot a la Convención Constitucional padecen esta seducción por el poder.
El campo del poder es claramente un campo político en disputa, pero en el cual debe imperar el criterio de representaciones legítimas. La crisis política en Chile tiene que ver con esta falta de legitimidad y con el corrupto dominio de una clase política a favor de la oligarquía que no para en su afán de concentrar la riqueza en unos pocos, los privilegiados. La injusticia no es una cuestión natural, como bien lo entendió Rousseau; es más bien una cuestión histórica, por lo tanto puede y debe transformarse, por esta razón no se puede ser cómplice en la mantención de un sistema económico, social, político y cultural injusto.
Es irresponsable sumarse a la tarea que pretende instalar un poder vacío. La agudización de la democracia requiere el riesgo de asumir un cambio, esa ha sido la pretensión de la convención constitucional y esto es lo que ha provocado la histeria de las élites privilegiadas y de los políticos corruptos. Son treinta monedas o treinta pesos, en sentido metafórico lo que les compró la conciencia.
Los intelectuales se equivocan con sus prácticas patriarcales de alzar la voz al defender esa posición absurda de que el pueblo tiene que ir hacia ellos: son ellos los que tienen que servir al pueblo. En estos momentos de reoriginalización del pensamiento no tiene sentido situarse en posiciones arielistas, hoy estamos llamados a fortalecer las posiciones calibanes.

En otras palabras, el intelectual con vocación política hace bien si se acerca a contribuir en el fortalecimiento de un nuevo orden político y hace muy mal si contribuye a las lógicas de dominio buscando conservar un orden político fracasado. El intelectual tiene la responsabilidad moral de leer la historia de manera crítica y contribuir al proceso de cambio que han iniciado nuestros procesos constituyentes a favor de la justicia social.

Alex Ibarra
Doctor en Estudios Americanos. Magistrado del TRINO.