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Opinión

Crisis climática: fracasar para regenerar… ¿una vez más?

Por: Francisco Videla y Pablo Díaz | Publicado: 22.05.2022
Crisis climática: fracasar para regenerar… ¿una vez más? | Funds Society
Cada año se informa del «día del sobregiro de la Tierra» (el día en que nos agotamos los recursos naturales del año), que es en julio. ¡Este año Chile ya ha sobregirado su cuenta ambiental en mayo! Estamos viviendo como si tuviésemos casi 2 planetas a disposición nuestra… pero no los tenemos.

Son miles y miles de páginas escritas, miles de horas de video y documentales, miles de charlas y cientos de miles de conversaciones en donde se nos advirtió que, si no cambiábamos los hábitos de consumo, el planeta diría: “¡No va más!”.

Cada año se informa del día del sobregiro de la Tierra (o sea, el día en que nos agotamos los recursos naturales del año). En 2021, a nivel mundial, ese día fue el 29 de julio ¡y este año Chile ya ha sobregirado su cuenta ambiental en mayo!; o sea, estamos viviendo como si tuviésemos casi 2 planetas a disposición nuestra… pero no los tenemos.

El último informe del Panel de Cambio Climático de Naciones Unidas IPCC (2022) fue el más alarmante y directo de la última década: los impactos adversos de nuestra actividad sobre los ecosistemas han hecho que muchos efectos no se puedan ya evitar ni revertir. Tendremos un aumento de temperatura media global durante los próximos 20 años que llevará, por ejemplo, a una pérdida de la capacidad de producir alimentos; los fenómenos climáticos extremos seguirán estando presentes; y continuará el aumento del nivel del mar, que afectará paulatinamente a más zonas costeras en el mundo.

¿Qué hacer entonces antes este escenario? ¿Levantar las manos en medio de la calle y gritar exigiendo responsables? ¿Mantener nuestro individualismo exacerbado y apretar el botón del “sálvese quien pueda?”. Lo primero, es aceptar que fracasamos, y luego… puede ser que tengamos otras alternativas.

La sociedad entiende el fracaso como el fin de un proceso, y suele otorgarle cargas, interpretaciones y palabras con tantas connotaciones negativas que nos bloquea completamente y limita el permitirse aceptar el fracaso como una llamada de alerta o una forma de replantearse decisiones. La búsqueda desesperada y veloz del resultado, que normalmente se acompaña con altas expectativas, no deja tiempo para hacemos cargo e involucrarnos en el desarrollo integral de esas soluciones, y menos para entender los impactos que existen en el camino para conseguir el “éxito”.

Ese éxito que está diseñado por una forma individualista de entender la felicidad, y que no necesariamente tiene relación con la historia o motivaciones personales, sino que se basa en la búsqueda de una aceptación social más que en la aceptación de un camino personal. Desde esta mirada, una correcta gestión del fracaso consiste en saber analizar, aceptar, digerir y relacionarnos con lo que no tuvo éxito, para sobreponernos a una situación negativa o de “no logro”. Ser capaces de gestionar la frustración generada y, sobre todo, traducirla en aprendizaje y en un cambio significativo en un nuevo intento, un nuevo intento donde el dolor del fracaso se transforma en impulso que ahora deberá ser sostenible.

Teniendo lo anterior en cuenta, y dada la urgencia del momento, ahora corresponde regenerar.

El concepto de regeneración no se utiliza al azar, sino que es parte de un requerimiento ineludible para la sociedad actual, particularmente en el ámbito económico. En el libro Economía rosquilla, Kate Raworth lo explica con claridad al decir que hoy en día el reto de la sostenibilidad no es que una empresa tenga, por ejemplo, el menor impacto ambiental, sino que se trata de que la empresa tenga un impacto positivo medioambiental. O sea, que desde el diseño de su proceso piense en que en el círculo productivo estará entregando un beneficio al entorno: agua limpia para consumo humano o riego, energía renovable para localidades que están en el mismo lugar de la operación, índices de aire con menos material particulado, etc.

El mismo concepto aplica sobre los impactos sociales. En el fondo, el desafío empresarial de esta época es entender que no basta la agregación de valor económico, sino que se deben buscar vías de agregación de valor social, cultural, barrial, territorial, etc. Y, ojo, esto no se trata de responsabilidad social empresarial: se trata de sostenibilidad; de posibilitar nuestra permanencia en el tiempo y en el espacio. Se requieren entonces nuevas formas de diseñar la relación de las empresas con los territorios, nuevas herramientas multidisciplinares, nuevos instrumentos de apoyo público y privado que re-entiendan el riesgo económico o la medición del éxito empresarial.

El miedo a fracasar nos ha ido cegando sobre los efectos de nuestros fallos, y eso a nivel planetario se ha transformado en la crisis climática en la que estamos. Pero es el mismo fracaso que nos da las herramientas para reaccionar. ¿A tiempo? No sabemos, pero de que es urgente hacerlo, de eso estamos seguros.

Francisco Videla y Pablo Díaz
Francisco Videla es sicólogo; director de Contenidos de la Consultora FracasoLab en Valdivia. Pablo Díaz es ingeniero comercial; fue seremi de Energía y director de CORFO en la Región de Los Ríos.