Avisos Legales
Opinión

Retomando la imagen país

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 07.06.2022
Retomando la imagen país Boric y Trudeau |
Una buena perfomance en esta gira del presidente Boric podría llevar a que el mismísimo presidente de la CPC, Juan Sutil, parte de la delegación en viaje, compruebe en terreno que al mundo le asustan más los viejos miedos del Rechazo que la responsable juventud del Apruebo.

Para un país que se ubica en el último lugar del mundo, luego de la cordillera, no da lo mismo la performance que ofrezcan nuestros mandatarios en sus visitas a otros países y, menos aún, a cumbres donde suelen encontrarse con los Presidentes de los países más poderosos de la Tierra. Hay ocasiones donde, más allá de lo que establezcan los tratados de libre comercio (mismos que hasta hace poco un joven funcionario pretendía someter a consulta ciudadana) o las negociaciones de años que hayan sostenido funcionarios de rango medio o incluso ministros, es la habilidad política, el carisma y la credibilidad que irradia el liderazgo del Presidente, una vez que se baja del avión de la FACH para pisar suelo extranjero, la que puede terminar marcando la diferencia a la hora de cerrar negocios, acuerdos o invitaciones a instancias multilaterales Premium.

Es en situaciones como estas que dimensionamos lo diminuto que suele ser Chile a la hora de mirarse desde el otro lado de la cordillera de los Andes y verse en la totalidad del paño global habitado por 7.900 millones de seres humanos.

Cuando revisamos la historia reciente en búsqueda de ejemplos de lo que han sido algunas experiencias de mandatarios en giras internacionales, podemos encontrarnos con: la inspirada y aplaudida intervención de Salvador Allende en la Asamblea General de las Naciones Unidas (misma que ha sido musicalizada por varios creadores chilenos e internacionales); las fallidas giras de Pinochet a países como Filipinas o, mejor dicho, el bloqueo que gran parte del planeta realizó a la dictadura militar (lo que se tradujo en un retroceso nunca antes visto de Chile en su política internacional); el aplaudido aterrizaje de la democracia chilena con un Patricio Aylwin al que le llovían invitaciones de países de todo el mundo; las constantes giras de Eduardo Frei Ruiz Tagle para buscar inversionistas que quisieran aterrizar en el nuevo “jaguar capitalista” de América Latina; Lagos y su negativa de apoyar al gobierno de Bush en la invasión a Irak; Bachelet y su capacidad de robar cámara, siempre sonriente, junto a colosales como Putin, Obama y Merkel; Piñera y el ridículo de mostrar una y otra vez el “papelito de los mineros”; Piñera y la vergüenza de  verle posar, junto a Donald Trump, con la bandera chilena como una estrella más de la gringa; Piñera y el descaro de invitar a sus hijos a un viaje de Estado a China para abordar negocios privados.

Es indudable que, para un país pequeño y lejano como el nuestro, las relaciones con el resto del mundo han sido fundamentales para lograr las transformaciones estructurales de las últimas décadas. Bueno, puede que para algunos lo indudable de las estadísticas sea puesto en duda con el sentimiento y no con el saber, ni el proceder, ni el más ancho pensamiento (pienso en un pulsional video promocional del Apruebo). O, dicho de otro modo, ¿qué habría sido de Chile sin los Tratados de Libre Comercio? Y ¿qué sería de Chile sin su participación en convenciones globales de salud, derechos humanos, migración, medio ambiente?

También podríamos preguntarnos respecto a nuestro país y su destacado estatus de buen pagador, ese que, en medio de sendas crisis económicas globales, mandaba a sus ministros de Hacienda a colocar bonos soberanos en la gran manzana capitalista. Lo cierto es que el país post Pinochet ha hecho una gran pega en política internacional, donde, salvo la imagen empresarial-narcisa de Piñera, ha habido gobiernos respetados y aplaudidos por gran parte del mundo, destacados por otorgar estabilidad, seriedad y responsabilidad a un país inserto en la siempre compleja realidad latinoamericana.

Por lo anterior, es que la primera gira internacional del presidente Gabriel Boric adquiere una gran importancia, pues se trata de un viaje para encontrarse con el Primer Ministro de Canadá, el Presidente de Estados Unidos y la Cumbre de las Américas, es decir, con parte de los mandatarios de un continente que se reúne luego de una pandemia global, en medio de un escenario de inflación económica, crisis migratoria, escasez de alimentos y vientos de guerra. Será la oportunidad de ver a un mandatario de la nueva izquierda chilena relatar la experiencia de la superación del estallido social, a través de un proceso constituyente inédito y vanguardista que, en lo grueso, no altera demasiado las oportunidades para el amigo cuando es inversionista extranjero.   

Tal como ocurrió con la reciente Cuenta Pública, donde Boric comprobó que un relato moderado y convocante significa retomar el apoyo y la credibilidad ciudadana (al igual que en la segunda vuelta presidencial), una gira internacional que otorgue certezas a Estados e inversionistas del mundo capitalista podría ser el mejor espaldarazo para un gobierno que comienza su navegar en medio de turbulentas corrientes globales.

Es más: una buena perfomance en esta gira del presidente Boric podría llevar a que el mismísimo presidente de la CPC, Juan Sutil, parte de la delegación en viaje, compruebe en terreno que al mundo le asustan más los viejos miedos del Rechazo que la responsable juventud del Apruebo.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.