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Opinión

La nueva Constitución y los avances hacia una educación no sexista

Por: Milena Figueroa | Publicado: 25.07.2022
La nueva Constitución y los avances hacia una educación no sexista |
Se agradece que la nueva Constitución plantee una educación no sexista, pues urge que los prejuicios construidos por la sociedad y que determinaron los roles de la mujer y el hombre de manera binaria, en donde la mujer se ve inundada de docilidad, servilismo y pasividad y el hombre resulta el protagonista, fuerte y sostén, queden en el pasado.

Hace un par de días comencé a estudiar la propuesta constitucional y leí con alegría el Artículo 35, que versa: “La educación se rige por los principios de cooperación, no discriminación, inclusión, justicia, participación, solidaridad, interculturalidad, enfoque de género, pluralismo y los demás principios consagrados en esta Constitución. Tiene un carácter no sexista y se desarrolla de forma contextualizada, considerando la pertinencia territorial, cultural y lingüística”. Clasifico ese momento como alegre porque, si bien desde el término de la dictadura militar en educación se han generado políticas democratizadoras, estas se relacionan con una transmisión heteronormativa de la sexualidad y cargadas también de estereotipos de género.

Algunas de las políticas orientadas hacia el género y la sexualidad serían el “Plan Nacional de Educación en Sexualidad y Afectividad” (2005-2010), la “Ley General de Educación” (2010), la “Ley de Violencia Escolar” (2011), las “Propuestas sobre perfeccionamiento docente sobre programas de afectividad, sexualidad y género” (2016), el “Plan Nacional de Educación Sexual”, las “Orientaciones para la inclusión de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex en el sistema educativo chileno” (2017), entre otras. Estas políticas han permitido avances importantes, como el aumento en el número de mujeres que acceden al sistema educativo. Sin embargo, debido al ser en su mayoría propuestas y sugerencias, no han significado cambios profundos en la sociedad ni en la igualdad de oportunidades, ni en participación.

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (llamada CEDAW, por sus siglas en inglés), en 2018, reconoce la importancia de varias de las normativas, leyes y planes mencionados anteriormente, pero plantea preocupación porque los estereotipos de género que se transmiten a través del material pedagógico y los procesos de enseñanza y aprendizaje repercuten en las decisiones que las niñas toman respecto a sus carreras, además de evidenciar los problemas que posee el sistema educativo chileno para que, por ejemplo, las estudiantes embarazadas logren finalizar sus estudios.

Por lo anterior, la CEDAW sugiere entre otras cosas que Chile “revise los planes de estudios para eliminar los estereotipos de género, vele por que se disponga de material didáctico en el que se tenga en cuenta el género e implante actividades obligatorias de capacitación para el personal docente a todos los niveles del sistema educativo sobre sensibilidad y cuestiones de género y sobre las repercusiones de las conductas con sesgo de género en los procesos de enseñanza y aprendizaje” (ONU, 2018).

Teniendo en consideración lo anterior, es que se agradece profundamente que la nueva Constitución plantee una educación no sexista, pues urge que los prejuicios construidos por la sociedad y que determinaron los roles de la mujer y el hombre de manera binaria, en donde la mujer se ve inundada de docilidad, servilismo y pasividad y el hombre resulta el protagonista, fuerte y sostén, queden en el pasado. La sociedad actual nos plantea abandonar estos estereotipos para avanzar hacia una sociedad más justa que brinde oportunidades para todas, todos y todes sin importar géneros ni orientaciones sexuales y donde las niñas se sientan libres de elegir, estudiar y ser, sin que su género, ni lo que la sociedad clásica espera de ellas, sean limitantes para cumplir sus metas.

Mis estudiantes también ansían ese cambio y lo observo a diario cuando con orgullo las escucho cuestionar la heteronorma, el binarismo, la estructura de los establecimientos y mis propias prácticas, pues como docente también aprendo constantemente de ellas y me replanteo todo. Ellas, ellos y elles necesitan una educación que esté a la altura de lo flexibles, tolerantes y diversos que son sus pensamientos, una educación que promueva la colaboración, no discriminación, inclusión, justicia, participación, solidaridad, interculturalidad, el enfoque de género y el pluralismo. Abriendo paso a proyectos de ley como la Educación Sexual Integral, que fue rechazada en 2020, pero que, sin lugar a dudas tal y como se menciona en el proyecto, es fundamental para que se disfrute de derechos como el de la salud; los sexuales y reproductivos; a la información; a una vida libre de violencia sexual y de género; a la igualdad y la no discriminación. Todo ello a partir de una propuesta educativa que incorpore una educación sexual integral en los planes y programas de estudio, donde sin importar las creencias de las familias y las religiones los estudiantes puedan tener acceso a la información y se sientan acompañados en todo lo que implica descubrir la sexualidad, vincularse afectivamente con otros de forma saludable y segura e identificar incluso cuando son víctimas de abuso sexual.

Por las nuevas generaciones y los estudiantes que hoy no se sienten comprendidos ni escuchados, por los que son discriminados por su orientación sexual, por aquellas niñas que sueñan pero que hoy no son motivadas ni potenciadas, espero pronto tener una educación no sexista.

Milena Figueroa
Educadora diferencial.