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La crisis del pellet grita Apruebo

Por: Catalina Amigo | Publicado: 11.08.2022
La crisis del pellet grita Apruebo Crisis del pellet en Coyhaique |
El Artículo 59 de la nueva Constitución busca asegurar que toda persona tenga derecho a un mínimo vital de energía asequible y segura. Reconoce como un deber del Estado garantizar acceso equitativo y no discriminatorio a servicios energéticos a la población. Es por esto que la crisis de pellet en la Región de Aysén grita Apruebo.

Con personas haciendo fila desde la madrugada para comprar un máximo de 7 sacos de pellet amanece la ciudad de Coyhaique. Un saco de 15 kilos cuesta $ 5.000 y puede durar entre uno y tres días, dependiendo de la intensidad del uso. Para quienes no consiguen en el comercio establecido, contactos de marketplace y whatsapp ofrecen con sobreprecio. Un hogar que lo mantiene encendido 24/7 en invierno gasta al menos $ 150.000 mensuales sólo en calefacción, situación común en hogares con niños y niñas menores y personas mayores.

Estos problemas de suministro ocurren en medio de un importante esfuerzo de transición energética residencial en las ciudades del sur del país, donde se han cambiado más de 8 mil calefactores a leña por estufas a pellet y a parafina principalmente. El recambio de calefactores nos ha permitido avanzar en los desafíos de mejorar el acceso a servicios energéticos de calidad en las ciudades con Planes de Descontaminación Atmosférica, un paso necesario (siempre que se realice en conjunto con el mejoramiento térmico de viviendas) para enfrentar los severos problemas de pobreza energética que redundan en contaminación local del aire.

Sin embargo, estos procesos han carecido de una aproximación con perspectiva de justicia, que permita hacer estos cambios sin sacrificar el bolsillo o las temperaturas saludables para las personas al interior de las viviendas. No basta con subsidiar el acceso a tecnologías limpias y eficientes como las estufas a pellet, sino que también debemos asegurar que las personas puedan acceder a los combustibles que necesitan para enfrentar las bajas temperaturas de este invierno que, como aquí dicen, llegó frío como los inviernos de antes.

Las bajas temperaturas no son novedad en este territorio. Por esto el acceso a calefacción es un asunto vital y las personas están acostumbradas a gestionar la calefacción de sus viviendas. Quienes hicieron el esfuerzo por cambiar su calefactor hoy tienen posibilidades que profundizan las condiciones actuales de pobreza energética: hacer largas filas, pagar sobreprecio, pasar frío o volver a la leña.

Y sí, es necesario promover una cultura de almacenaje y para esto tenemos las estructuras de memoria territorial del uso de leña. Así como antes las personas se preparaban desde el verano juntando leña, es necesario que desarrollemos nuevas costumbres de almacenaje de pellet.

Sin embargo, no todas las personas tienen la capacidad económica para invertir en verano y ‘aperarse’ para el invierno. Y son precisamente algunas de estas personas las que hoy están haciendo fila desde la madrugada con temperaturas bajo los 0º Celsius. Es urgente asegurar condiciones económicas y de infraestructura para que la población pueda pasar el invierno sin sacrificar en exceso su presupuesto familiar, pasar frío o tener que irse a la cama más temprano. Para superar la pobreza energética y descontaminar Coyhaique también necesitamos reducir la vulnerabilidad energética territorial de la Región de Aysén, mejorando la confiabilidad del sistema eléctrico y del suministro de combustibles como el pellet.

Estos aprendizajes son necesarios en una trayectoria de cambio: el próximo año tenemos que reforzar tempranamente campañas de promoción de almacenamiento, acompañadas de mecanismos de apoyo para hogares que no puedan costear esos gastos. Asegurar la continuidad del suministro de combustibles de transición es urgente, pero también asegurar el acceso equitativo y no discriminatorio a la energía.

La cultura de la leña está profundamente arraigada. Sabemos que el camino de cambio es largo y para consolidarlo en una trayectoria de transición justa hacia energías limpias necesitamos asegurar la continuidad del suministro de combustibles para que los esfuerzos realizados no sean en vano.

Hoy las dificultades en el acceso a este combustible erosionan las posibilidades de avanzar en la descontaminación de Coyhaique y en el camino de la transición energética justa. El camino sin duda es pedregoso, pero no podemos tropezarnos una y otra vez con la misma piedra. El desabastecimiento ocurrido en plena pandemia fue la primera vez; la situación actual es la segunda. Ojalá no nos tropecemos tres veces, porque nos puede costar un cambio de trayectoria y un retroceso importante en los procesos de descontaminación.  Debemos enfrentar esta crisis de forma resiliente, aprovechando la oportunidad para aprender y continuar robusteciendo nuevas estructuras de calefacción en la ciudad, que permitan una matriz energética limpia y diversificada.

El Artículo 59 de la propuesta de nueva Constitución busca asegurar que toda persona tenga derecho a un mínimo vital de energía asequible y segura. Aprobando la nueva Constitución avanzamos en que se reconozca como un deber del Estado el garantizar acceso equitativo y no discriminatorio a servicios energéticos (es decir, tanto a fuentes de energía como a tecnologías adecuadas) a la población, velando por la continuidad de los servicios energéticos. Es por esto que la crisis de pellet grita Apruebo. Una Constitución que garantice el derecho a un mínimo vital de energía (Art. 59) permitirá el desarrollo de un marco regulatorio que nos ayude a no volver a tropezarnos con esta piedra nuevamente en el camino de la transición energética justa.

Catalina Amigo
Antropóloga social. Coordinadora ejecutiva de Red de Pobreza Energética (RedPE) y Red de Inclusión Energética Latinoamericana (Red IEL).