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Opinión

Jornada laboral semanal de 40 horas con perspectiva de género

Por: Jorge Rosales-Salas | Publicado: 23.08.2022
Jornada laboral semanal de 40 horas con perspectiva de género Proyecto de Ley de 40 horas |
La jornada laboral de 40 horas es un elemento esencial en el camino hacia un cambio de paradigma para el equilibrio entre la vida laboral y la personal. Menos horas de trabajo a la semana suponen más horas para cualquier otro tipo de actividad.

La pandemia ha puesto una lupa en las brechas sociales que llevamos arrastrando desde hace décadas incrementando el efecto sobre las mujeres y, especialmente, sobre las madres: pérdida de empleo, mayor precarización, reducciones de jornada, salud mental, etc. Esto es un claro ejemplo de cómo las medidas impulsadas hasta la fecha en materia de conciliación no han sido suficientes para alcanzar la igualdad de género, mejorar la tasa de empleo de las mujeres y reducir la tasa de paro, reducir la temporalidad de los contratos, evitar las reducciones de jornada, etc. La pandemia sólo ha magnificado los retos a los que se enfrentan diariamente las mujeres.

Las mujeres se encuentran ante un dilema de difícil solución: no pueden abandonar el mercado de trabajo, pero tampoco pueden dejar las tareas de cuidados, que cada vez son más exigentes. La contratación a jornada parcial es una falsa solución a esta situación. De esta manera, la economía está perdiendo una parte sustancial de la contribución potencial de las mujeres a la generación de valor añadido y también de valor social.

Las mujeres están siendo más perjudicadas por los efectos de la pandemia tanto en la salud como en la economía. Primero, porque la crisis ha impactado de lleno en los sectores de actividad en los que la mujer tiene una mayor presencia —educación, actividades sanitarias y servicios sociales, comercio y hostelería— y, segundo, porque la sobrecarga en el cuidado del hogar y de la familia, como consecuencia del cierre de los colegios y la dificultad para externalizar servicios domésticos y de cuidados de personas, la han asumido fundamentalmente las mujeres.

La jornada laboral de 40 horas es un elemento esencial en el camino hacia un cambio de paradigma para el equilibrio entre la vida laboral y la personal. Menos horas de trabajo a la semana suponen más horas para cualquier otro tipo de actividad.

Al mismo tiempo, la jornada de 40 horas contribuye a equilibrar el derecho a una carrera profesional entre hombres y mujeres dentro de las empresas. Todos/as sabemos que trabajar a jornada parcial implica tener “vetados” determinados ascensos o determinados puestos y la jornada universal de 40 horas vendría a eliminar esta barrera para muchas mujeres.

Por otra parte, con una reducción colectiva de las jornadas laborales se evitaría que sean las mujeres las que continuamente se reduzcan “voluntariamente” la jornada laboral para poder cuidar, evitando el impacto económico negativo que esto supone durante su vida laboral y de cara a sus pensiones. Esto por no mencionar el impacto que tiene en el conjunto del país, al perder una parte significativa del aporte de las mujeres a la actividad productiva.

Es interesante comprobar cómo la brecha salarial entre mujeres y hombres se amplía cuando las mujeres tienen hijos. La “penalización por ser madre” se refleja en un menor sueldo a lo largo de su carrera profesional. Por último, una jornada de 40 horas liberaría tiempo para el cuidado propio de las mujeres, especialmente para aquellas que tienen hijos e hijas o personas a cargo.

En esta realidad, cualquier medida que permite liberar tiempo para el propio cuidado y desarrollo tendrá un impacto positivo en la salud física y psicológica de las mujeres.

Evidentemente, la jornada de 40 horas no lo soluciona todo. La ausencia de una implicación completa de los hombres en el cuidado del hogar y de las personas no se soluciona sólo reduciendo el tiempo de trabajo semanal, aunque este sea un elemento clave. Será necesario desarrollar medidas complementarias, para que esto no suponga “que las mujeres se organicen mejor” si no que, en las parejas, se haga un mejor reparto de los tiempos de cuidado. Esto requiere de un cambio profundo en lo que significa el cuidado, en su valor social y no pueden producirse desde el ámbito laboral exclusivamente.

Cuando hablamos de corresponsabilidad lo hacemos en un doble sentido. En cuanto a equilibrar el reparto de responsabilidades y tareas entre mujeres y hombres, y en la necesidad de que las administraciones públicas asuman su parte a través de unos servicios públicos de calidad, que lleguen a todos y todas y que contribuyan al cuidado, especialmente de los que más lo necesitan.

El movimiento feminista centra las reivindicaciones en este 2022 en la visibilización del papel central de las mujeres durante este largo año de pandemia, así como en la defensa de unos servicios públicos de calidad como elemento imprescindible para paliar terminar con la emergencia social.

Según un estudio de OPES, la relación entre la disminución de la jornada laboral y la productividad laboral se presenta dentro de una perspectiva de la famosa wage efficiency hypothesis (hipótesis de salarios de eficiencia) desarrollada por Carl Shapiro y el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. El postulado básico de esta teoría dice que la productividad de los trabajadores depende positivamente del salario recibido. De esto se desprende que el salario que a la firma le conviene pagar (el que logra la máxima productividad con los menores costos) puede ser más alto que el que el mercado sugiere al equilibrar la oferta con la demanda. Según esta hipótesis, no sólo aumentos salariales resultan en mayor eficiencia, sino que las mejoras en las condiciones laborales derivarían en aumentos de productividad laboral.

Son varias las explicaciones que dan sustento a la hipótesis de salarios de eficiencia; una de las más reconocidas tiene relación con el efecto de satisfacción y cuidado del puesto de trabajo (Akenlof, Yelen, 1988; Stiglitz, 1976; Weiss, 1976). Con mejores condiciones laborales, los trabajadores estarán más satisfechos y aprecian más su puesto de trabajo, por lo que estarán dispuestos a proveer un mayor esfuerzo en su actividad, lo que a su vez redundará en una mayor productividad laboral. Esta hipótesis ha sido probada en varios contextos laborales (ver, por ejemplo, el estudio de Raff y Summers, 1987, que analiza el famoso caso de Henry Ford cuando decidió doblar los salarios por hora, causando un aumento en una proporción aun mayor en la productividad de sus trabajadores), además de ser coherente con las particularidades de los mercados laborales de las economías en desarrollo (Bulow, Summers, 1986; Albrecht, Vroman, 1992).

La hipótesis de los salarios de eficiencia permite inferir que el proyecto de reducción de la jornada laboral tendrá efectos más potentes que una mera subida de los salarios. Así, la liberación de horas para disfrutar en actividades personales, en conjunto con un mayor salario por hora, amplifica los efectos positivos derivados de la teoría estudiada.

Finalmente, no deja de ser necesario plantear el sentido común que resulta tan sólo pensar los beneficios (ampliamente definidos) de disminuir la jornada laboral dada las actuales condiciones laborales del país. Según la última edición de Workmonitor, Chile es el quinto peor país (de los 33 que son parte del estudio) en cuanto a la satisfacción laboral de los trabajadores, lo que sin duda afecta negativamente la productividad laboral. Una forma efectiva de reducir tal nivel de insatisfacción, y por lo tanto de aumentar la productividad, es reduciendo la actual larguísima jornada laboral.

El ingreso del país no se condice con una jornada semanal tan extensa como la existente, a la que se le pueden sumar incluso 3 horas adicionales por motivo de transporte. El hecho de cambiar una condición de tan larga jornada laboral hace que muchos de los beneficios de cortarla sean mayores y que sus posibles costos sean de menor cuantía.

En Chile, aún nos queda un largo camino por recorrer para avanzar en la reducción de la desigualdad laboral y salarial entre mujeres y hombres, pero, sin duda, la jornada de 40 horas es un paso importante. Por el impacto en conciliación, en igualdad salarial y de oportunidades en la carrera profesional, en salud física y mental, en mejora de la calidad de vida y bienestar, especialmente para las mujeres, defendemos la aportación de la jornada de 40 horas como elemento central en los próximos años y lo sumamos como elemento al debate.

Jorge Rosales-Salas
Ingeniero civil industrial. PhD. en Sistemas de Ingeniería. experto en Economía del Tiempo. Investigador del Centro de Economía y Políticas Sociales.