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Opinión

Resalvajizar al homo sapiens     

Por: Nicolás Nazal | Publicado: 26.09.2022
Resalvajizar al homo sapiens      |
La gobernabilidad o administración del planeta de este nuevo humano económico ha sido similar a la de su predecesor sapiens. Sin embargo, la velocidad de apropiación de los ecosistemas y sus inherentes transformaciones ha aumentado vertiginosamente a una tasa exponencial en los últimos 200 años.

Algunos autores reclaman que nuestra especie ha dejado de llamarse como tal y de homo sapiens hemos pasado a ser un homo economicus. Si bien la autodenominación de llamarnos “sabios” ya era poco modesta, el ahora transcendernos de “económicos” parece más acertada considerando la etimología de esa palabra. Economía proviene de la conjunción de dos términos griegos oikos + nomós. Oikos significa casa u hogar, mientras que nomós hace referencia a las leyes, gobernar y administrar. ¡Que término más acertado el de económico! para definir a una especie animal que se ha convertido en el modelador del planeta en los últimos 50.000 años, imponiendo sus reglas, gobernándolo y administrando según sus preceptos.

Contrariamente a lo que comúnmente se piensa, el impacto del ser humano en la naturaleza es muy anterior a la revolución industrial, ocurrida a mediados del siglo XVIII. Si bien la mayoría de los registros claves en cuanto a impactos en los ecosistemas provienen a contar de esa época, tales como aumento de CO2 en la atmósfera, extinciones masivas o contaminación de los océanos, los impactos a gran escala en los ecosistemas producto de la acción de los seres humanos es mucho más antigua.

Existe un amplio consenso que hace unos 45.000 años los primeros intrépidos navegantes humanos llegaron a Australia desde el archipiélago de Indonesia. Este territorio era habitado por una gran diversidad de fauna, especialmente marsupiales gigantes y extraños como canguros de seis patas. A pesar de que esas especies habían sobrevivo y evolucionado por milenios en ese lugar aislado del resto del mundo, al poco tiempo de llegados nuestros parientes lejanos ya se habían extinguido algo así como el 90% de esa mega fauna. Algo similar ocurrió en el continente americano, comenzando unos 16.000 años atrás, cuando los sapiens ingresan desde el territorio de Siberia a Alaska. Luego de unos 2.000 años de su llegada, ya se habían extinguido algo así como 34 de los 47 géneros de grandes mamíferos. Ni las eras glaciares, las cuales ocurren en forma más o menos cíclica cada 100.000 años, habían generado un cambio tan repentino.

La gobernabilidad o administración del planeta de este nuevo humano económico ha sido similar a la de su predecesor sapiens. Sin embargo, la velocidad de apropiación de los ecosistemas y sus inherentes transformaciones ha aumentado vertiginosamente a una tasa exponencial en los últimos 200 años. Si extinguir la mega fauna de Australia nos tomó unos meros 2.000 mil años, en la corta era geológica denominada Antropoceno, hemos puesto en peligro de extinción alrededor del 20% de totas las especies de animales en el planeta, entre los cuales están el 34% de los peces, el 25% de los anfibios y el 11% de los pájaros. Además de las extinciones, hemos intervenido abruptamente el clima, los glaciares, la capa de ozono y prácticamente todos los ecosistemas existentes, utilizando los recursos que nos sirven y contaminando o afectando gravemente aquellos que pensamos que no.

Así, desde un punto de vista económico, no hemos hecho un buen trabajo gobernando nuestro hogar llamado Tierra. Las políticas cortoplacistas han permitido expandir el sistema económico hasta convertir la mayor parte de la naturaleza en recursos para ser usados o afectados gravemente en pos del beneficio de nuestra especie. Esta economización del planeta ha logrado el gran suceso de permitir casi 8 billones de humanos habitar el planeta en un determinado momento, más probablemente que todas aquellas especies de humanos que habitaron la tierra en los millones de años que precedieron la revolución agrícola. Esta mirada cortoplacista y expansionista del homo economicus tendrá que ser rectificada por las futuras generaciones si es que pretenden habitar este planeta por otros cuantos siglos.

Afortunadamente existen algunos brotes verdes en las generaciones actuales que podrían enmendar todo este desastre ecológico que hemos causado, entre ellos la idea del Rewilding o “Resalvajización” parece ser una de las más sensatas. Esta idea de volver a ser salvaje no se refiere a reconvertirnos nuevamente en pequeños grupos de cazadores recolectores que forman una especie más de la biodiversidad de los ecosistemas, sino más bien en utilizar las soluciones basadas en la naturaleza que disponemos para no solo disminuir el impacto que como especie ejercemos en el planeta, sino que volver a regenerar lo que alguna vez fue.

Si bien nunca volveremos a interactuar con esa fauna extinta milenios atrás, ni recuperar ecosistemas perdidos, es posible acoplarse y ser parte de ese cambio continuo del planeta y la vida que ocurre en él, ejerciendo la oportunidad y el derecho de la naturaleza a recomponerse y con ello también beneficiarnos como especie en esta resalvajización.

Nicolás Nazal
Consultor ambiental y economista ecológico.