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Opinión

Feminismo popular para transformar

Por: Camila Musante y María Jesús Aguilar | Publicado: 14.10.2022
Feminismo popular para transformar |
Asumimos la vocación de poder, pero no nos quedamos en eso: la lucha contra las opresiones no se acaba en el acceso al aparato estatal y las instituciones, sino que implica la transformación en la vida diaria de las mujeres y diversidades. Nuestra tarea no termina al alcanzar espacios de poder, porque nuestro objetivo es transformar la estructura de nuestro país.

El gran desafío que tenemos, es cogernos de la mano con aquellas mujeres que apenas se están poniendo de pie para empujar sus propias reivindicaciones (…) porque allí están las verdaderas luchas de las mujeres que no se reclaman a sí mismas feministas, pero que lo son [Francia Márquez, Vicepresidenta de Colombia]

Las crisis siempre las pagan quienes no pueden pagarlas. Así ocurrió con la pandemia, cuyos efectos, en conjunto con la recesión global, ya comienzan a sentirse en el día a día en los hogares de nuestro país, porque los ingresos no alcanzan para cubrir el alza de precios en los bienes que representan necesidades básicas y fundamentales para la supervivencia, como los alimentos, el vestuario y la higiene. Nuevamente, contrasta esta dura realidad con las tremendas ganancias de las AFP (que en el caso de Provida, registró ganancias por $ 73.270 millones sólo en el primer semestre de 2022) y de los bancos (como Santander, que hasta agosto de 2022 obtuvo ganancias que ascienden a $ 663.683 millones).

Se repite la historia de la gente común, la gente que sobrevive con el sueldo mínimo, las chilenas y chilenos que tienen dos trabajos y una pensión de miseria. Se repite la historia con las mujeres, pagando las injusticias de una sociedad opresora. Son las mujeres a las que no se les reconoce el trabajo doméstico y de cuidados, quienes hoy deben asumir y absorber el 14,1% de inflación, como si ya no fuese suficiente. Deben, además, sufrir las consecuencias de los ajustes presupuestarios y los recortes sociales. Las remuneraciones han caído un 3% en 12 meses, y hoy a un 58,8% del total de mujeres ocupadas en Chile no les alcanza para mantener un hogar por sobre la línea de la pobreza, evidenciando la realidad de los bajos salarios. Sabemos que, cuando el Estado se aprieta el cinturón, significa que está abandonando a los más desvalidos y frágiles a su suerte.

¿Qué hacemos para salir adelante? En tiempos de crisis las mujeres salimos adelante porque somos luchadoras innatas que nos sobreponemos ante cualquier obstáculo. Por eso, el horizonte de las feministas populares sigue más vigente que nunca: la tarea cotidiana por la erradicación de la violencia en todas sus formas hacia las mujeres, hacia los niños, niñas y adolescentes. Mientras haya mujeres sometidas a la pobreza y violencia estructural por su origen social será necesario que nos tomemos de las manos para apoyar a las que se han quedado atrás, para que se pongan de pie y reivindiquen sus propias luchas. Si algo hemos aprendido es que no basta con que nosotras mismas nos hayamos emancipado. Para que Chile cambie necesitamos la emancipación de todas. No podemos ser libres si nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras sobrinas, no lo son. No podemos dejar a ninguna atrás.

El desafío no sólo está en imaginar un futuro libre de opresiones sino también en distinguir desde qué posición hacerlo, y en esto no nos perdemos: es en la periferia, en las calles, con las organizaciones locales y los movimientos populares, donde se encuentran las historias de grandes mujeres anónimas, que no se reconocen como feministas, pero que sin duda inspiran y nutren el proyecto emancipatorio de toda opresión.

Las mujeres populares sabemos que no se trata de repetir la misma lógica, sino de cambiar la posición desde dónde se piensan las demandas del feminismo. No sólo debemos darle un giro a las opresiones hacia las mujeres y disidencias sexuales, sino que debemos asumir un nuevo desafío en cuanto a la articulación de las fuerzas heterogéneas del feminismo que, incluso, han demostrado tener distintas formas de reivindicación. Es por esto que no creemos que exista una posición moral de única autenticidad para el feminismo.

Un feminismo, pensado desde el territorio y la diversidad de identidades, requiere de construcción de derechos, requiere del Estado y las instituciones, pero no se acaba en ello. No es suficiente un gobierno feminista, ni parlamentarias feministas, esa es una parte -por cierto, importante- en el gran desafío de transformar Chile, pero la fuerza institucional no es suficiente para terminar la estructura de dominación (léase patriarcado, léase neoliberalismo). Sólo una fuerza social y política construida desde abajo es capaz de impulsar un proceso de cambio estable en el tiempo, protagonizado por quienes viven día a día la injusticia social.

Allí es donde se encuentra la radicalidad de nuestro proyecto: en que no queremos hablar por otras. Asumimos la vocación de poder, pero no nos quedamos en eso: la lucha contra las opresiones no se acaba en el acceso al aparato estatal y las instituciones, sino que implica la transformación en la vida diaria de las mujeres y diversidades. Nuestra tarea no termina al alcanzar espacios de poder, porque nuestro objetivo es transformar la estructura de nuestro país. Transformar los sentidos, para que el bien común ya no dependa del gobierno de turno, sino de la voluntad popular en defensa de lo avanzado y la lucha por lo que aún nos falta.

Camila Musante y María Jesús Aguilar
Camila Musante es diputada por el Distrito 14. María Jesús Aguilar es coordinadora nacional del Frente Poderosas.