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Opinión

Toda su pintura no cambiará la historia

Por: Mercedes Bulnes | Publicado: 18.10.2022
Toda su pintura no cambiará la historia | Foto: Álvaro Hoppe
El hito del estallido social no se borrará con una mano de pintura ni dilatando las discusiones que la derecha espera estirar hasta fines de este año buscando crear las condiciones para que salga a la luz un proyecto constitucional que, como decía el Gatopardo en la genial obra de Lampedusa, cambie todo para que no cambie nada y, bajo el peso de la noche, en Chile sigan los antiguos o nuevos políticos, decidiendo las reglas y poniendo la música que las mayorías deberán corear.

Hace tres años el pueblo de Chile salió a las calles exigiendo dignidad, respeto por nuestros derechos y fin a los abusos. Muchos, amparados en su comodidad o en sus privilegios, debieron abrir los ojos y enfrentar el hecho de que, como decía Violeta Parra, “Chile limita al centro con la injusticia”.

Ante la presión, hace tres años, las fuerzas políticas debieron llegar a un acuerdo para una nueva Constitución, que escribirían mujeres y hombres, elegidas democráticamente, en paridad de género y con participación de los pueblos originarios. El proceso, que todos estimaron necesario, se frustró. El texto que propusieron los convencionales fue rechazado, en un plebiscito con voto obligatorio, donde participaron 5 millones de personas que nunca antes habían votado, la mayor parte de las cuales no sabían qué votaban, sin que nadie pueda atribuirse liderar ese Rechazo, que se fundó en razones líquidas y contradictorias.

En tres años, las necesidades que un país completo percibía como urgentes pareciera que dejaron de ser el centro de la conversación de los antiguos indignados. La pandemia apagó su fuego. La “Plaza de la Dignidad” volvió a ser la “Plaza Italia”. Sólo unos “pocos”, el 38%, continúan sintiendo la urgencia que nos llevó a exigir cambios reales en nuestro país.

El debate en los medios, controlados en su mayoría por quienes promovieron el Rechazo, se tornó, una vez más, en respeto a las estatuas y no a los seres humanos. Ni el estallido, ni la pandemia, ni los poderes económicos tuvieron piedad con los menos afortunados, dejándolos a su suerte. Las exigencias por un país justo escritas en las murallas de la Alameda fueron borradas a punta de brocha, pero no solucionadas. Seguimos como estábamos.

Superada relativamente la pandemia y rechazado el Proyecto de Nueva Constitución, presenciamos una discusión intentando terminar con estas desigualdades que llevaron al estallido y que siguen manteniendo a Chile como un país inmensamente injusto. Pero la discusión se dilata, mientras que, en la base donde se encontraba la estatua del general Baquedano, borrada la exigencia de “Hasta que la dignidad se haga costumbre” reza, antes que le pongan otra mano que la cubra, “Toda su pintura no cambiará la historia”.

El hito del estallido social en nuestra historia no se borrará con una mano de pintura ni dilatando las discusiones que la derecha espera estirar hasta fines de este año buscando, como parecen desear, crear las condiciones para que salga a la luz un proyecto constitucional que, como decía el Gatopardo en la genial obra de Guiseppe Tomasi de Lampedusa, cambie todo para que no cambie nada y, bajo el peso de la noche, en Chile sigan los antiguos o nuevos políticos, decidiendo las reglas y poniendo la música que las mayorías deberán corear.

Pero seguiremos exigiendo justicia y dignidad, libertad e igualdad, buscando cambiar la historia, mientras acordamos un mecanismo que permita crear una nueva Constitución que respete al ser humano en todas sus dimensiones. Que estremezca las anquilosadas ruedas del poder, en la que la democracia participativa y los derechos humanos sean sus fundamentos. Que haga justicia a las regiones y a nuestros pueblos originarios, porque sabemos que el futuro es nuestro, que podemos cambiar la historia, que somos los dueños de nuestro destino, los señores de nuestra alma.

Mercedes Bulnes
Diputada por el Distrito 17.