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Despatologización trans y procesos migratorios

Por: Caterine Galaz | Publicado: 27.10.2022
Despatologización trans y procesos migratorios |
En esta década de lucha por visibilizar la importancia de erradicar la patologización trans hay avances, pero aún insuficientes. No somos capaces de ver las diferentes matrices de desigualdad que les toca vivir a muchos colectivos, en específico a las personas LGTBI+ y las personas migrantes.

Hace una década, el 22 de octubre de 2012, se lanzó Stop Trans Pathologization (STP), campaña internacional destinada a impulsar acciones por la despatologización trans en diferentes partes del mundo. Desde entonces, en esa fecha, se conmemora el Día Internacional de Acción por la Despatologización Trans, en cuyo marco organizaciones y colectivos trans llevan a cabo acciones para mostrar la importancia de erradicar la estigmatización y la discriminación que viven a diario.

Gracias a esta campaña y la red mundial que se articuló en torno a este tema, la propia Organización Mundial de la Salud tuvo que reconocer, en 2018, que las vivencias trans no son un trastorno mental -como la esquizofrenia o la sicopatía- ni un desorden de identidad de género.

Pese a eso, las personas trans siguen siendo patologizadas en diferentes partes del mundo, tanto en su cotidianidad como por los Estados. Una realidad que se vuelve aún más latente cuando estas personas se convierten en migrantes: algunas de ellas dejan sus países de origen escapando del maltrato que viven a diario -incluyendo el riesgo de muerte o asesinato por actos de trans/odio- para volver a cruzar una multiplicidad de violencias (de clase, sexo-generizadas, raciales, xenófobas y/o racistas), tanto en sus trayectos como en la llegada a los países de destino.

¿Por qué migran si en gran parte de Latinoamérica existen matrices sexo-generizadas y nacionalistas? Marta, una joven trans que hoy vive en Chile, lo explica en una de las entrevistas que nos concedió para el proyecto Fondecyt “Trayectorias de personas migrantes no heterosexuales en Chile: desigualdades, violencias y resistencias”: “No tenía dónde vivir, mi familia no me quería cerca, incluso me violentaron también, la violencia hacia personas trans era cotidiana, no había tampoco derechos, la policía está siempre hostigándote y, al final, tu vida corre peligro constantemente. Sales un día a la calle, pero no sabes si vuelves”.

Este tipo de relatos se repite en las conversaciones con personas extranjeras residentes LGTBI+ en nuestro país: detrás de la decisión de migrar, en algunos casos hay persecución política por aparatos del Estado e incluso existe -aunque no de forma explícita – cierta penalización y patologización constante de la identidad de género, lo que afecta especialmente a algunas personas trans, a quienes se les suele considerar como “enfermas” o fuera de la “norma”.

En Chile, a nivel cotidiano las violencias siguen siendo parte de sus vidas en todo ámbito. En lo laboral, muchas personas trans son constantemente excluidas o marginadas solo a ciertos nichos laborales como el ámbito estético, de servicios o al trabajo sexual. María, mujer trans, de Colombia, cuenta: “Quedé seleccionada para un trabajo como personal administrativo, pero cuando llegué a firmar el contrato no me dejaron hacerlo y esto me llevó a trabajar en un centro de estética, que me permitía solamente ganar el sustento día a día”.

A nivel de salud, en tanto, algunas reciben maltrato o discriminación por la conjunción entre nacionalidad y sexualidad, y no pueden acceder a tratamientos e intervenciones, sino hasta después de muchos años de residencia (particularmente a algunas personas trans). Incluso, contando con una Ley de Identidad de Género, algunas personas ven vulnerado su derecho a adquirir un nombre social ya que su tramitación depende de una documentación que en variados casos no pueden adquirir en sus países de origen por no disponer de redes a distancia (que les puedan sacar el certificado de nacimiento), por lo costoso del proceso y porque además requieren visa definitiva (lo que implica un trabajo estable).

Así, en esta década de lucha por visibilizar la importancia de erradicar la patologización trans hay avances, pero aún insuficientes. No somos capaces de ver las diferentes matrices de desigualdad que les toca vivir a muchos colectivos, en específico a las personas LGTBI+ y las personas migrantes. Gran parte de los cambios alcanzados, de hecho, son fruto del propio activismo de diversos colectivos trans que se han organizado para defender los derechos y que hoy exigen ser tratadxs como cualquier otrx ciudadanx, capaz de definir sobre su futuro, su cuerpo y su identidad.

Caterine Galaz
Académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Chile.