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Octubre de 2019 en Chile, y el Ángel de la Historia

Por: Gloria Favi Cortés | Publicado: 04.11.2022
Octubre de 2019 en Chile, y el Ángel de la Historia Angelus Novus, de Paul Klee |
Se intenta imponer el silencio y un planificado olvido. Este olvido es el persuasivo soporte político escrito con la complicidad irrestricta de ciertos medios de comunicación, fundados con las tradicionales teorías de la historiografía positivista, generadora de los triunfantes discursos económicos neoliberales que escriben, dirigen y construyen el poder político y económico en Chile. De este «progreso» ya habló antes Walter Benjamin.

En octubre de 2019, luego de imperiosas llamadas reivindicativas, las voces se transformaron en activas y resonantes movilizaciones sociales que lograron integrar -en un descontento generalizado- a gran parte de la población chilena.

Se intenta, en “el tiempo ahora”, 2022, imponer el silencio y un planificado olvido. Este olvido es el persuasivo soporte político escrito con la complicidad irrestricta de ciertos medios de comunicación, quienes han sido fundados con las tradicionales teorías de la historiografía positivista, generadora a la vez de los triunfantes discursos económicos neoliberales que escriben, dirigen y construyen el poder político y económico en Chile.

¿Quiénes, desde el pasado, han señalado el punto de vista de los vencidos y reventados de la historia, e intentado redimir su olvido y desaparición?

Walter Benjamin (1892-1940) ha cuestionado el relato lineal de la historia positivista y su obra ha sido considerada uno de los aportes filosóficos más importantes del siglo XX, en tanto es el reflejo de la crisis de la sociedad moderna iniciada en el siglo XVIII con el proceso triunfal de la llamada Ilustración o Siglo de las Luces. En el misterioso e inclasificable Libro de los pasajes se encuentran diseminados fragmentos de esos fundamentos teóricos, bajo el nombre de “Sobre el concepto de Historia”, publicado en 1942, dos años después de su suicidio en Portbou a la sombra de la persecución nazi intensificada con el Tratado de Münich (1938) y el pacto germano-soviético (1939).

El concepto teórico de la historia positivista está centrado en la uniformidad de la idea de progreso, el dominio y poder de la razón lógica, el control de la acción moral e imposición de la valoración estética. Conceptos equiparados -según Walter Benjamin- con la idea de catástrofe. Catástrofe acentuada sobre el triunfalismo oficialista vertido sobre discursos incoherentes, cuyas acciones discursivas ocultan el dominio y encubrimiento sobre los vencidos y reventados en la historia.

Benjamin desmitifica, desde esta falsa idea del progreso, el concepto de cultura como suceso sublime –no hay cultura inocente, afirma-, todas las culturas están imbuidas por los intereses de los vencedores. La estrepitosa caída de la Edad de la Razón -posterior a la Primera Guerra Mundial- es la premonición de los postulados iniciados en la inconclusa empresa filosófica de Walter Benjamin: “Todos aquellos que se hicieron de la victoria hasta nuestros días marchan en el cortejo triunfal de los dominadores de hoy que avanzan por encima de aquellos que hoy yacen en el suelo… No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie” (fragmento VII, Sobre el concepto de Historia).

Sentencia que estaría señalando la frágil armazón de la condición humana y su reflejo inevitable sobre el espacio y poder de la institucionalidad cultural en todas las épocas. Así, tanto en la primera mitad del siglo XX como en la plenitud de nuestro siglo XXI, y bajo el cortejo cultural de los dominadores, comprendemos que lentamente concertaciones y acuerdos han convertido los fundamentos sólidos de las revoluciones populares en liderazgos plenos de utopías y abstracciones carentes de toda aplicación social práctica. Yacemos subyugados y victimizados con los nuevos documentos de barbarie, reproducción cultural mundializada en un nuevo comercio cibernético, devenidos en ciborg, las nuevas identidades compulsivas que nos imponen los analistas de mercados.

En respuesta a la catástrofe mundial Walter Benjamin desarrolla un concepto crucial para su teoría y nos propone una renovada comprensión de una historia construida sobre los fragmentos del habla. La idea es que la experiencia personal y el propio recuerdo deben ser una de las claves de la narrativa histórica; sólo lo múltiple y creativo sobre los fragmentos del habla se abrirían a diversas interpretaciones y anularían el carácter unívoco de la historia positivista oficial. Solamente narrando desde lo fragmentario es posible construir una historia diferente a las pretensiones de una historia universal identificada con la ilusión de verdad. Interpretar correctamente la Historia significa, desde la perspectiva narrativa de los oprimidos, eliminar la visión unívoca de los opresores. “Es cierto: sólo a la humanidad redimida pertenece plenamente su pasado. Esto significa que sólo ella, en cada uno de sus momentos, puede citar su pasado. Cada uno de los instantes que ha vivido se convierte en una cita en la orden del día, y ese día es justamente el último” (Sobre el concepto de Historia, cap. III, pág. 62).

En esta desconstrucción del tiempo histórico, el pasado no debe ser considerado un suceso estático y olvidado: debe ser activado cada vez que se articule la historia de los postergados y vencidos porque sólo una humanidad salvada en el recuerdo y la memoria puede ser finalmente redimida. De esta redención nos profetiza el Ángel de la Historia: “Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso” (Sobre el concepto de Historia, cap. IX).

El ángel horrorizado mira el pasado mientras las ruinas y los datos crecen y se amontonan hasta el cielo, el ángel quiere detenerse y ver en el pasado una posible salvación para despertar a los miles de muertos y recomponer los destrozos, pero le es imposible escapar del huracán del progreso que se enreda entre sus alas y lo arrastra irremediablemente hacia el futuro.

¿Cuáles son las nuevas estrategias de sobrevivencia para los futuros seres del subsuelo y víctimas del huracán progreso? Qué sucederá con los habitantes frecuentes de los basureros electrónicos en la India, China, África, Brasil y Chile (que con 197 mil toneladas métricas de residuos electrónicas en 2021 se posicionó como uno de los diez mayores generadores de basura electrónica en América Latina). ¿Y el subempleo que ha originado la operatividad tecnológica medida a la velocidad de la luz?

El grupo SOGETI (1967), creador del Instituto VINT, fue diseñado para predecir oportunidades e innovaciones futuras por medio del análisis de las últimas tendencias en el mercado de las Tecnologías de la Información. Su misión no es otra que entregar los mejores avances tecnológicos en función al impacto del negocio y las mejores propuestas para sus clientes; mientras montañas de cables, teclados, chips, ratones, pantallas, tubos, carcasas se amontonan en barriadas de Mumbai, Calcuta, China y Chile, lugares donde niños vulnerables son contratados por delincuentes dueños de automotoras y, junto a castas desheredadas desbrozan los peligrosos materiales para sacarse unos pesos. La ONU confirma que 50 millones de toneladas de residuos electrónicos se desechan cada año y la mayoría termina en países pobres.

Walter Benjamin ha sido víctima física y melancólica de la modernidad en sus intentos para descifrar las ruinas de un pasado oculto desde un presente latente e imaginar un futuro posible en el interior de un mundo histórico que ha superado y olvidado el pasado. Es difícil -para los contemporáneos- clasificar su arte fragmentario: ¿es un filósofo o un crítico literario, un historiador, un literato o un inspirado urbanista?

Aunque jamás sostuvo una teoría sistemática y elaborada sobre el progreso de la historia, la filosofía y la estética, no ha necesitado ser salvado del encasillamiento y la garantía de su neutralización ideológica, cuando en cada uno de sus  fragmentos se siente la catástrofe y el aviso de incendio,  mientras anuncia la omnipotencia que sigue al flujo histórico del progreso positivista en su  avance y despliegue lineal de la racionalidad que margina y petrifica el pasado, en tanto las figuras de la decadencia (la cultura de la basura, TV, cable, internet) nos anuncian: Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, la Guerra del Golfo, Afganistán, Ucrania… y tantas, tantas ruinas futuras imposibles de ser contenidas en las alas del Ángel de la Historia.

Gloria Favi Cortés
Doctora en Literatura Hispanoamericana. Académica de la Universidad de Santiago (USACH).