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Analfabetismo en Chile: una dificultad más allá de las cifras

Por: Daniel Aránguiz | Publicado: 05.11.2022
Analfabetismo en Chile: una dificultad más allá de las cifras |
Uno de los desafíos escolares y nacionales tiene que ver con formar una comunidad de escritores y lectores que se desenvuelvan y reflexionen sobre los distintos contextos; que convivan y dialoguen con distintas expresiones de nuestra realidad y cómo somos capaces de convivir por medio de prácticas de lectura y escritura fuera de la institución escolar.

Hace unos días se volvió a destacar en la prensa que más de medio millón de chilenos/as no saben leer ni escribir. Por otro lado, se pone en discusión la idea de la gran cantidad de analfabetos/as funcionales que tiene nuestro país, es decir, aquellas personas que no comprenden lo que leen ni logran producir textos breves y efectivos.

En este contexto se comienza a enumerar una serie de acciones que ha aportado en la línea histórica sobre cómo se ha avanzado en la disminución de las tasas de analfabetismo en Chile.

No obstante, en este ámbito de diagnósticos, análisis y recapitulación queda un línea de trabajo, por lo general, fuera del debate y que tiene relación con cómo atendemos desde la escuela la gran tarea de vincular, desde el inicio de la escolaridad, a nuestros/as estudiantes con la cultura escrita.

La lectura y escritura en la escuela se tienden a reducir al desarrollo de una serie de destrezas y habilidades observables y, por sobre todo, medibles. En el proceso de aprendizaje se diferencian dos momentos y se prescribe una sucesión entre ambos contenidos: primero, se aprende a leer y, luego, a escribir. Es allí donde debemos poner atención, pues es fundamental repensar el modo en que estamos propiciando espacios y oportunidades para el aprendizaje de la lectura y la escritura.

Uno de los desafíos escolares y nacionales tiene que ver con formar una comunidad de escritores y lectores que se desenvuelvan y reflexionen sobre los distintos contextos; que convivan y dialoguen con distintas expresiones de nuestra realidad y cómo somos capaces de convivir por medio de prácticas de lectura y escritura fuera de la institución escolar.

En este contexto cabe preguntarse, ¿cuántas oportunidades auténticas y vinculadas con el valor social de la lectura y la escrita tienen nuestros niños y niñas en las instituciones escolares? ¿Cuántas oportunidades existen en la escuela que validen las concepciones no convencionales de escritura y lectura? ¿Cuántas son las prácticas de enseñanza en términos de la alfabetización que desde la primera infancia van marginando a cientos de participantes de la cultura escrita?

El desafío es ir más allá de un número o cifra en términos de la alfabetización en Chile y radica en cómo entendemos el objeto de enseñanza en la institución escolar, es decir, cómo comprendemos desde el ámbito curricular la lengua escrita y, más específico aún, las prácticas de lectura y escritura.

Hace un tiempo se anunció por parte del MINEDUC la idea de reflexión y cambio del currículum escolar. En este marco, se declararon los próximos desafíos en materia educativa, entre ellos, el sentido de la pertinencia y respeto por los diversos contextos. Bajo esta idea es urgente hacerse cargo de una realidad: los/as funcionales/as y las cifras de analfabetismo en Chile.

Este tremendo desafío implica discutir no solo en términos numéricos, sino cómo avanzamos en un currículum escolar flexible y contextualizado, que atienda las reducidas posibilidades que tuvieron en su trayectoria escolar quienes conviven desde los márgenes con la cultura escrita. Por otro lado, materializar un currículum en donde la primera infancia tenga oportunidades de vincularse efectivamente con la lectura y la escritura, donde sus  concepciones no convencionales sean valoradas y respetadas como un punto de partida.

En síntesis, implica poner en el centro el derecho de todos y todas a convivir con prácticas sociales de lectura y escritura auténticas, con propósitos y sentidos reales, pues como señala Emilia Ferreiro, la escritura y la lectura es importante en la escuela porque fuera de ella lo es y no al revés.

Daniel Aránguiz
Docente y jefe de la Oficina de Egresados de la UMCE.