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Opinión

Representación política de pueblos indígenas: ¿necesidad o utopía?

Por: Marcos Valdés | Publicado: 11.11.2022
Representación política de pueblos indígenas: ¿necesidad o utopía? Convencionales de pureblos originarios | Agencia Uno
Las élites de los sistemas políticos y económicos han considerado innecesaria e incluso artificiosa la necesidad de la autorrepresentación de los pueblos indígenas (PPII) en instancias de decisión política, puesto que dichas élites se han atribuido explícita e implícitamente la capacidad de representar sus aspiraciones y demandas.

¿Es necesaria la representación política de los pueblos indígenas en Chile? ¿O es una propuesta que en su contenido, forma y fondo no tiene sentido porque las necesidades y demandas políticas de dichos pueblos son abordadas eficientemente por el sistema político y social que se estructura en el estado de Chile? Examinemos algunos elementos.

Las democracias actuales -en tanto estructuras de poder y relaciones entre actores que se articulan como mecanismo de gobernanza- están siendo cada vez más cuestionadas e interpeladas para que reflejen con criterios de realidad y profundidad a todos los actores sociales que la componen, especialmente aquellos que han sido históricamente excluidos, tales como las minorías sexuales, las mujeres, los pueblos indígenas (en adelante, PPII) que habitan en Chile, entre otros.

En no pocas ocasiones las élites de los sistemas políticos y económicos han considerado innecesaria e incluso artificiosa la necesidad de la autorrepresentación de los PPII en instancias de decisión política, puesto que dichas élites se han atribuido explícitamente (y en otras ocasiones, implícitamente) la capacidad de representar las aspiraciones y demandas de los PPII.

En el mejor de los casos, representantes no indígenas genuinamente interesados por la problemática de los PPII intentan generar condiciones de representación acopladas con las necesidades y aspiraciones reales de estos. Aun así, no logran representar fehacientemente los puntos de vista de estos, ya sea por diferencias en sus enfoques políticos o por diferencias respecto de los diagnósticos o porque sus motivaciones son paternalistas y/o asistencialistas y probablemente en grado no menor diga relación con la alineación natural con la que estos actúan respecto de sus respectivas estratificaciones sociales que reflejan acciones conscientes o inconscientes de colonialismo, prejuicio, discriminación y racismo y que se manifiestan en desconfianzas explícitas o latentes respecto de los problemas políticos que implica la relación entre el Estado y los PPII.

Por otro lado, los mecanismos formales de representación política han evitado sistemáticamente la participación política de los PPII debido a: (1) la dispersión demográfica de estos; (2) los mecanismos de reclutamiento de las agrupaciones políticas nacionales dentro de los sistemas de partidos tienden a reproducir las formas de exclusión de la sociedad y aquello impide una mayor presencia indígena en las listas electorales de los partidos; (3) la falta de poder económico y social de los pueblos indígenas siempre ha sido una amenaza al buen desempeño de campañas electorales competitivas en las cuales eventualmente participarían candidatos/as indígenas; y (4) la prevalencia de estigmas y consideraciones racistas en los medios y la cultura dominante también ha contribuido a diluir la identificación de los/as votantes indígenas con candidatos propios de los PPII.

Uno de los elementos que agrava la situación descrita es la prolongación de formas del racismo, prejuicio y discriminación que se observa en la sociedad chilena que se ha traducido en vulneraciones constantes de los derechos de los/as ciudadanos/as indígenas. Por lo cual, se hace urgente tomar medidas que corrijan y eviten las situaciones persistentes de injusticia respecto de los sistemas actuales de representación política.

El fundamento para dicha representación es que no puede alcanzarse una efectiva representación política procedimental, ni menos sustantiva, sin la necesaria corrección de los resultados de los mecanismos generales de representación política, en cuanto la existencia de mecanismos sin estos dispositivos de corrección admite desviaciones significativas y sistemáticas que van en contra de los intereses sociales, económicos, políticos y culturales de los PPII (Williams, 1998, p. 291).

Luego, el debate debería centrarse en torno de propuestas que posibiliten la “representación descriptiva” (Pitkin, 1972; Mainsbridge, 1999) de los PPII, de lo cual se deriva que sus representantes políticos deberían ser oriundos y vinculados existencialmente con aquellos.

Hay un segundo elemento al cual es necesario referirse y para ello es necesario partir de un axioma: el actual sistema político democrático representativo se instala en la convicción de que no es necesario representar a cada una de las partes de todo democrático puesto que los representantes democráticos son elegidos territorialmente por la sumatoria de sus partes. Luego, no resulta necesario ni suficiente que alguna de sus partes exija autorrepresentación dado que su representación está garantizada en el todo democrático y, por lo tanto, no se requiere de esta.

Este axioma es cierto, pero no totalmente. Es cierto cuando se constata homogeneidad política, económica, social y cultural en un cierto espacio político, pero no es totalmente cierto cuando en un determinado espacio político comienzan a emerger sus partes constitutivas -esto es: visibilización de su heterogeneidad interna- e instalan la necesidad de su autorrepresentación. He aquí el quid del asunto. Es decir, ¿qué sucede cuando en un cierto territorio se observa heterogeneidad (de cualquier tipo), se manifiesta y, lo más importante, se expresa y busca su autorepresentación?

El sistema político tiende a responder defensivamente invocando el axioma ya citado, lo cual tiene como resultado una distorsión política, toda vez que el sistema político que dice representar dicho espacio no lo hace o no le interesa representar. Por estas razones es que se hace perentoria la exigencia democrática a la cual aluden los PPII, las mujeres y distintos movimientos sociales de representarse a sí mismos, exigencia que siempre es reconvenida por las élites políticas aduciendo como fundamento el axioma ya citado.

Ahora bien, ¿cuál sería la forma más óptima de representación política de los PPII? En la experiencia internacional hay a lo menos 3 vías de representación política para los PPII denominadas “descriptivas o de autorrepresentación” actualmente en uso a saber: (1) proporcionalidad; (2) cuotas; y (3) escaños reservados o dedicados. Cada mecanismo es distinto y también tienen ventajas y desventajas (Millaleo & Valdés, 2014: https://mapunet.org/documentos/mapuches/paper1_Chile21def.pdf), pero que en general apuntan a la necesaria corrección política del espacio político. Existen, además, otras posibilidades no necesariamente excluyentes de esos mecanismos, sino que potencialmente podrían ser complementarias, como los parlamentos indígenas (en el caso de autonomías territoriales), la representación de espacios territoriales autónomos indígenas (territorios Kunas en Panamá) y los resguardos, en el caso colombiano.

Finalmente, aquí se han dado dos argumentos a favor de la representación política de los PPII llamadas descriptivas o autorrepresentativas: (1) la necesidad de corrección de los patrones de representación política, cuestión que no es nueva en el sistema político chileno toda vez que ya se corrigió el sistema político con anterioridad en a lo menos 2 veces (eliminación de los senadores designados, eliminación del sistema binominal); (2) el sistema político no logra representar eficientemente a los actores sociales que componen el todo político, teniendo en cuenta que son los propios componentes de este todo político los que exigen su autorrepresentación. Al mantener el sistema de representación tal cual, se produce una evidente distorsión en este sistema político de representación.

Por lo tanto, no es contraproducente ni destemplado argumentar a favor de la representación política de los PPII toda vez que, además de las razones esgrimidas, reduce la inefectividad y la incertidumbre del sistema político, potencia la negociación y eleva exponencialmente la legitimidad del sistema político. Queda por hacer una evaluación exhaustiva del desempeño de los escaños reservados en el reciente ejercicio de la propuesta de nueva Constitución rechazada el 4 de septiembre.

Marcos Valdés
Sociólogo. Magíster en Desarrollo Urbano.