Por un futuro libre de violencia contra las mujeres

Hoy, como cada 25 de noviembre –con 35 femicidios consumados y 141 femicidios frustrados en Chile en lo que va de 2022–, es necesario que hagamos una pausa y reflexionemos, como sociedad, sobre una de las mayores injusticias que nos aqueja: la violencia de género, presente a lo largo de toda nuestra vida como mujeres.

Creo sinceramente que un futuro sin violencia de género no sólo es posible, sino necesario y urgente, pero para ello tenemos que ocuparnos de manera prioritaria de una serie de problemas que hoy nos aquejan, como una educación sexista o la falta de especialización en los órganos del Estado encargados de la seguridad y la defensa de las mujeres, creando así servicios que operen con conocimiento y aplicación de perspectiva de género en salud, trabajo, seguridad y justicia. Es necesario que el Estado nos ponga a nosotras, las mujeres, en el centro de su agenda.

Por lo mismo, vemos con buenos ojos el impulso en la materia que el actual gobierno ha dado, integrando por primera vez a la ministra de la Mujer y Equidad de Género al comité político de La Moneda y generando programas enfocados en nosotras, como el Plan Chile Para Todas. A esto se suma la promulgación de la Ley de Responsabilidad Parental y Pago Efectivo de Pensión de Alimentos y la puesta en marcha del Registro Nacional de Deudores, que vienen a poner freno a la sinvergüenzura de las “papitos corazón”, o la reciente campaña #SíEsMiProblema.

Además, esta semana tuvimos un importante logro en la materia: la aprobación en general, en la Cámara de Diputadas y Diputados, del proyecto de Reparación Integral a Víctimas de Femicidio y sus Familias, que venimos trabajando de la mano de las organizaciones Ni Una Menos Chile y la Agrupación de Familias Víctimas de Femicidio. Este proyecto, que presenté de en enero de 2021, genera mecanismos de atención, protección y reparación integral para las víctimas, asegura el acceso a la justicia especializada y permite impulsar que las policías lleguen a tiempo, pues un gran número de femicidios tiene como antesala la desaparición de la mujer.

Pero esto no es suficiente. Es fundamental entender de una vez por todas que la violencia contra las mujeres es un asunto estructural –una de cada tres mujeres la sufre actualmente y la mayor parte de nosotras seremos víctimas de una forma u otra durante nuestra vida– y que llevamos siglos conviviendo con ella, algo que jamás debimos aceptar ni normalizar.

Por lo mismo la invitación es a no bajar los brazos. Hoy nos detenemos para reflexionar sobre la violencia de género, celebrando los pequeños avances en justicia logrados, pero nuestro verdadero homenaje y conmemoración a las víctimas será luchando día a día por un mundo libre de violencia machista.