Avisos Legales
Opinión

Las Memorias de Ilse en Colonia Dignidad

Por: Javiera Arce | Publicado: 18.01.2023
Las Memorias de Ilse en Colonia Dignidad Niños y niñas de Colonia Dignidad | EPA
Gracias a esta novela sobre las atrocidades de Colonia Dignidad, lo que llama más la atención es que este tema se ha profundizado poco y nada en la opinión pública, y hasta no hace muchos años había políticos de derecha vinculados estrechamente con este doloroso y putrefacto episodio de la historia desarrollada en territorio nacional.

Durante mi último viaje a Chile descubrí la reciente novela de mi amiga y colega Emma Sepúlveda, publicada en España y en nuestro país. El libro tiene como telón de fondo la Colonia Dignidad, un enigma histórico pero lejano para mi memoria, y tal vez para muchos chilenos y chilenas, quienes nunca hemos tenido mayor interés, desafortunadamente, respecto de lo ocurrido en ese espacio. Con curiosidad abrí las páginas de la novela y comencé a leer entre un larguísimo vuelo a Londres con una prolongada parada en Estados Unidos. El libro me permitió acortar los tiempos de traslado entre continentes, ya que posee una pluma ágil y rápida, pero al mismo tiempo relata una aterradora historia, que ha pasado de manera intrascendente ante nuestros ojos.

El libro es ficción basada en hechos reales y, como bien me lo relató la propia autora, luego de años de investigación y una fuerte colaboración de la Biblioteca del Congreso Nacional, en que obtuvo una serie de documentos para respaldar lo que allí sale, Emma Sepúlveda logró escribir estas páginas.

Portada del libro.

La novela se desarrolla a través de un diario de vida (ficticio), escrito por su protagonista, una alemana que vivió el fin de su infancia, adolescencia y adultez encerrada en la Colonia Dignidad (Ilse); quien comienza relatando desde aquel viaje desde su lejana Gronau, del norte-Westfalia de Alemania, hasta la comuna de Parral en Chile. Ilse relata la historia de ella y su familia, de cómo Paul Shäfer se asoció con su padre, ambos pastores evangélicos, quienes diseñaron un plan para salir de Alemania rumbo a conquistar nuevas tierras en el sur del mundo. Fue así como nació el proyecto de Colonia Dignidad. Gracias a sus prédicas, de gran elocuencia y carisma, lograron fidelizar una serie de seguidores, quienes convencidos de que Shäfer era el nuevo Cristo en la tierra decidieron vender sus bienes, y sumarse a esta nueva empresa. Entre ellos, se encontraba la familia de Ilse, que partió con sus siete hermanos, su madre (embarazada de la última hija) y su abuela hacia Chile.

Luego de un viaje muy difícil en barco, arribaron a Valparaíso y luego a Parral. Una vez en el territorio, Shäfer construye un Estado dentro del Estado de Chile, no solo con sus propias normas sino también con su propia historia y una secta religiosa basada en una interpretación retorcida de la palabra de Dios. Fue así, como relata la protagonista, comienzan a sufrir castigos ante “malos e impuros” comportamientos, como hablar con otras personas, o incluso establecer el deseo sexual de relacionarse con hombres de la misma Colonia. La socialización que les enseñaron se basaba en desconfiar de las otras personas y a delatar los malos comportamientos de sus pares.

Lo que ocurrió dentro de Colonia Dignidad no fue más que una reproducción de un campo de concentración, una especie de micro Auschwitz chileno, en que todos sus habitantes fueron aislados de la vida del mundo exterior y también fueron rotas sus propias relaciones familiares y sociales, afectando profundamente la forma de vivir de estas personas.

Paul Shäfer, un nazi pederasta denunciado en Alemania, decidió huir de su país de origen y dar forma a esta aventura, en la que no sólo se enriqueció ilícitamente, sino que abusó sexualmente de cientos de niños alemanes, hijos de los colonos, amparado en la palabra de Dios. Y para que ellos olvidaran los abusos sexuales cometidos por el tío Paul o tío permanente, como se hacía llamar, ocuparon las más sofisticadas técnicas, tales como tratamientos de electroshocks y fuertes dosis de medicamentos psiquiátricos, de tal forma que estos niños pudieran obedecer y claudicar a los mandatos de Shäfer. Pero lo que más llama la atención en el relato, y no puedo abstraerme como feminista, es la misoginia y violencia física, sexual y psicológica con la cual fueron abusadas y torturadas las mujeres. Las familias fueron desarmadas, y las madres ya no fueron madres de sus hijos, y sus hijos ya no fueron sus hijos, éstas pasaron a llamarse “tías” de toda la comunidad, y sus hijos e hijas tenían solo padres: Shäfer, y Dios. Las mujeres fueron despojadas de su propia naturaleza, tanto como persona, así como también a la posibilidad de desarrollarse íntegramente como seres humanos.

La brutalidad con la cual fueron anuladas las mujeres, amparado en un desatado odio y desprecio, ya que eran consideradas como seres anormales e inferiores, es lo que más impacta del texto. Desde torturas, electroshocks, abundante medicación psiquiátrica, hasta esterilizaciones forzadas, negándoles toda posibilidad de reproducción humana. Asimismo, las mujeres fueron tratadas como seres diabólicos que “tentaban” a los hombres a caer en placeres carnales, por lo que, aun cuando violadas por los colonos, eran castigadas por provocar a los hombres y para sacarles el diablo del cuerpo y la mente. La tortura fisica estaba a cargo de Paul Schäfer y los jerarcas de la Colonia Dignidad.

El diario de Ilse además se va situando en una serie de hechos históricos que ocurrieron en Chile desde sus 11 años (década de los 60) hasta pasados los 50 que fue cuando logró salir de ese encierro (década del 2000). Una vez afuera, la protagonista pudo recuperar su cuerpo y recuperar su condición de ser social que perdió durante casi cinco décadas en que permaneció en la Colonia Dignidad.

La protagonista relata cómo Shäfer sobornó a todo el espectro político nacional (de izquierda a derecha), estableció fuertes vínculos con el dictador Augusto Pinochet y grupos armados como Patria y Libertad. Este estrecho vínculo le dio posibilidades de traficar armas durante la dictadura y así ampliar el negocio. A cambio, Shäfer se encargaba de los presos políticos quienes, junto con las y los colonos alemanes, se encontraban en las extensas sesiones de tortura que se realizaban en los subterráneos y en el hospital alemán de la Colonia Dignidad. Es más, la protagonista va a relatar la forma en cómo Paul Shäfer y los jerarcas les enviaron a todos a quemar los cuerpos de los detenidos y torturados que no resistieron la tortura y violencia política ejercida sobre estos cuerpos, y así evitar todo tipo de rastros de ellos y ellas.

Destaco de la obra de Emma Sepúlveda el relato exhaustivo sobre las formas en cómo se les vació a cada una de las personas que llegaron desde Alemania a la Colonia Dignidad, lo que Hannah Arendt acuñó como la condición humana. Cómo su concepción de familia fue adulterada por un psicópata pederasta como Paul Shäfer. La historia también nos ofrece un panorama detallado de la forma en cómo y por qué estos criminales nazis arrancaron desde Alemania (las denuncias de abuso sexual infantil recibidas por Shäfer en su país natal) y la forma en que fueron recibidos por el “generoso Chile”.

Por otro lado, el libro va a dar cuenta también sobre la necesidad de robar niños chilenos, hijos de campesinos, cuando los niños alemanes comenzaron a crecer y escaseaban para saciar el apetito sexual del líder de la Colonia Dignidad. Familias enteras de campesinos quedaron afectadas por el robo de estos pequeños habitantes, de los cuales no se habla. El olvido los ha borrado de la historia de Chile y ni siquiera han recibido indemnización por la omisión o desidia tanto del Estado de Chile como de Alemania.

En el relato de Ilse además se observa cómo fueron utilizadas las más sofisticadas técnicas de tortura aprendidas en la Alemania nazi, y cómo fueron perfeccionándolas con el tiempo. Tanto así, que sirvieron no solo para maltratar y vejar a los hablitantes alemanes de la Colonia, sino que también para torturar y ejecutar a cientos de ciudadanos/as chilenas que desaparecieron durante los dolorosos años de la dictadura-cívico militar chilena.

Desde mi perspectiva, lo que llama más la atención es que este tema se ha profundizado poco y nada en la opinión pública, y hasta no hace muchos años había políticos de derecha vinculados estrechamente con este doloroso y putrefacto episodio de la historia desarrollada en territorio nacional. Asimismo, para las autoridades de todas las posiciones políticas este tema ha pasado desapercibido, cuando se requiere una urgente reparación de las víctimas, para que nunca más Chile sirva de escenario de estas vejaciones y abuso de poder contra los cuerpos de inocentes niños/as y mujeres víctimas del psicópata Paul Shäfer, sus secuaces y cómplices.

Un libro que nos lleva a la reflexión y nos llama a la acción.

Javiera Arce
Politóloga.