¿Es necesaria una clínica municipal en Santiago?

La Municipalidad de Santiago ha anunciado la compra de una clínica con el objeto de mejorar la atención de salud para los residentes de la comuna. Examinaré la pertinencia de esta iniciativa desde la perspectiva de la salud pública, sin referirme a los cuestionamientos jurídico administrativos y financieros de dicha compra, que se han conocido por la prensa.

Lo que propone la alcaldía es que el municipio de Santiago desarrolle mayor capacidad profesional y técnica para prestar atención de salud de mayor complejidad que la actual, para contribuir a resolver el problema de las listas de espera.

El programa de Presidente Boric establece como problema prioritario la resolución de las listas de espera, en lo cual los municipios tienan roles bien definidos en la coordinacion de la atención primaria de salud (APS) con los consultorios de especialidades y hospitales, sin hacerse cargo de la atención de mayor complejidad.

Esto fue reafirmado en el primer Mensaje Presidencial, donde el mejoramiento global de la capacidad del sistema nacional de salud es la herramienta para enfrentar ese problema. No se propone aumentar en complejidad la atención de salud de los municipios, lo cual requeriría no sólo una inversión en infraestructura, como la compra de una clínica, sino tambien una gran inversión en tecnología, en personal capacitado y en gestión.

Crear una clínica requiere un tiempo de maduración para su ejecución, nada breve, y por eso se reitera que es tarea del Ministerio de Salud en sus consultorios y hospitales y en este caso no se podrían realizar apropiadamente en el periodo que le resta a la actual administración de la Municipalidad de Santiago. Esta consideración permite dudar de la calidad profesional de su proyecto.

De los 335 municipios del país, son muy pocos los que tienen capacidad financiera y acceso a recursos humanos que les permitan ir más allá de la APS y que un municipio que tiene esas capacidades pretenda resolver sus listas de espera, no ayuda a resolver el problema global de las mismas.

Incluso agrava la fragmentación entre los municipios pobres (la mayoría) y los con recursos, en las grandes ciudades, profundizando la inequidad en el acceso a la atención médica, llevando al seno de la función pública la diferencia entre una medicina para ricos y otra para pobres.

Contar con una clínica en la comuna de Santiago no resuelve sus propias carencias en la APS, que son muy significativas. Ayudaría más a la salud de Santiago el mejorar la APS en todos sus establecimientos, y también invertir en nuevos consultorios, porque algunos de los actuales superan el número de habitantes para el cual fueron concebidos. No tiene sentido realizar acciones de especialidad cuando las básicas se realizan medianamente. Contribuirá más a reducir las listas de espera mejorar la calidad de la APS, previene enfermedades, evita el deterioro y las complicaciones de las enfermedades crónicas y en consecuencia la necesidad de especialistas para tratarlas.

Sólo un mejoramiento global del sistema de salud logrará disminuir las listas de espera. Que un municipio pretenda hacerlo por su cuenta no contribuye a mejorar la atención de salud para el conjunto de la población, sino que es un alivio para una pequeña fracción de ella. Esto es obvio, sin embargo esta obviedad ha sido ignorada por el municipio de Santiago, que aprobó la compra de una clínica, sin establecer cuál es el programa de implementación y de operación que requiere esa cuantiosa inversión, ni menos señalar cuál sería el costo operacional de la misma y como se financiaría.

Invertir en una clínica, en este contexto, más que un error es un despropósito, que revela no seguir el Programa de Gobierno, incompetencia y arrogancia frente a problemas complejos.