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La culpa no es del sistema

Por: Rodrigo Zambrano | Publicado: 11.04.2023
La culpa no es del sistema 2015: Bachelet promulga ley que pone fin al sistema binominal |
Aunque su objetivo era generar dos grandes bloques políticos (con la intención de dar estabilidad al sistema de partidos), en la práctica el sistema binominal careció de legitimidad ciudadana y fue uno de los factores que explicaron el descrédito que tuvo y tiene la clase política en la sociedad.

El sistema electoral conocido como «binominal» se implementó en Chile en los años 80 y estuvo vigente hasta 2015, cuando una reforma constitucional introdujo una nueva forma de elegir a nuestros parlamentarios. Básicamente, el sistema «binominal» establecía que los votantes de un territorio (distrito o circunscripción electoral) debían elegir a un candidato de entre todas las listas presentadas, resultando electos los dos candidatos con más votos de las listas más votadas. Aunque su objetivo era generar dos grandes bloques políticos (con la intención de dar estabilidad al sistema de partidos), en la práctica careció de legitimidad ciudadana y fue uno de los factores que explicaron el descrédito que tuvo y tiene la clase política en la sociedad.

Por eso, cuando en 2015 se aprobó la reforma constitucional que cambió este sistema electoral por el método D’Hondt, se percibió como una buena medida, ya que esta nueva forma de elección podría garantizar una mayor representatividad ciudadana y, por ende, reflejar en el Poder Legislativo la multiculturalidad política del país. Desde entonces, han pasado varias elecciones y el éxito de este sistema electoral es evidente. No obstante, su implementación ha llevado a una fragmentación del sistema de partidos y no son pocas las voces que critican el hecho de que este sistema permite la elección de personas con poca votación en desmedro de otras que, con mayor número de votos, no resultasen elegidas. Pero criticar este sistema utilizando estos argumentos es un error por dos razones.

En primer lugar, este método busca mayor representación y no generar estabilidad en el sistema de partidos políticos. Por esto, algunos académicos han recomendado implementar este sistema solo en aquellos países que cuenten con una cultura política fuerte y con un sistema de partidos estable, pues de lo contrario podría tender a su fragmentación.

En segundo lugar, existe un error de conceptos. Muchos creen que en las elecciones se «vota por una persona» y, por tanto, los que obtienen el mayor número de votos son los que deben ser elegidos. Aunque esta premisa es válida, es más aplicable en los sistemas mayoritarios que en los proporcionales. El método D’Hondt, al ser proporcional “aplica más la lógica del voto por lista” que el voto por una persona (por mucho que el voto se le asigne a una).

Lo anterior es importante porque el próximo 7 de mayo se llevará a cabo la elección de consejeros constitucionales, quienes serán elegidos proporcionalmente.

Dada la forma de elección y a la nómina de candidatos propuestos, puede darse el caso que un consejero constitucional sea electo con una votación menor que otro candidato que no resultó elegido. Esto en ningún caso debe dar espacio para criticar la legitimidad de la elección. La “culpa” de que personas con poca votación sean electas no es del sistema, ni tampoco de la “sobre representación” de una determinada fuerza política, sino más bien es de la lista (del candidato que no resultó elegido), ya que fue incapaz de seducir al elector con ideas que le hagan sentido de acuerdo a como este percibe su realidad.

Rodrigo Zambrano
Director Ejecutivo de Research Chile.