Avisos Legales
Opinión

Chile Inseguro

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 27.04.2023
Chile Inseguro |
Los problemas complejos, esos que requieren miradas integrales y propuestas que no son rimbombantes ni inmediatas, difícilmente serán resueltos por los payasos que viven pendientes de los focos, los aplausos y la función que viene.

La imagen de un grupo de parlamentarios de Chile Vamos celebrando la aprobación de la interpelación (presentada por ellos mismos) en contra de la ministra del Interior y Seguridad Pública, Carolina Tohá, deja al desnudo el nivel con el que un sector de la clase política está abordando el problema del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia urbana. Un presente donde quienes se supone que, en contextos de amenazas y crisis, deberían mantener la mesura, la sobriedad, la moderación en las ideas y en las reacciones, aparecen frente a la opinión pública desmesurados, violentos, chichones, insensatos y payasescos.

Parece increíble que ese grupo de políticos bien pagados, muy bien alimentados y uno supone que extremadamente bien educados (en base a dios y la ciencia), se prestaran para un show de matinal o, lo que es peor (en algo han mejorado los contenidos de los matinales), protagonizaran una escena propia de un circo donde los payasos aparecen, en medio de la pista, con un cartel que pide el fin de la tristeza en el mundo.

En este caso, el cartel sostenido por los parlamentarios, decía “Ministra Tohá: ¡Chile exige seguridad!”. La primera razón de la interpelación en contra de la ministra del Interior es por “no apoyar a Carabineros”, y más abajo sigue la “incapacidad de frenar el explosivo avance del crimen organizado, el narcotráfico, los narcofunerales y la falta de control en las fronteras”. Usted y yo sabemos que los problemas de migración, seguridad o inseguridad pública no terminarán con una interpelación en el Parlamento, ni con la salida de una ministra, ni tampoco con un cambio de gobierno. También lo saben los parlamentarios de Chile Vamos, pero les da lo mismo: para ellos lo importante es el espectáculo.

Se trata de la misma pulsión por aparecer en medio de la función que expresaron los parlamentarios del Frente Amplio, del Partido Comunista y algunos de la vieja Concertación, cuando en los días más difíciles del gobierno anterior, esos de la revuelta y del Covid, se mostraron irreflexivos, mesiánicos, chichones y payasescos cada vez que salían a pedir la renuncia del Presidente (recordar el triste espectáculo del diputado Naranjo leyendo 1.300 páginas de una acusación constitucional para, de manera tramposa, conseguir el voto del diputado Jackson), a exigir los retiros de los fondos de pensiones o a criticar las medidas sanitarias desplegadas ante la pandemia.

Es cosa de recordar cuando trataban a Piñera de dictador por desplegar militares y pedir estados de excepción (nunca escupir al cielo pues te puede caer en la cara decían los abuelos) en medio de la revuelta, o cuando salían declarando, desde el mismo lugar donde ahora lo hacen los congresistas de Chile Vamos, que el gobierno “nos quería enfermos”, cada vez que salían los gráficos de contagiados y fallecidos por el Covid-19.

El miedo que causan temas tan sensibles como un grupo organizado quemando el Metro (¿quién quemó el Metro?), el miedo que causaba el coronavirus, el miedo al narcotráfico, el miedo a la migración descontrolada, el miedo al cantante de trap y todos los miedos que ya son amplificados por las redes sociales, los noticieros y los matinales (aun cuando en Chile la tasa de crimen por cada 100 mil habitantes sigue siendo de las más bajas del continente) ahora también se emite desde el Parlamento; es decir, desde ese lugar donde se supone que los miedos se disipan frente a la razón del que legisla. Y no solo eso: resulta que el miedo convertido en espectáculo parece haber llegado a las instituciones que, se supone, deberían instruir y orientar a quienes previenen y persiguen el delito: ¿acaso no es parte del espectáculo, al igual que lo son las leyes con nombre y apellido, que un fiscal nacional comience a pavonearse con un criterio persecutor que lleva su apellido?

Mientras los problemas del Chile actual sigan abordándose desde el espectáculo, el cálculo pequeño y la mirada cortoplacista de la próxima elección, es poco probable que podamos ser eficientes en las soluciones. Menos aún cuando se trata de temas de seguridad, castigo y reinserciones. Y es que los problemas complejos, esos que requieren miradas integrales y propuestas que no son rimbombantes ni inmediatas, difícilmente serán resueltos por los payasos que viven pendientes de los focos, los aplausos y la función que viene.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.