Avisos Legales
Opinión

La Feria de Scarborough

Por: Luis Cifuentes Seves | Publicado: 06.05.2023
La Feria de Scarborough Simon & Garfunkel |
A partir de 1967, la intelectualidad se dejó caer masivamente sobre el lugar capaz de inspirar una canción tan exitosa, enigmática y emotiva. Hubo una explosión de espíritu emprendedor, y no faltaron quienes se ubicaron en un lugar cercano a la sobreviviente Scarborough Fair vendiendo a buen precio ramitos de parsley, sage, rosemary and thyme, amén de poleras, gorros, tazones ilustrados y otros bienes alusivos.

Es muy posible que nadie fuera de Scarborough se hubiera enterado de la existencia de una feria en ese poblado sin la aparición de la canción “Scarborough Fair” de Paul Simon y Art Garfunkel en la película El Graduado, de 1967.

Los jóvenes autores incluyeron el tema en su álbum Parsley, sage, rosemary and thyme (“Perejil, salvia, romero y tomillo”), lo que terminó por dejarlo en órbita. Este verso se repite en la canción que nos ocupa.

Se estima que el tema original, de autor anónimo, databa de fines del siglo XIII, pero al grabarlo Simon & Garfunkel lo mezclaron con su creación “Canticle”, que contribuyó un contrapunto con toques de misterio entre la feria y versos de amor, desamor y muerte.

La antigua canción cuenta la historia de un hombre que reconoce haber tenido un amor verdadero en Scarborough, pero para reanudarlo exige de la dama acciones imposibles, mientras el “Canticle” introduce imágenes de guerra y destrucción donde generales ordenan a sus tropas matar por una causa que hace tiempo olvidaron (a cause they’ve long ago forgotten). (En YouTube hay versiones en inglés y español).

Estas líneas tienen por objeto explorar tanto el trasfondo histórico como las repercusiones de esta composición.

La historia

Scarborough es un pueblo en la costa oriental de Yorkshire, Inglaterra. Se cree que fue fundado por vikingos alrededor de 966 d. C. y en 1253 un edicto real autorizó la celebración de una feria de 45 días entre el 15 de agosto y el 29 de septiembre de cada año. Ella creció en tamaño y trascendencia, hasta el punto en que participaron comerciantes no sólo provenientes de toda Gran Bretaña, sino también de los Imperios Bizantino y Otomano y de países escandinavos. Existió durante más de 500 años hasta su fin en 1788, debido a la competencia de otras grandes ferias, mercados permanentes y aumentos de impuestos.

No cabe duda de que entre las muchas mercancías ofrecidas hubo hierbas, incluidas parsley, sage, rosemary and thyme. Con el correr del tiempo, Scarborough se desarrolló y el descubrimiento de aguas termales en 1626 aportó a su creciente fama. Algún autor le atribuye haber sido el primer balneario costero en la historia.

Dos extensas playas (North Bay y South Bay), la construcción de enormes y lujosos hoteles, museos, parques de entretenciones, las imponentes ruinas de un castillo del siglo XII y otros la hicieron el balneario preferido por la aristocracia británica, especialmente a partir del siglo XVIII.

Sin embargo, a principios del siglo XX, Scarborough ya no era considerada tan exclusiva, como se evidenció en la serie televisiva Downton Abbey, cuando el mayordomo Carson y su esposa la eligieron como sitio de su luna de miel, ante los mohines de disgusto de Lady Mary Crawley, que habría querido “algo mejor para ellos”.

Durante el siglo XX, el balneario se popularizó sin retorno y llegó a ser el destino de caravanas de buses llenos de turistas de todas las nacionalidades y pelajes que llegaban a pasar el día consumiendo los multicolores bastones de caramelo, disfrutando (o no) el fish and chips en numerosos restaurantes con vista a la bahía por un amplio rango de precios y subiéndose a la montaña rusa.

Realidad y mito de la Feria de Scarborough

¿Qué quedaba de la Feria de Scarborough a la fecha del éxito de Simon & Garfunkel?

En verdad, el único establecimiento que llevaba, y sigue llevando, el nombre de Scarborough Fair era una exhibición permanente de máquinas a vapor, antiguas locomotoras, órganos mecánicos, automóviles de colección, carruseles y otros juegos mecánicos. Seguía realizándose una feria menor en septiembre, pero de la misma duración que en otros pueblos y ciudades del mundo.

Empero, a partir de 1967, la intelectualidad angloparlante, seguida de otras intelligentsias, se dejó caer masivamente sobre el lugar capaz de inspirar una canción tan exitosa, enigmática y emotiva. Por cierto, hubo una explosión de espíritu emprendedor, y no faltaron quienes se ubicaron en un lugar cercano a la sobreviviente Scarborough Fair vendiendo a buen precio ramitos de parsley, sage, rosemary and thyme, amén de poleras, gorros, tazones ilustrados y otros bienes alusivos.

Pero eso no bastó para satisfacer las expectativas de los doctos visitantes que hicieron lo que, mucho antes, otros habían sabiamente ideado: llevaron consigo lo que querían encontrar. Con guitarras y otros instrumentos entonaron y danzaron con entusiasmo y lágrimas en los ojos lo que a la sazón era un himno ineludible y se sacaron fotos grupales ante el edificio de la única Scarborough Fair que hallaron, cuidando que los viejos carruseles no se robaran el show.

Creo haber visitado Scarborough dos o tres veces entre 1975 y 1992, acompañando a visitantes chilenos a vivir una experiencia típicamente británica, pero no tuve la suerte de coincidir con la feria otoñal. Sin embargo, me cuentan que la venta de manojitos de perejil, salvia, romero y tomillo permaneció en la cultura local, de manera similar a la “verdura surtida”, compuesta de apio, perejil y orégano en las ferias libres chilenas.

Acaso estampando un esperanzado timbre de inmortalidad, en 2023 se inició el festival llamado Scarborough Renaissance Festival and Faire, consistente en un programa anual de actos musicales, teatrales, literarios, culinarios, deportivos y circenses, justas medievales, exhibiciones de armas y otros espectáculos relacionados con la historia y el mito del viejo balneario.

Es muy posible que este nuevo y ambicioso desarrollo cultural deba tanto a la Feria que perduró por cinco siglos como a la creatividad de dos talentosos músicos jóvenes norteamericanos que ya pasaron los 80.

Luis Cifuentes Seves
Profesor Titular (jubilado) de la Universidad de Chile. Sus libros más recientes son Dilo, antes que sea demasiado tarde (Cuarto Propio, 2020) y Mi catedral todavía está ahí (Cuarto Propio, 2023).