Avisos Legales
Opinión

3 horas y 36 minutos  

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 02.06.2023
3 horas y 36 minutos   |
No cabe duda de que el tono del Presidente, haciendo una autocrítica de lo que fue la derrota constituyente, reconociendo los logros del gobierno anterior, convocando al diálogo para alcanzar acuerdos en temas de billetera fiscal y seguridad ciudadana, y mostrándose optimista de lo que debería ser el cierre del ciclo constitucional en diciembre, da cuenta de un mandatario que ha comenzado a entender el significado de la palabra estadista.

La Cuenta Pública partió con una alabanza del Presidente Boric al himno nacional y luego con una autocrítica a lo hecho por la fallida Convención Constituyente. Un inicio que anticipaba lo que sería el tono de un mensaje que invitaba a “salir de los eslóganes para ir a los hechos”.

Los hechos fueron enumerándose desde lo que han sido las obras concretas logradas (o conseguidas tomando la posta del gobierno anterior) por el gobierno, tales como: la aprobación de aumento del salario mínimo, reducción de la jornada laboral, la promulgación de la ley TEA, reducción de listas de espera en hospitales, la consagración del copago cero para usuarios de Fonasa, la Ley de Royalty Minero, la compra de los trenes más rápidos de Sudamérica para viajes Santiago-Chillán, el cierre de la Fundición Ventanas, el fin del recargo en cuentas de luz para el invierno, la creación del registro nacional de personas cuidadoras, el derrumbe de los mausoleos narcos, la implementación del registro de deudores de pensiones de alimentos, el empadronamiento biométrico de migrantes en situación irregular, el aumento de un 2,8% de la inversión en Chile, el crecimiento de un 2,4% del PIB, el aumento de las matrículas en las instituciones de orden en el último año y el cierre de la oficina de la primera dama, entre otros.

También hubo mucha enumeración de anuncios de proyectos de ley, planes y estrategias a implementar en lo que queda de gobierno, además de una lista de buenas intenciones (“mantengo a firme la decisión de avanzar durante nuestro mandato al 1% del presupuesto en cultura”).

Entre estos anuncios de obras a cumplir, destaca el del “pacto fiscal” (nuevo apodo para la recientemente fallida Reforma Tributaria), sin el cual no podría haber una serie de acciones como la condonación del CAE, mejoramientos en salud, sistema de salas cunas, de cuidados, pagos de deuda histórica a profesores y el mejoramiento de las políticas de seguridad, entre otros) y una reforma de pensiones que consideraría un sistema mixto y de libertad de elección para los afiliados (al parecer en este punto le informaron mal al mandatario pues el actual proyecto no contiene libertad de elección, propiedad ni heredabilidad en los 6 puntos de cotización).

Respecto a la Reforma de Pensiones, el Presidente dijo que “no tiene que salir exactamente como nosotros la presentamos” (¿se habrá referido a la propuesta A o B de la ministra Jara y del renunciado -y deslenguado- subsecretario Larraín?). También el mandatario se refirió a la deuda histórica con los profesores, diciendo, casi con tono de candidato en campaña, que estaba disponible para llegar a un acuerdo en la medida que saliera la Reforma Tributaria.

Entre un informe de lo conseguido durante este año y medio de mandato, y los anuncios, y deseos de lo que el Presidente querría que sucediera en los próximos meses (destacando su deseo de cerrar en diciembre el ciclo constitucional), transcurrió esta Cuenta Pública que pasará a la historia por ser la más larga de la historia de Chile: 3 horas y 36 minutos de discurso.

Una cuenta que comenzó de manera potente con la enumeración de logros, pero que terminó decayendo cuando el mandatario de dedicó a improvisar y repetir (la plegaria por sacar adelante la reforma tributaria y de pensiones) y hablar de esos temas  que suelen sacar aplausos entre sus huestes (los 50 años del Golpe y el llamado a no retroceder en reivindicaciones culturales), pero no entre los que, a esa hora, le sintonizaban desde algún comedor de trabajadores, el salón de espera de un Cesfam o en alguna fuente de soda.

No cabe duda de que el tono del Presidente, haciendo una autocrítica de lo que fue la derrota constituyente, reconociendo los logros del gobierno anterior, convocando al diálogo para alcanzar acuerdos en temas de billetera fiscal y seguridad ciudadana, y mostrándose optimista de lo que debería ser el cierre del ciclo constitucional en diciembre, da cuenta de un mandatario que ha comenzado a entender el significado de la palabra estadista: aquella personalidad política que está por encima de las divisiones partidarias y de los sectores, en inquieta y creativa búsqueda del bien común y asumiendo plenamente sus propias responsabilidades.

Sin embargo, esta extensa Cuenta Pública parece confirmar que el Presidente Boric aún se resiste a aceptar o entender, ya transcurrido un año y medio de su periodo, que existe una gran parte del país que no está sintonizando con su estética y formas (las encuestas dan cuenta de más de un 60% de población que rechaza la gestión del mandatario). Un discurso que en extensión se iguala a los de Cristina Kirchner y Fidel Castro, definitivamente no contribuirá a sintonizar con aquel porcentaje de chilenos que no están del lado de la barra oficialista.

Para Aristóteles no era suficiente con imaginar a un gobierno perfecto e ideal, pues lo que se necesita sobre todo es un gobierno practicable, que impulse medidas de sencilla y segura implementación.

Es lo que parece requerir el país actual: un gobierno que hable de lo practicable y luego se dedique a exhibirlo como logro. Cuando se dedica muchas horas para hablar de anuncios y deseos, luego se corre el peligro de no llegar a la meta y se termine achacando la culpa a quienes no aprobaron una reforma tributaria (o un pacto fiscal) para financiar el listado de promesas.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.