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Opinión

Gustav Klimt: las «pinturas de las facultades»

Por: Luis Cifuentes Seves | Publicado: 12.06.2023
Gustav Klimt: las «pinturas de las facultades» Pinturas de Klimt, restauradas |
Las reacciones de círculos críticos, gubernamentales y universitarios fueron de feroz indignación. Dado que las tres obras representaban mujeres y hombres desnudos, se acusó a Klimt de pornografía, perversión y de no respetar la tradición de tratar los temas académicos concentrándose en sus aportes a la humanidad. En Chile también la extrema derecha ha sido consistentemente contraria a la exhibición del cuerpo desnudo, atribuyéndole ofensas a la moral, a las buenas costumbres y a la integridad de la familia.

Cuando oigo hablar de Austria vienen a mi mente dos ciudades: Salzburgo y Viena. Confieso que buena parte de mis imágenes de Salzburgo provienen de la película La novicia rebelde (1965), basada en la comedia musical estadounidense The sound of music. Sin embargo, la belleza y riqueza cultural de Salzburgo son reales.

Viena está menos deformada en mi percepción debido a su condición de capital y centro cultural y científico. Los nombres de Sigmund Freud, Franz Schubert, Johan Strauss, Ludwig Wittgenstein, Karl Popper, Erwin Schrödinger, Fritz Lang y otros saltan a la mente, pero, debido a los libros de arte de mi padre, desde mi infancia relacioné a Viena con Klimt.

Esbozo biográfico

Gustav Klimt nació en Viena en 1862 y falleció en la misma ciudad en 1918, a los 55 años. Debido a dificultades económicas de su familia, sólo pudo estudiar en la Escuela de Artes y Oficios vienesa gracias a una beca que premió su talento en su adolescencia. A los 20 años, Klimt recibió la Orden de Oro al Mérito entregada por el emperador Francisco José por sus murales en el Burgtheater de Viena.

A comienzos de los 1890 conoció a Emilie Flöge, quien sería su pareja por el resto de su vida. El desnudo femenino fue su inspiración y su pasión. Se caracterizó por una activa vida sexual que Emilie toleró. Tuvo catorce hijos de varias mujeres.

Vestía túnica y sandalias y evitó los círculos intelectuales y las tertulias de café donde se reunían otros creadores. Incansable, trabajaba día y noche en su atelier hasta el punto de provocar la preocupación de sus cercanos.

Fue miembro activo de un grupo de artistas modernistas (Art Nouveau) conocido como la Wiener Sezession, que consiguió apoyo para construir una sala de exposiciones. Klimt nunca pintó un autorretrato, señalando: “Estoy convencido que como persona no soy especialmente interesante”. Tampoco hizo intentos por teorizar acerca de su visión del arte y no dejó ningún manifiesto ni diario de vida que sustentara sus motivaciones ni sus proyectos.

Entre sus obras más conocidas se encuentran “El beso”, “Judith”, “Danae”, “Serpientes de agua II” y “Retrato de Adele Bloch-Bauer I”. Las dos últimas se encuentran entre las 20 pinturas más caras en la historia, con precios de 204 y 135 millones de dólares, respectivamente.

Las «pinturas de las facultades»

En 1894 Klimt recibió el encargo del gobierno austríaco de crear tres pinturas para decorar el cielorraso del Aula Magna de la Universidad de Viena. Ellas debían representar a las facultades de Filosofía, Medicina y Derecho (Jurisprudencia). Se le pagó un adelanto de 30 mil coronas.

El primer trabajo en ser entregado fue Filosofía, en 1900, que recibió una medalla de oro en la Exposición Universal de París. El segundo fue Medicina, en 1901, y el tercero fue Jurisprudencia, en 1907.

Las reacciones de círculos críticos, gubernamentales y universitarios fueron de feroz indignación. Dado que las tres obras representaban mujeres y hombres desnudos, se acusó a Klimt de pornografía, perversión y de no respetar la tradición de tratar los temas académicos concentrándose en sus aportes a la humanidad. 87 profesores de Filosofía firmaron una protesta y un fiscal llevó el tema ante el Parlamento, siendo la primera vez que este organismo debatió un tema cultural, aunque no se llegó a acuerdo.

En 1904, las dos primeras pinturas fueron solicitadas para ser exhibidas en la Exposición Universal de Saint Louis, EE.UU., pero el gobierno austríaco, que las había rechazado, se negó a autorizarlo. A pesar de que Klimt había devuelto el adelanto recibido, el gobierno intentó confiscarlas, cosa a la que el autor se opuso, amenazando con una escopeta a los funcionarios enviados por las autoridades. Permanecieron en su poder sin ser expuestas al público.

Después del fallecimiento de Klimt las «pinturas de las facultades» quedaron en manos privadas. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron exhibidas y luego guardadas en el castillo Immendorf para su protección. En mayo de 1945, tropas de las SS alemanas en retirada incendiaron el castillo para impedir que cayera en manos enemigas. Las obras fueron destruidas y sólo se encontraron fotografías en blanco y negro de ellas, aparte de numerosos bocetos.

Más de 70 años después, en 2021, se estableció una colaboración entre el Museo Leopold de Viena y la empresa Google para recrear las pinturas. Considerando que los colores se habían perdido, se utilizó inteligencia artificial para cumplir la tarea.

Hoy, las tres obras cubren el cielorraso del Aula Magna universitaria para deleite de miles de turistas, estudiosos y amantes del arte. Más de un siglo después de su fallecimiento, Klimt parece haber tenido la última palabra.

Algunas reflexiones

Teniendo en cuenta que, en tiempos de Klimt, el desnudo femenino y masculino tenían una larga tradición en la escultura (especialmente desde el siglo IV a.C.) y en la pintura (desde el siglo XV d.C.), el escándalo suscitado a comienzos del siglo XX por la obra del artista vienés resulta sorprendente.

No se puede adjudicar ignorancia en este ámbito a los críticos, académicos y altos funcionarios de gobierno por sus desproporcionadas reacciones. Es muy posible que las causas subyacentes fueran una defensa de falsas imágenes públicas, de intereses de grupos unidos por vínculos sociales y familiares, tanto de prestigio como pecuniarios y políticos.

En Chile la extrema derecha ha sido consistentemente contraria a la exhibición del cuerpo desnudo, atribuyéndole ofensas a la moral, a las buenas costumbres y a la integridad de la familia. Recordemos la batahola, incluidos actos de violencia, generada en torno la casa de vidrio (2000), a los eventos de Baby Vamp y de Tunick (ambos en 2002).

Más recientemente hemos visto al mismo sector ideológico intentando negar modestos aportes estatales a la actividad artística (teatro, música, literatura, danza y otros) donde se representa la actividad sexual en cuanto expresión humana normal y deseable. Esta postura se reafirma en la oposición a dar educación sexual integral en las escuelas. El cuerpo, el sexo, deben permanecer ocultos e innombrados.

Acaso las «pinturas de las facultades», desde la altura en que nos contemplan, constituyan un soplo de esperanza que aliente a quienes se ven forzados a seguir dando las batallas culturales del presente.

Luis Cifuentes Seves
Profesor titular (jubilado) de la Universidad de Chile. Escritor. Sus libros más recientes son "Dilo, antes que sea demasiado tarde" (2020) y "Mi catedral todavía está ahí" (2023).