Probidad: firmes e implacables

El caso de la Fundación Democracia Viva y su creatividad para obtener platas fiscales huele a la contabilidad “creativa” que hacen algunas empresas. Bueno, somos humanos, y en todas partes hay gente que gusta de apropiarse de dinero indebido o con descriterio. Trasciende a izquierdas y derechas. El tema de fondo es cómo reaccionan los líderes ante el descriterio, la apropiación indebida, el desfalco o el fraude al fisco. Ahí no parece haber simetría.

El presidente Boric y los partidos de izquierda no han vacilado en condenar lo sucedido, incluso antes de los veredictos de tribunales o de Contraloría o de los sumarios institucionales. Condena enérgica ante la menor sospecha, acción inmediata sobre las personas puestas en telas de juicio, ningún escondite bajo la presunción de inocencia, como arguyen con frecuencia otros sectores. No se ha visto a la derecha escandalizarse en casos como Piñera, Penta, Orpis, procesados y condenados, como también lo será el reo Torrealba.

Es claro que para sectores de la derecha es delgada la línea diferenciadora de lo lícito en sus emprendimientos o negocios políticos. Tienen dinero y medios para echar tierra a lo que afecta a los suyos y los usan despiadadamente para enlodar y golpear a sus adversarios.

A la izquierda no le corresponde argumentar ningún empate, de ninguna naturaleza, ello sólo relajaría la ética de sus luchas y esperanzas, y eso lleva a la perdición. Ha de ser firme, más con los suyos y por cierto con los adversarios. Saber que siempre puede haber ovejas negras obliga a estar atentos y ser implacables en la probidad. Es un asunto cardinal para la convivencia civilizada de la izquierda para Chile. Incluso ¿qué moral habría para enfrentar la delincuencia y el narcotráfico si se fuera condescendiente?

El gobierno del presidente Boric ha quedado en una peligrosa disyuntiva, que lo marcará a fuego para el futuro. De cómo actúe —con firmeza e implacabilidad, o vacile o contemporice o esconda los hechos bajo la alfombra— dependerá su capacidad de sostener la moral necesaria para conducir el arduo camino de los cambios que Chile necesita.

Para los partidarios de mantener el statu quo o retrotraer las conquistas civilizatorias, el estándar es obviamente más relajado y permisivo. Así lo comprueba la historia.